"Espera, nomás, peruana", por Lorena Salmón. (Ilustración: Nadia Santos)
"Espera, nomás, peruana", por Lorena Salmón. (Ilustración: Nadia Santos)
Lorena Salmón

Me gusta el fútbol, me apasiona hasta las lágrimas y encuentro coherente, lógica y absolutamente natural la desmedida pasión que ha despertado nuestro regreso histórico, triunfante y novelesco al Mundial.  

Pero despertemos, el juego más lindo del mundo no puede hacernos olvidar el escenario en el que las mujeres nos encontramos actualmente como país: en emergencia.  

Ni la felicidad de la vuelta del capitán Guerrero puede funcionar como anestesia. Él mismo, con sabiduría de guía, ha declarado que la tarea más importante de hoy, y de todos, es ponerle alto a esta situación. Escuchemos al capi. Porque Perú puede haber vuelto al Mundial después de 36 años, pero el panorama para la mujer peruana parece haberse quedado detenido en 1982; seguimos huérfanas de un Estado carente de interés en protegernos. 

El asunto es tan grave que temas de agenda de absoluta vitalidad y urgencia, como la igualdad de derechos o de condiciones laborales, han tenido que ser relegados para enfocar toda nuestra energía, lucha y reclamo en la supervivencia. 

Así es: en el Perú ahora la mujer debe enfocarse en sobrevivir. Porque día a día nos matan y no pasa nada. Porque el capitán está de vuelta, porque el equipo está completo y, sin embargo, esa alegría inmensa y viral pareciera nublar toda lógica.

Las mujeres somos la mitad de la población del país. ¿Sabían?  

La mitad del país y, a pesar de eso, somos prioridad cero para el Gobierno. Después de ver la entrevista a la ministra de la Mujer, Ana María Mendieta, en Cuarto poder hace unos días –donde se limitó a reconocer que el sistema no está funcionando y que se está elaborando un plan inmediato de acciones concretas–, me queda claro que estamos en el total desamparo. 

Somos la mitad de un país que está en el tercer puesto del ránking de violaciones sexuales y feminicidios a nivel mundial, pero que deroga proyectos de ley que buscaban agravar las penas a delitos como el feminicidio. Gracias a nuestro costoso e inútil Congreso.  

Ese es el único ránking en el que deberíamos pensar (aunque Mr. Chip ya publicó que Perú llega a Rusia en el puesto 11 y se mantendrá, así que respiren con calma). 

No, no quiero ser aguafiestas, pero hasta la misma Federación Peruana de Fútbol ha tenido que pronunciarse ante lo evidente: “Enfrentemos el partido que es responsabilidad de todos los peruanos, la violencia de género nos ha enlutado. Enfrentemos el partido de la no violencia contra las mujeres y niñas”. 

Ajá. Todos los peruanos somos responsables: hombres y mujeres debemos exigir y darles a nuestros hijos una educación exenta de cualquier tinte patriarcal y machista. Hombres y mujeres, juntos, debemos nuevamente volver a enfocar nuestras prioridades y exigirle al Gobierno que haga algo. No, algo no, que HAGA. Que comience ya a hacerlo.  

El otro día un taxista decidió bloquearme el paso porque le provocó avanzar y estancarse en el cruce peatonal. Yo, que estaba en luz verde, claramente no podía pasar por encima sin dañar mi integridad, la suya y la de nuestros autos, así que decidí –de la forma más ingenua– preguntarle: “¿Por qué lo haces?”.  

El taxista me respondió: “Ya qué tanto… Espera, nomás, peruana”.  

Ay, caray.

La indignación fue somatizada en un ligero temblor en mis manos porque esa respuesta, esa precisa respuesta es la brutal realidad: tú, mujer peruana, aguanta nomás. 

Pues yo no aguanto, no tolero, no comprendo y no pienso quedarme cruzada a esperar la inoperatividad. Ni un solo día más. Ni un mes ni un año ni 36.

Si ahora el Perú está de vuelta en el radar del mundo y en la boca de todos por la magia del fútbol, pues que todos sepan también que en este país una mujer muere pero un gol vale más (al menos para el Estado). 

Esta columna fue publicada el 09 de junio del 2018 en la edición impresa de la revista Somos.

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