El poeta Dennis Angulo (Casma, 1969) es como un virus: no piensa, pero mortifica. Tras un prolongado silencio que fue celebrado con cierta prudencia por el canon local (se presumía que reaparecería de la peor manera posible), escoge el fin de año para reincidir en su desvarío literario. Fiel a su línea coyuntural el título es una oportunista confesión de parte sometida a los poderes fácticos: Un Poeta en Sarratea.
Ajeno al tono propio de la poesía de valía, Angulo embiste el oficio con una intención ad hominem que, si bien es marca de estilo, discurre ahora entre la difamación y la calumnia.
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El poema inicial fija el contexto de esta temeridad poética, claustrofóbicamente restringida a Breña como un Macondo particular. Más cerca del rap urbano, y próximo al plagio de la canción Chilanga banda de Café Tacuba, este poema presenta una fonética callejera en torno al trío protagonista de los affaires de la calle Sarratea:
Tambalea, Sarratea
Pacheco, López, Castillo
Castillo, Lopez, Pacheco
Que chueca chamba te chutas
De aquí sacamos sencillo
Mientras nos checa el chaleco
Castillo, López, Pacheco
Pacheco, López, Castillo
Mejor me hecho una chela
Pacheco achique bolsillo
y chaufa, safe a Marruecos
Pacheco, López, Castillo
Castillo, Lopez, Pacheco
Tacuchi de puro chifa
El Guido manya su lleca
¡Le queda bien el pitillo!
Diseco, votes, martillo
Cuchillo, lotes, desfleco
Que chusca chamba te chifas
Ay Churchill, chunga la vaina
Pacheco, López, Castillo
La achuntan con la chanfaina
O los chantan en el banquillo.
Luego, en una confesión de parte en lo referido a sus limitaciones verbales, Angulo acomete un género poético adolescente: el acróstico. Es una composición propia de amores escolares cuyas letras al inicio de cada verso suele revelar al destinatario. Si bien Angulo, o su abogado, se cuida de no identificar cabalmente a la susodicha, la falta de grandeza solo logra generar solidaridad hacia la aludida sea quien fuera:
Ondulada musa
S ilueta esbelta, laciado japonés
I nteligencia eterna, terror del buen burgués
G racia verbal que el congreso decora
R isa jovial que a Little Chicken achora
I dola mía, razón del buen querer
D éjame ser tu licencia con goce de haber
Angulo vuelve a Breña en el siguiente poema en metáfora involuntariamente feliz, pues lo hace ingresando por la puerta falsa idiomática. Una vez más obsesionado con lo personal, está vez enfila sus baterías contra una ciudadana cuyo única probanza estriba en la prolija organización de fiestas infantiles. ¿Usted no sabe lo que es la presunción de inocencia, señor Angulo?:
Karelym Ayudín
!Salve, Santa Sarratea!
Pedazo de patria pequeña
Tu vives de tu trabajo
¡y yo creo en Breña, carajo!
Es tras tu puerta oscura
Que lo turbio cambia y vuela
Hayimi lo dice mejor:
Te lo juro por mi abuela
Todo Breña lo susurra:
Un sobrino es asesor,
Un sudado es un sashimi
No toquen al profesor
¡Sarratea es un comedor!
La verdad es una sola
La que manda y ronca al fondo
La que come en plato hondo,
mandamás de la cabriola
¡Máster del negocio redondo!
Es Karelym López Arredondo.
En un gesto cercano al decoro el poemario culmina con una serie de haikus, breves poemas de origen japonés estructurados en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas. Acaso el más logrado por su serenidad pura y dura sea el siguiente:
Asomando el verano, el lagarto contempla el virus con melancolía
Llegó Omicrón
Vizcarra lloriquea
Cállate huevón
La presentación será este Día de los Inocentes en la Pizzeria Zarelle de Breña, a 50 metros del Pasaje Sarratea. Se espera que el presidente llegue caminando mientras saluda a simpatizantes imaginarios. //
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