1. Que existe gran devoción por San Martín de Porres. Si bien se reconoce su nacionalidad peruana, el hecho de que su madre, la mulata Ana Velásquez, fuese panameña hace que se le considere una figura local de gran arraigo, reivindicado siempre como ‘el primer santo afroamericano’. Por cierto, fue la madre quien cuidó y educó a Martín, mientras el padre, el español Juan de Porras, se mantuvo lejos por razones de su oficio (fue gobernador de Ecuador y luego justamente de Panamá), llegando incluso a oponerse a la vocación sacerdotal de su hijo mayor. En Panamá varias localidades, urbanizaciones, aldeas, escuelas y hoteles reciben el nombre de San Martín de Porres, más conocido como ‘Fray Escoba’.
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2. Que después del Canal, el otro elemento publicitario de Ciudad de Panamá lo constituyen sus rascacielos de lujo: torres revestidas con espejos que miran hacia la bahía desde la arrogancia de sus más de 50 pisos. Tres de los edificios más altos de América Latina se encuentran en esa ciudad sin actividad sísmica. El Marriot tiene 72 pisos; la Torre Vitri, 75. El más llamativo, uno apodado El Tornillo debido a las contorsiones de su diseño, alcanza las 52 plantas. Muchos de esos edificios opulentos, sin embargo, poseen varios departamentos vacíos, cuyas luces nunca se encienden en la noche panameña. Ese fenómeno, dicen unos, es producto de las distorsiones provocadas por la burbuja inmobiliaria. Otros sostienen que es culpa de la elevada cifra de residentes temporales en el país. Unos pocos aseguran que detrás hay dinero proveniente del narcotráfico sudamericano, que usa el sector inmobiliario para lavar dinero.
3. Que hay movimientos indígenas empoderados que no descansan en la lucha de sus derechos y son capaces de movilizaciones históricas como la que hace un mes paralizó al país. Conversé con una de sus líderes, Sara Omi, la primera abogada indígena, cuya historia de reivindicación social empezó el día en que vio cómo sus abuelos eran violentamente desplazados del territorio donde vivían porque ahí iba a construirse una hidroeléctrica. “Toda mi cultura quedó bajo el agua”, dice Sara. Ella también trabaja por visibilizar a las mujeres de su comunidad, un desafío mayúsculo en una sociedad mayoritariamente conservadora y decididamente machista como la panameña.
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4. Que en la Batalla de Ayacucho, cientos de panameños enfrentaron a las tropas realistas (el cálculo oficial indica que fueron 1.600). Se les llamó Legionarios de la Libertad y estuvieron comandados por el capitán Tomás Herrera, quien también estuvo presente en Junín. Fue tan decisiva esa participación que al pie del monumento, levantado en la Plaza Herrera, en el precioso casco viejo de Ciudad de Panamá, puede verse una urna con varios puñados de tierra de la Pampa de la Quinua. Desde la época de la independencia, el ejército peruano pasó a convertirse en una referencia para los jóvenes panameños con vocación militar, de ahí que la Escuela Militar de Chorrillos sea el alma máter de muchos de ellos. El general Noriega, el ex dictador, por ejemplo, pasó por esas aulas. Su cuartel general, curiosamente, estaba instalado en el famoso barrio de El Chorrillo.
5. Que el otro General panameño famoso, el cantante, el intérprete de hits noventeros tan, vamos a decir inolvidables, como el explícito ‘Rica y apretadita’, el pegajoso ‘Muévelo’ o el enigmático ‘Tu pum pum’; el que usaba espantosos peinados con formas geométricas y vestía uniformes y galones de mentira; el que ganó decenas de discos de oro y de platino y amasó una fortuna; el niño símbolo de MTV; el padre putativo de Bad Bunny, Daddy Yankee; el ídolo mayor del reggae, calypso y hip-hop en español; ya, ese General, cuyo nombre real es Edgardo Franco, resulta que ahora abomina de su pasado, afirma que todo aquel éxito musical fue “obra de Satán” y a sus 52 años ha consagrado su vida a la palabra de Dios, militando en las filas de los Testigos de Jehová.
6. Que Rubén Blades, el grandísimo Rubén Blades, no es Rubén Blades. Es Rubén Bleids. //
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