Guillermo Castañeda (gris) y Carlos Palma no “se andan con bromas” en su defensa de hacer reír.
Guillermo Castañeda (gris) y Carlos Palma no “se andan con bromas” en su defensa de hacer reír.

Los ejecutivos de Netflix cogieron su llaverito token y le depositaron 40 millones de dólares a Chris Rock por un especial de stand up estrenado el mes pasado por esa plataforma de streaming. Se llama "Tamborine". El agudo comediante afroamericano arrancó, sin anestesia, diciendo esto: “Tengo una pregunta. Uno pensaría que los policías americanos ocasionalmente le podrían disparar a un niño blanco... digo, solo para guardar las apariencias, ¿no? [...] De verdad, quiero vivir en un mundo en el que haya equidad. En el que el número de chicos blancos muertos al mes por la policía sea igual al de los chicos negros. Quiero ver madres blancas llorando en la TV. ‘¡Chad, justicia por Chad! ¡Él solo regresaba a casa de su práctica de raquetbol!’”. El auditorio, mayoritariamente afroamericano, estalla de la risa.

El humor, pues, como válvula de escape de minorías. De mayorías. En cualquier sociedad. 

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"Odiar es pertenecer" es un libro escrito por Rudy y Eliahu Toker, cuya primera edición data del 2003. Este recoge algunos de los chistes más célebres nacidos de la creatividad de prisioneros y prófugos en campos de concentración y guetos judíos en plena Segunda Guerra Mundial (sobre el tema hay más literatura). Dice uno: 

Gueto de Varsovia, 1942. Moishe y Saúl se cuentan chistes para no deprimirse.
–¿Y conoces ese chiste en el que Hitler, Goering y Goebbels se mueren y...?
–No.
–Yo tampoco, pero sería buenísimo, ¿no?

El humor, además, como vital rudimento para la supervivencia.

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Miércoles 21 de marzo del 2018. El presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, renuncia al cargo alegando que se inmola por el país, luego de que sobre él pesaran acusaciones de corrupción e, igualmente, de compra de votos en el Congreso (con dinero de los peruanos) para evitar un proceso de vacancia. No pasan diez minutos de la emisión del mensaje a la nación y san Internet ya está inundado de memes. La presente es la peor crisis política en 18 años y a la gente ya solo le quedar meter vicio en el teléfono o la computadora.  

El humor, finalmente, como boomerang contra la ira, el hastío y la decepción.

No causa gracia
​Las redes sociales en la actualidad, sin embargo, no son siempre afables con la comedia. Humoristas de todo el mundo vienen expresando lo compleja que se ha vuelto la práctica profesional como consecuencia de la extrema susceptibilidad de cierto público hacia sus rutinas o chistes. Jerry Seinfeld, por ejemplo, ha dicho que su mítico show noventero, "Seinfeld", no habría pasado hoy de cinco capítulos debido a la intolerancia que la gente muestra ahora. No es el único. Y no solo pasa en suelo foráneo. 

En nuestro país, el semillero ‘standapero’ más importante es El Club de la Comedia. Guillermo Castañeda y Carlos Palma, dos de sus fundadores, son enfáticos al decir que el gremio padece las mismas tribulaciones en sus presentaciones y plataformas digitales. Por eso han creado la campaña que titula este artículo: #NoMatesElChiste. 

“Cada vez es más difícil hacer comedia hoy. Uno se da cuenta de ello en todos los filtros que vamos poniendo en nuestras rutinas para evitar que un chiste pueda volverse en nuestra contra. Y eso porque hay una hipersensibilidad empoderada por las redes. Es increíble, pero ahora hay que decir ‘es un chiste, por si acaso’ en un show de chistes. O poner el hashtag ‘#sarcasmo’ para que no nos acusen de machistas, mala leche o quién sabe qué”, explica Castañeda.

La campaña, continúa Palma, se yergue sobre videos y publicaciones, con importantes cuotas de humor, claro, que buscan poner el tema sobre el tapete para que la gente no se tome las cosas tan en serio. “Con esto no pretendemos que los comediantes tengamos carta libre de ofender. En el stand up, por ejemplo, existe la regla de no bromear con algo que no eres o que no has experimentado. Eso para evitar que suene a burla. Yo no hablo del catolicismo, porque no soy católico. Pero soy chato y estoy casado, entonces ahí le doy. Si bromeo con eso no estoy siendo agresivo porque me estoy riendo de mí mismo. Y con eso busco que el público haga lo mismo”. 

Guillermo acota: “Uno no puede censurar el humor, menos en tiempos difíciles, ya sean políticos, deportivos y hasta personales. Reír libera, por eso la gente nos busca, porque está cansada de la tragedia del noticiero. Ojo, no es una cuestión de evadir la realidad, sino de sobrellevarla mejor. Si a alguien no le gusta nuestro humor, pues que no vaya al teatro o siga nuestras redes. No por eso hay que menospreciar el trabajo que mucha gente, por otro lado, sí valora”. 

Chumel Torres es un comediante mexicano que coincide y celebra el punto de la campaña de los peruanos. Él conduce el talk show "Chumel con Chumel Torres" por HBO, en el que analiza y opina con sátira sobre la realidad latinoamericana. “Tus compatriotas tienen toda la razón. A mí me pasa mucho... Mientras no insultes a las personas o mandes mensajes de odio, la comedia, desde la ironía o el humor negro, se tiene que dejar ser porque nos ayuda a entender y denunciar lo que pasa. Si te ofendes con eso, pues es problema tuyo. Ni a los políticos se les somete a tantos juicios morales como a los comediantes hoy”, le dice Torres a Somos

Veteranos maestros locales como Fernando Armas cierran filas con esto. Él mismo ha señalado que el humor es catarsis. Este, empero, no debe dejar escapar dos puntos clave: el criterio y el timing. Ese que dice cómo o si es conveniente generar humor en momentos oscuros. De ahí que el 21, a minutos de la salida de PPK, Armas soltara en Twitter, sin problema, una foto suya investido con su última y flamante imitación: la de Martín Chicharra (no Vizcarra, muy parecido, por cierto, a Koky Belaunde del Perú). 

A relajar, entonces. Chillax. Hay que dejar ser. Al final, ese es el chiste. 

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