Un jefe planea una noche con su secretaria. Con el poder que ejerce sobre ella, le pide que se queden solos en la oficina. La secretaria hace caso con temor. El jefe se acerca a la secretaria en el sofá y, cada vez que lo hace, ella se mueve unos centímetros para separarse de él. Esta escena se repite con frecuencia. Esa era la premisa de “El jefecito”, uno de los sketchs cómicos más populares de la televisión peruana de los años 80, algo que cuarenta años después está tipificado como acoso laboral y sería impensable de ser transmitido.
Muchos adultos hombres de hoy han crecido viendo esos referentes en la televisión, acaso los primeros sobre cómo ser hombre. Pero cuatro décadas después, las masculinidades en los medios son las mismas. Hace un par de semanas, el presentador Nicola Porcella comenzó un nuevo programa en Latina denigrando a su coconductora Karina Rivera. “Aquí nadie se ‘gilea’ a Karina más que los gerentes del canal, que nos van a poner la plata”, señaló el joven que se hizo famoso por las agresiones a su ex pareja, también en televisión abierta. La sanción: no se presentó un día a trabajar.
“Es el tipo de hombre que cumple con la masculinidad que mantiene el poder y al que se le justifican los actos hasta de violencia”, comenta la psicóloga especializada en masculinidades Noelia Rodríguez Espartal. El historiador Juan Carlos Callirgos señala que este caso es representativo de una sociedad que cree que el acoso también tiene que ver con una jerarquía entre varones. Para Rodríguez, esto se agrava en épocas del #MeToo, que denuncia que los ejecutivos cineastas y de medios de comunicación ejercían poder sobre las actrices.
Esta semana, otro caso puso en evidencia la diferencia en la percepción de un mismo acto, tener relaciones sexuales en un hotel, desde el lado de la mujer y del hombre. Mientras el involucrado, el futbolista Christopher Olivares, era elogiado con frases como “buena, campeón”, la otra protagonista, la ex policía Jossmery Toledo, era calificada de “fácil”. “Todos campeonamos con alguien”, dijo Percy Olivares, el padre del jugador, avalando los calificativos.
Estos casos no son aislados. En diciembre, la campaña del Ministerio de Justicia #NoDaRisa recogió varios momentos de la televisión que, en código de humor, mostraban actos discriminatorios, sobre todo machistas. “Los medios de comunicación son un aliado vital para hacer entender cómo se violenta a la mujer”, señala el especialista del Ministerio de la Mujer Carlos Macazana.
Rodríguez explica que la repetición de este tipo de masculinidades tóxicas en la televisión normalizan actitudes machistas. “Cuando hablamos de tóxicas no solo nos referimos a los hombres que gritan, pegan o matan. Ha tenido que haber una escalada de acciones machistas y manipulaciones que vemos continuamente en los medios, sin cuestionamientos”, agrega Zuider Zamalloa, activista de la Red Peruana de Masculinidades.
Macazana señala que para muchos adultos no hubo opción de tener otros modelos, pero que hay opción de deconstruir esta forma de ser. “Los hombres vamos formando nuestra identidad masculina en función de creencias que también vemos en los medios, como que debemos ser fuertes, competitivos, no mostrarnos débiles y tener el control. Cuando no se cumple con estos conceptos rígidos, ese hombre es objeto de burla”, añade el especialista.
Zamalloa sostiene que es tarea de los medios de comunicación representar masculinidades sanas. “Tenemos que incentivar masculinidades corresponsables, afectivas, involucradas en el cuidado del hogar, que no tengan que tener la última palabra. Hay que reconocer nuestros privilegios, el poder que tenemos y tratar de no ejercerlo”, cuenta. La respuesta de si existen otras formas de ser hombre, a pesar de lo que nos venda la televisión, es afirmativa. //