Más allá del eterno debate sobre romantizar la lucha contra las desigualdades, prevalece siempre el sentido de la solidaridad. Salir adelante juntos ha sido nuestra fortaleza. Aquí están ellos como ejemplo, en un año marcado por la pandemia originada por el coronavirus.
Abilia Ramos (técnica en enfermería y lideresa vecinal)
Natural de Quiparacra, Pasco, y madre de un niño, Abilia (39) supo que no podía quedarse de brazos cruzados cuando, en marzo de este año, llegó la pandemia a nuestro país y vio lo difícil que era para muchos de sus vecinos de la agrupación Antonio Raimondi, en San Juan de Lurigancho, llevar un plato de comida a casa. “Esta situación nos agarró desprevenidos. Mucha gente se quedó sin trabajo. Para sobrevivir, tuvimos que gestionar los pocos recursos que teníamos en la comunidad”, cuenta. Entonces puso manos a la obra y empezó a tocar puertas para conseguir víveres que le permitieran organizar ollas comunes. Al comienzo fueron pocos los que sumaron a su iniciativa pero nunca desistió: hoy cocina ochenta menús diarios que alimentan a cerca de treinta familias. Su noble labor fue conocida por la Mesa de Seguridad Alimentaria de la Municipalidad Metropolitana de Lima, que recientemente acaba de lanzar la campaña “Ollas contra el hambre”, con Abilia como lideresa del proyecto. El objetivo es que 100 mil personas se puedan beneficiar diariamente. (Jorge Chávez)
*Cualquier ayuda es bienvenida en: https://www.ollascontraelhambre.pe/
Omar Sánchez (sacerdote y director de la Asociación de las Bienaventuranzas)
“Me llamo Aída. Tengo diabetes. Hace poco tiempo se me paralizó todo el cuerpo. No tengo una casa ni dinero. Por favor, ayúdenme. También tengo principios de esquizofrenia, presión alta. No cuento con nada ni con nadie. Padrecito Omar, recíbame, por favor”. Un papel arrancado de un cuaderno rayado mostraba este mensaje cuando se halló hace pocos días a la anciana de 78 años fuera del local de la Asociación de las Bienaventuranzas, en Villa María del Triunfo. La habían abandonado en la madrugada. Desafortunadamente, ella no es la primera persona que ha sido desamparada ahí. La obra, dirigida hace 13 años por el padre Omar Sánchez, viene acogiendo a bebes, niños, adultos mayores, enfermos y adictos a los que la sociedad cruelmente descarta. Hoy son cerca de 300. En este año pandémico, no obstante, el sacerdote extendió la ayuda fuera del hogar. Así, estuvo apoyando a comunidades de ese distrito y de otros. Organizó el programa Ollas SOS y hasta instaló una planta de oxígeno. Han sido centenares los enfermos de COVID-19 y las familias desempleadas que se han visto beneficiadas. Ahora mismo están recolectando fondos para construir una panadería que dé trabajos a jóvenes de la zona. “Cuando me preguntan cuándo voy a dejar de recibir gente en las Bienaventuranzas digo que nunca. ¿Imaginas a la Madre Teresa diciéndole a alguien que no? ¿A San Francisco, a San Vicente? Con la ayuda de todos siempre se va a poder hacer algo por quien lo necesita. Eso sin duda”. (Gabriela Machuca)
*Hay muchas formas de colaborar con la obra del padre Omar. Busque cómo en la cuenta de Facebook de la asociación.
Rubí Guerra (Comunicadora y emprendedora)
Quienes hemos dedicado horas al sudoroso oficio de ser un muñeco de peluche –un pollo, un león, un burrito sabanero– sabemos que de allí se sale más valiente. Que de allí se regresa sin vergüenzas. Ya luego nada te da palta. Rubí Guerra Huisa, 17 años, un poco artista, un poco comunicadora, un poco guerrera, lo sabe. Se lo dijeron decenas de reporteros cuando un cameo en TV la hizo popular en los días de abril en pandemia. Su sencilla estrategia de marketing, vestirse ella misma de palta para vender más en AsMarket, su negocio de paltas en el Gran Mercado Mayorista, es una de esas postales de resistencia en este 2020 cruel, que cerró negocios, provocó despedidas silenciosas y nos dejó, literalmente, sin respiración. En ese Perú que estaba mudo ante el dolor, el jingle de la Palta Emocionada fue canción: “Lléveme, casera. Hágame ensalada”.
Tendencia en redes sociales por semanas, Rubí Guerra fue una de esas espontáneas muestras que recoge la TV sobre la creatividad, la valentía peruana para no dejarse vencer. Convertimos la humedad del rocío en agua para riego, hacemos bicicletas de bambú (y un app para llevarlos por rutas seguras) y hace poco, para fortalecer el sistema inmune contra la pandemia, se hizo célebre en Arequipa el embutido de cuy. Rubí Guerra le dio vida a la palta, milenario alimento que ya se comía en Caral, Lima, Perú. La palta que nunca jamás tuvo vergüenza. (Miguel Villegas)
*Búscala en: La Paltita Emocionada Oficial en Facebook.
Diana Fernández (médico intensivista en la primera línea de batalla contra el COVID-19)
“Acabo de entubar a un padre de familia de 42 años. Segundos antes me dijo que casi no podía hablar, que le faltaba el aire. ‘Sálveme, por favor, tengo hijos’ fue lo último que le escuché”. Ella lo cogió de las manos muy fuerte y le respondió: ‘Señor, confíe en Dios. Yo soy su instrumento y aquí haremos todo por ayudarlo. Seguro volverá a ver a su familia’”. Mientras la enfermera lo iba sedando, él se quedó dormido con lágrimas en los ojos. “Esas cosas quedan impregnadas en el alma... pero qué alegría da cuando muchos despiertan”, narra con la voz entrecortada Diana Fernández (36), intensivista de la clínica San Felipe, quien desde el inicio de la pandemia solo paró de batallar en la primera línea contra el COVID-19 cuando ella misma se contagió, en junio. Lo mismo le pasó a su esposo. Ambos estuvieron asustados y enfermos en casa. No pasó ni un día que estuvo de alta y volvió al ruedo. Diana es todos los médicos peruanos que se han entregado este 2020 como nunca a la vocación de salvar vidas. Eso a punta de descansos de un día a la semana por meses; de no ver a sus familiares para protegerlos; y de exponerse continuamente a una trágica emergencia que está lejos de culminar. “La Nochebuena la pasaré trabajando, tengo guardia. Y lo haré contenta. Cuando entro a la UCI solo existe eso. No hay nada más en el mundo. Solo existen quienes están allí”. (Gabriela Machuca)
Alexander Rivera (odontólogo, administrador y voluntario para la vacuna)
Alexander mantuvo en secreto que sería uno de los primeros peruanos en recibir la vacuna que –se espera– podría curar el COVID-19, hasta que apareció en las páginas de Somos. Ocurrió en setiembre, siete meses después de que postulara como voluntario a la convocatoria del Minsa para la administración de las primeras dosis. “No tengo familia, puedo apoyar y, gracias a Dios, se dio la oportunidad. Hoy me siento tranquilo y contento de ser parte de un ensayo que va a contribuir a la salud no solamente nacional, sino mundial”, nos cuenta a puertas de terminar el 2020. Rivera recibió la vacuna Sinopharm (China) y ahora solo queda esperar, mientras continúa con los controles protocolares. En ningún momento sintió miedo, confiesa. Su deseo desde el comienzo fue colaborar, incluso cuando no se sabía mucho sobre la enfermedad ni sus posibles curas. “Confíen, no se rindan”, es su mensaje. La esperanza debe prevalecer. (Nora Sugobono)
Luis Alberto Barsallo (Administrador de Criogás SAC)
Por su desprendida labor en la pandemia, la prensa le puso a Luis Alberto Barsallo (58) –un ex enfermero naval devenido en administrador de una distribuidora de gas– el sobrenombre de “el ángel del oxígeno”. Como él, hubo otros pocos en Lima y en el país que se ganaron el apelativo por no subir el precio de los balones de oxígeno medicinal, allí cuando otros especulaban con ese elemento tan necesario para tratar a los enfermos de COVID-19. Luis Alberto pedía 15 soles por metro cúbico, mientras que en el mercado negro se cotizaba hasta en 100 soles. “En la pandemia llegamos a vender entre 200 y 250 balones. Hoy solo 15 o 20 y es una situación que, honestamente, nos reconforta”, asegura Luis, cuya hermana, la fundadora de la empresa, falleció como contagiada por el virus. “En esos momentos no podíamos ver ganancias, sino solo la parte humana. Lo más duro de esa época fue ver a 200 personas haciendo cola en nuestra puerta. Espero que no se repita nunca”. (Óscar García)
Patricia García (doctora, investigadora y exministra de Salud)
Patricia García no volvería a la política. No ahora. Su labor actual está concentrada en el campo del desarrollo de la ciencia. Urge mejorar la comunicación, continuar enseñando y promover la participación de más mujeres en este campo, insiste. También ver qué políticas se deben promover: a lo largo del 2020 muchas decisiones se tomaron sin basarse en la evidencia. “El Estado necesita invertir en ciencia y tecnología. Esta no es la primera pandemia ni va a ser la última”, sostiene. García es enfática: es importante que haya más oportunidades de financiamiento y que se cambien las regulaciones nacionales para mayor desarrollo de investigaciones de salud pública. Si algo nos tiene que haber enseñado el 2020, es que la salud debe verse como una inversión y no como un gasto. “Necesitamos una reingeniería del sistema, que sea resiliente, capaz de soportar todos los retos que vendrán en los próximos años. Y que brinde acceso a salud y tecnología para todos”. La ciencia es, en todo nivel, el futuro. (Nora Sugobono)
Moisés Piscoya (intérprete para personas con discapacidad auditiva)
Lo conocimos por zapping, cuando era un día el ‘presidente’; otro día, el ‘premier’; otro día, la ministra de Salud. Decimos ‘era’, porque Moisés Piscoya Arteaga tenía la misión de interpretar desde TV Perú las noticias y discursos, buenos y pésimos, a través de señas, ese lenguaje universal que acerca e incluye a las personas con discapacidad auditiva. Su rostro, como el de Federico o Verónica, se hizo parte del desayuno peruano: en una esquina del televisor, vestido casi siempre de negro y la sonrisa inmensa que decora su barba de tres días, Moisés Piscoya fue el joven intérprete que anunció la pandemia, felicitó por el Día del Padre, abrazó por el domingo de la madre y cantó el himno por 28 de julio de la misma emocionante forma en que 582 mil peruanos con limitaciones auditivas, según el INEI, cantan a su país. Encantan.
Ese muchacho es uno de los peruanos del Bicentenario.
Estudió ocho ciclos de Contabilidad, pues quería ser como su padre. Luego Administración, pero no se hallaba. Hasta que vio en Mónica, su hermana – convertida en su madre desde que perdió a la suya, cuando tenía dos años–, una inspiración. Así, estudió la carrera profesional de intérprete, labor que cumple desde el 2002. Tiene una cuenta de Facebook donde reivindica el lenguaje de señas, da charlas virtuales gratuitas por Zoom y acaso lo más importante, su silencio es música.
Moisés Piscoya es la prueba de que también se puede hablar con el corazón. Pon mute y míralo: lo único que vas a escuchar son tus latidos. (Miguel Villegas)
Elmer Huerta (médico y comunicador)
En el peor momento de la pandemia, cuando el ciudadano común naufragaba en mares de desinformación y de noticias falsas que llegaban por WhatsApp, la voz del Dr. Elmer Huerta fue un oasis de serenidad y de información responsable. Además de sus programas en CNN, RPP y América TV, el reconocido oncólogo ancashino afincado en Estados Unidos llegó a ofrecer hasta siete entrevistas diarias a diversos medios del mundo, como le confesó a Somosen mayo de este año. Su casa misma la tuvo que convertir en un pequeño set de televisión, desde el que atendía a través de videollamadas. Huerta, que cuenta con una maestría en Salud Pública en Epidemiología, supo hablarle al público con palabras sencillas sobre los misterios invisibles de la virología, así como los consejos más prácticos para cuidar la salud en tiempos tan complejos. (Óscar García)
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