Como egresado de la carrera de Marketing, Edu Camacho siempre quiso ser dueño de una empresa innovadora. Fue director de una agencia de modelos, pero la dejó por una idea que le daba vueltas a la cabeza como un cupido zumbador. Había observado que el acto de la pedida de mano, a pesar de ser muy importante en nuestra cultura, no contactaba con una empresa que brindara toda la asistencia requerida. Una empresa que organizara la petición de boda en medio de un marco colorido y que se convirtiera en cómplice del pretendiente.
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