Se podría decir que es emprendedora de profesión. Siempre supo, desde que era una adolescente, que lo suyo sería apostar por algo propio. Pero claro, tampoco es que de un día para otro decidió hacer un negocio. Primero estudió una carrera, trabajó en algunas empresas y luego empezó la aventura que significa crear una empresa. Después de cuatro intentos que nada tenían que ver con gastronomía, nació La Fina Endorfina.
“Tus brownies son buenazos, véndelos. Eso me decían todos mis amigos. Yo los preparaba para llevar a reuniones, cumpleaños o invitar en mi casa. Tenía una receta casera, no era difícil hacerlos y a todos les gustaban”, cuenta Gabriella Zazzali, dueña de la chocolatería que tiene 70 mil seguidores en Facebook y casi 20 mil en Instagram.
Tanto le insistieron que lo hizo. Tenía claro que ingresaba a un mundo difícil: brownies venden en todos lados, hasta en la bodega de la esquina. ¿Cómo hacer que este postre tan común sea la estrella de una marca nueva? No hizo un estudio de mercado, mucho menos encuestas. Gabriella simplemente dejó fluir su creatividad.
“Todo se dio en una semana que me inspiré. Se me ocurrió combinar los brownies con fudge. De alguna forma siempre los asocié y me parecía un buen diferencial. Busqué nuevos envases [de vidrio] que en ese momento no eran tan usados, luego una amiga me ayudó a crear el logo, abrí una cuenta de Facebook, publiqué una foto y en los primeros 15 días ya había vendido 100 ‘packs’”, revela la emprendedora.
El nombre también surgió de una lluvia de ideas que hizo en su mente antes de acostarse una noche cualquiera. La endorfina produce felicidad, pensó. El chocolate, también.
“Al mismo tiempo buscaba que se viva una experiencia. El hecho de abrir el frasco de los brownies por un lado, y por otro, el de fudge, y utilizar una cuchara para combinar ambos productos, me parecía nuevo. Y pegó”, asegura Zazzali, quien hace poco cerró contrato de exclusividad con Rappi. Los postres de La Fina Endorfina se pueden pedir desde la app de deliverys o directamente con los contactos y/o redes sociales (también WhatsApp) de la marca. No se encuentra en otro lado.
Todos los productos son elaborados a mano, de manera artesanal. Desde mayo cuenta con un taller más grande en Lince que le ha permitido diversificar su propuesta. Eso sí, todo siempre con brownie y fudge. Hoy, además del ‘pack endorfino’ que aparece en la foto principal de esta nota, ofrece alfabrownies, tortas personales, postrecitos (brownie, fudge y frutas), pizzas dulces y hasta helados.
“No soy fanática del chocolate, me gusta, pero la verdad no soy muy dulcera. Prefiero las comidas saladas. Por eso en un momento no veía mucho futuro a esta idea. Pero ya han pasado cinco años y siento que me voy a dedicar a esto toda mi vida”, dice la dueña de 34 años.
Antes de dejar el taller, lugar donde hicimos la entrevista, llegaron los viniles que van a decorar el interior de la cocina y también el cuarto donde se ubica la oficina de Gabriella. Esta aventura recién empieza.
LA FINA ENDORFINA
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