En redes sociales abundan las influencers que se declaran una especie de defensoras –o impulsadoras– de la maternidad de verdad. Me causa un poco de gracia porque, sinceramente, no entiendo quién sería una madre de mentira.
Yo soy pro de decir las cosas como son. Y aprovecho esta columna para hacerlo y siempre lo publico: la maternidad es dura. Pero lo que no me gusta es este exceso de negatividad, estas ganas de quitarle el humor el asunto, de censurar la felicidad.
Así como tenemos el derecho de quejarnos, de decir que estamos cansadas, o que estamos a punto de tirar a uno de nuestros hijos por la ventana, también tenemos el derecho de decir que andamos bien. También tenemos el derecho de decir –por dar un ejemplo– que dormir con tu hijo en la misma cama es una delicia. ¿Hay noches terribles porque casi te revienta la nariz de una patada en plena madrugada? Obvio. ¿Hay mañanas que amaneces con la sensación de estar desvertebrada porque la niña de casi 15 kilos solo quiso dormir encima? ¡Evidentemente!
Pero, decir que me gusta dormir con mi hija, ¿me hace una mentirosa? Ser mamá es tener dos caras todo el tiempo; es parecer una loca que no sabe lo que quiere: quiere que el niño duerma, pero si duerme mucho tiempo lo va a mirar preocupada. Quiere un tiempo libre y cuando lo tiene regresa corriendo a casa.
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Quiere destetar, pero cuando la niña no pide teta se le salen las lágrimas. Quiere dedicarse todo el día a su hijo, pero reniega cuando no puede trabajar tranquila. Y así, la lista es larga. Ser mamá, en mi humilde opinión, es querer todo y a la vez querer una sola cosa: que tus hijos sean felices.
Así, ser mamá es un colapso emocional en todos sus sentidos: puedes estar tan deprimida, como extasiada. Puedes sentirte culpable una semana entera porque levantaste un poco la voz o te puede valer un pepino un berrinche y dejas que se vaya solo.
Ser una mamá real, una mamá de verdad, es vivir con ambos lados de la moneda como si solo fuese uno; es una mezcolanza de tantas cosas que ni nosotras (las madres) podemos explicar muy bien. Y eso está bien ¿no? Somos las que somos y estamos como estamos.
En este texto no tengo ningún un consejo práctico, ni ocurrencia por compartir. Esta vez me he robado el espacio para recordarte que es normal que tu mente experimente tantas cosas al mismo tiempo y que eso es ser real: cansada y activa; negativa y positiva; arriba y abajo; divertida y no tanto. Y dentro de todo eso es lo más bonito: eres una nueva versión más completa.
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