El 24 de julio, en la FIL, Mario Michelena presentará Uno nunca sabe por qué grita la gente, un libro con cuatro cuentos largos. Desde setiembre, entre tanto, será el traductor en el juicio contra el narco Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán (foto a la izquierda).
El 24 de julio, en la FIL, Mario Michelena presentará Uno nunca sabe por qué grita la gente, un libro con cuatro cuentos largos. Desde setiembre, entre tanto, será el traductor en el juicio contra el narco Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán (foto a la izquierda).
Ana Núñez

Ningún personaje detenido parece amenazante. Eso es algo que, tras trece años como intérprete judicial en Estados Unidos, el escritor peruano Mario Michelena tiene claro. Ninguno, dice. Aun si ese personaje es el capo del más grande cartel mexicano, el de Sinaloa. Aun si además se trata de un criminal procesado por 17 delitos, incluido un sinnúmero de asesinatos. Aun si estamos hablando de Joaquín Guzmán Loera, más conocido en el mundo de lo ilegal y lo prohibido como ‘El Chapo’.  

“A ‘El Chapo’ Guzmán lo he visto cuatro o cinco veces durante las audiencias preliminares al juicio. Yo tengo que traducirle todo lo que ahí se dice y él siempre me agradece cuando la audiencia termina. ‘El Chapo’ es un personaje bajito y de edad un poco indefinida, porque no tiene canas. Como tiene un régimen carcelario más parecido a Guantánamo que a una prisión común, cuando lo sacan a audiencia tiene cara de loco, de aterrorizado. Es como si lo sacaran de la oscuridad a la luz por un momento”, cuenta Michelena desde Nueva York. 

“A ‘El Chapo’ Guzmán lo he visto cuatro o cinco veces durante las audiencias preliminares al juicio. Yo tengo que traducirle todo lo que ahí se dice y él siempre me agradece cuando la audiencia termina. ‘El Chapo’ es un personaje bajito y de edad un poco indefinida, porque no tiene canas. Como tiene un régimen carcelario más parecido a Guantánamo que a una prisión común, cuando lo sacan a audiencia tiene cara de loco, de aterrorizado. Es como si lo sacaran de la oscuridad a la luz por un momento”, cuenta Michelena desde Nueva York. 

Aunque al interior de los tribunales norteamericanos está prohibido tomar fotografías, sí existen dibujantes encargados de dejar un registro gráfico de las audiencias. En algunos de esos dibujos aparece Michelena junto a ‘El Chapo’, mientras le traduce, casi al oído (según el dibujo en pastel), las ocurrencias de la audiencia.  

Desde su encarcelamiento en la prisión de máxima seguridad de Manhattan, en enero del 2017, el capo mexicano ha acudido en unas ocho ocasiones al tribunal. En cada una de ellas, el tráfico en el puente de Brooklyn se tuvo que cortar en el sentido de la comitiva, tanto a la ida como a la vuelta. Esta escolta está integrada por una decena de vehículos blindados de varias agencias de seguridad, un helicóptero y una ambulancia. 

Esta será una escena prácticamente diaria a partir de setiembre y, de acuerdo con lo que ha adelantado el juez Brian Cogan, el juicio duraría cuatro meses. El escritor peruano dice que imagina que para él serán tres o cuatro horas diarias de traducción simultánea.  

Traductor y escritor
Mario Michelena llegó a Nueva York a fines de los 90 para estudiar Literatura Hispánica en la NYU. Antes, el joven peruano había estudiado Literatura en la Universidad Católica y luego Literatura Comparada en University of Southern California. Pero en el 2003 abandonó los estudios porque decidió que no quería hacer una carrera académica.

En medio de mil nuevas inquietudes, fue su asesora de tesis quien le comentó sobre una prima que era intérprete para la ONU y que anteriormente había sido traductora judicial.  

El escritor peruano dominaba el inglés, así que comenzó a prepararse para ser intérprete judicial con autolibros. Durante ocho o nueve meses practicó la traducción simultánea de cintas en inglés, que cada vez iban a una velocidad mayor. Hasta que se sintió preparado y fue a dar el examen. Quedó.  

Trabajar en una corte puede sonar como manjar de dioses para la materia prima de un escritor, pero Michelena dice que si bien es un trabajo interesante, ir cada uno de tus días al tribunal también es muy duro, porque te enfrenta a las miserias y conflictos de la gente.  

“Es muy doloroso. Es un sitio donde todo está mal, donde siempre hay crisis. Puede ser muy fructífero para un escritor, si quieres, porque te acerca a tu capacidad de ser impresionable. Pero, básicamente, todos los días veo a gente que ha destruido su vida, que va a pasar diez años presa, que va a perder a sus hijos o a su mujer por una serie de decisiones y, quizá hasta cierto punto, por mala suerte”, dice. 

Mario Michelena es traductor de 8:30 de la mañana a 5 de la tarde, pero es escritor a tiempo completo. Cuenta que trata de sacarle tiempo a su trabajo regular para tratar de pensar, para tratar de escribir. De hecho, el 24 de julio a las 6 de la tarde, en el auditorio Abraham Valdelomar de la Feria Internacional del Libro, presentará su segunda obra, un conjunto de cuatro cuentos largos en los que toca solo de refilón el ambiente judicial.  

“No son cuentos sobre delincuentes, precisamente por tratar de desmarcarme, por un lado, del dramatismo tan estridente y en carne viva de las cosas que se ven en los tribunales y, por otro lado, porque es interesante poder encontrar lo cautivante y lo conmovedor en situaciones en las que el tono es menos brutal”, explica. 

Michelena dice que como traductor judicial ha visto tantas cosas increíbles que si transcribiera todas esas anécdotas podría publicar libros sumamente entretenidos, pero estos no tendrían el componente personal que uno quiere darles. “Los grandes traficantes son personajes interesantes, pero es muy difícil acercarse a ellos de una manera más intima, imaginarlos como personas, con toda la complejidad de sentimientos que uno querría darles. Daría para lo que yo vería como literatura superficial, en algún sentido”, concluye. Quizá su cercanía a ‘El Chapo’ en los próximos meses lo haga cambiar de parecer. 

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