Nacido en el Callao el 24 de marzo de 1924, Óscar Avilés hubiera cumplido 96 años.(Foto: USI)
Nacido en el Callao el 24 de marzo de 1924, Óscar Avilés hubiera cumplido 96 años.(Foto: USI)
Julio Pérez Luna

Sabemos quién es : “la primera guitarra del Perú”, símbolo de nuestra música, de jarana y criollismo. Nació en el Callao el 24 de marzo de 1924 y murió a los 90 años, el 5 de abril del 2014. Pero tal vez no tengamos del todo claro que sin él, la música criolla peruana tal y como la conocemos -y cuyas canciones más populares hoy cantamos por ventanas y balcones, en encerrona obligada por el estado de emergencia- no existiría. “Si no fuera por Avilés, el vals hubiera muerto de tundete”, sostenía Chabuca Granda, con quien don Óscar formó un dúo incomparable durante los años 60 – sí, la guitarra del “Bello durmiente” que nos derramó lágrimas en la inauguración de los Juegos Panamericanos de Lima era de Avilés-.

Granda tenía razón: Avilés -prácticamente desde su aparición musical y sin ser mayor de edad (cerca de 1940)- incorporó innovaciones técnicas y armónicas en el repertorio costeño peruano, enriqueciendo las sensaciones en los escuchas. Sus pausas y la forma en que hacía vibrar las cuerdas de la guitarra se convirtieron en su marca registrada. Además, como arreglista, compuso innovadoras melodías que hacían de introducciones o codas de las canciones, ya sean valses, marineras o polkas. Un ejemplo fundamental es su ejecución de “Cuando llora mi guitarra” con los históricos Los Morochucos -conjunto del que formó parte entre 1947 y 1962-.

Parte de la colección del autor de esta columna, que muestra la prolongada carrera fonográfica de Avilés: con Chabuca Granda, Alicia Maguiña, Arturo “Zambo” Cavero, Los Morochucos, Fiesta Criolla y también como solista. (Foto: Julio Pérez Luna)
Parte de la colección del autor de esta columna, que muestra la prolongada carrera fonográfica de Avilés: con Chabuca Granda, Alicia Maguiña, Arturo “Zambo” Cavero, Los Morochucos, Fiesta Criolla y también como solista. (Foto: Julio Pérez Luna)

No obstante, su legado va más allá de haberse convertido en el ejemplo a seguir de los guitarristas criollos que le continuaron. Avilés no solo fue un innovador y adelantado a su tiempo en el toque de la guitarra; también es admirable su labor de productor -desde 1961 fue director artístico de la discográfica Iempsa, participando en decenas de discos- y la forma en la que adaptaba su toque y sonido -sin perder su esencia- a favor del conjunto. Si en Los Morochucos le puso cuerdas de nylon a su guitarra -otra innovación que perdura hasta hoy- para acompañar las dulces voces de Alejandro Cortés y Augusto Ego Aguirre; cuando fundó el conjunto Fiesta Criolla adoptó una sonoridad más potente y juguetona para armar la jarana con Pancho Jiménez, Humberto Cervantes, Pedrito Torres y Arístides Ramírez. Después, con Chabuca Granda, creó un hermoso diálogo entre guitarra y voz que hasta hoy sigue maravillando a miles de melómanos en el mundo.

Algo similar creó con varios intérpretes más, entre los que destacan Jesús Vásquez, Alicia Maguiña y, por supuesto, su más grande compañero: Arturo “Zambo” Cavero. Un Avilés ya mítico y cuarentón vio en el joven percusionista a una próxima estrella del canto y desde principios de los 70 grabó con Cavero una decena de discos y éxitos que ahora forman parte de lo mejor y más representativo de nuestra historia musical: “Cada domingo a las 12”, “Rebeca”, “Cariño bonito”, “El chacombo”, “Y se llama… Perú”, “Mueve tu cu-cú”, “Contigo Perú” y muchos más.

A sus cuarenta, Avilés se unió con Arturo Cavero para crear más canciones legendarias. (Foto: Archivo El Comercio)
A sus cuarenta, Avilés se unió con Arturo Cavero para crear más canciones legendarias. (Foto: Archivo El Comercio)
/ EL COMERCIO

Solo, Avilés también editó grandes discos de distintos formatos musicales, colocando su característica voz -alta y juguetona, heredada de los grandes cantores de jarana que observó de joven- en el vinilo. De esas grabaciones solistas y no tan difundidas, , para que celebremos lo que sería su cumpleaños 96 en casa. Se trata del álbum “Solo Avilés” de 1971. (Anotación para los melómanos: el disco original termina en la canción Rosa Elvira).

Luego de este breve repaso por el legado de “La primera guitarra del Perú”, un artista único e innovador que convirtió en oro casi todo lo que tocó hasta su muerte, tras nueve décadas de intensa vida; solo nos queda seguir disfrutando de su música. ¡Que esta noche se arme una jarana en encerrona!

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