El 2020 sería el año en el que Salim Vera hubiera podido tener un proceso creativo como le gusta con Coral, un proyecto musical con el que viene trabajando desde el año pasado. Habría podido grabar sus videos promocionales con normalidad. Acompañado, tal vez, con algunos conciertos en eventos de la capital. En lo que respecta a Libido, habría lanzado un nuevo EP junto a Jeffry Fischman, baterista original de la agrupación nacional. Todo eso, claro, cambió con la llegada del coronavirus. “Paralizó todos los planes. Creó mucha frustración, pena. Me proyecté a que [la situación] iba a durar todo el año”, comenta el músico, al otro lado de la pantalla, desde su casa en Miraflores. Rememorar aquellos pasajes lo afecta. El cantante de 50 años, que nos atiende desde su terraza, no deja que eso lo afecte y se enfoca en lo que viene, además de disfrutar del buen clima que acompaña esta plática.
“Me junté remotamente con mis amigos [de Coral] que están dentro de este proyecto. Comenzamos a trabajar la música con las maquetas que habíamos creado antes de la cuarentena. Le dimos forma a algunas de las canciones, tanto así que estamos trabajando el video para una canción. El 15 de agosto es una fecha bastante buena como para lanzar algo bueno: un video del single”. La cuarentena le ha servido para seguir con su pasión: la música. Cuenta también que ha tenido un problema en las vértebras de la columna. “Ya estoy atendiéndome”, dice a continuación, como para evitar preocupaciones de sus seguidores. Durante estos meses, se deprimió. “Hay dos decisiones que tomar: o te deprimes completamente o empiezas a reinventarte”.
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-Mucho se habla de la reinversión en estos días. Sin embargo, el arte -como la vida misma- siempre está cambiando, evolucionando. ¿Es válido decir que al artista le toca reinvertarse?
Es válido. La reinversión no es para todos. Hay algunos artistas que se quedan con una sola etiqueta. En lo personal, tengo varias etiquetas musicales y lo demuestro también a la hora de vestir o de buscar lo visual tanto en persona como en la banda. No le temo a la reinversión. Es innato para mí. Me siento halagado por ese pensamiento y me dejo llevar. Parece que está dando buenos resultados caminar por la reinversión. Está excelente esa palabra. El significado es muy positivo. Estoy en mi casa encerrado, qué podría hacer de diferente… Pintar, tal vez. Pero mi pasión es la música.
-Y cómo reinvertarse sin dejar de ser uno mismo
Uno siempre es uno mismo. No puedes convertirte en Juan o Pedro. En mi caso, siempre voy a ser Salim. Como artista puedo ser camaleónico. Tengo la capacidad para tener varios papeles. Al final, un músico es como un actor de película. Se transforma, es histriónico. A menos que siga una sola línea. Me conozco lo suficiente como para saber que puedo estar en varios papeles musicales.
-En un contexto tan complicado como el actual, en donde es inevitable no pronunciarse, ¿qué rol debe asumir el artista? ¿Un artista puede ser activista?
Lo peor es quedarse callado. Cuando hay un evento que tiene una naturaleza bastante social y sólida, que afecta la consciencia, no me callo la boca. Digo lo que pienso, con ajos y cebollas a veces. Esa es mi personalidad. No le temo a las críticas ni lo que piensen de mí. En definitiva, creo que tenga razón. Quizá puedo tener gente que esté en contra de mí. No he venido a este planeta para gustarles a todos. Pero no voy a dejar de ser yo mismo. Puede ser como una especie de artista activista, aunque yo no soy tan activista. Digo algunas cosas sobre temas sociales fuertes como el caso de la muerte George Floyd, en Estados Unidos, y que todos aquí se pusieron a rendirle veneración a un hecho completamente aislado a nosotros. Cuando aquí es el doble o peor de lo que pasa allá y yo dije “hey, qué doble cara”. Esta hipocresía afecta a la sociedad. Cuándo vamos a fijarnos en nuestros propios problemas. Deberíamos centrar la mirada en solucionar los problemas que tiene Perú como país.
-Uno de tus comentarios fue que se daba prioridad a otras lides como el fútbol. Hace unos días, Fernando Zevallos, fundador de La Tarumba, me decía que como el arte siempre ha sido la última rueda del coche, el Estado no se ha propuesto plantear protocolos para que ustedes también regresen a trabajar. ¿Estás de acuerdo con lo que postula?
Te la pongo en fácil: No podemos tocar masivamente, ante ningún público, hasta fin de año. Veremos qué pasa en los primeros meses del próximo año. Ya está completamente castigada la industria musical. Parece que no solo la palabra reinvención está de moda, sino también el streaming. Tenemos que aceptar que todo el año va a ser así. Un amigo músico escribió en su Facebook: tengo miedo de que el streaming se vuelva una costumbre. Es mejor no tener miedo, vas a tener que acostumbrarte a ello. Hay un sector que está trabajando para que puedas reunirte con tu banda. Claro, todo con protocolo, pruebas, etc. Grabas tu concierto completo y haces tu streaming. Cuando [Fernando] dice que el arte es la última rueda del coche… al menos, la música en el Perú siempre ha sido la última rueda del coche. En esto tenemos la culpa todos, incluyendo los músicos.
-¿Por qué los músicos?
Porque el Gobierno no se interesa. Los medios de comunicación tampoco. Los músicos igual porque no hay gremios, no hay sindicatos. Los músicos también vivimos como islas. No tenemos esta identificación como gremio. Todo eso genera que el arte sea la última rueda del coche. Al menos en el teatro, creo, hay mucha más organización y se le da un poco más de credibilidad cultural. Pero el Ministerio de Cultura ha soltado varios concursos de financiamiento para ayudar al sector musical. Toca aplicar para poder seguir con los proyectos, grabar videos, producir discos y no quedarte en la nada. Es importante que entendamos que este año vamos a estar así. No nos queda otra que seguir acatando. Vemos las cifras de aumento de infectados. Que nosotros no lo estemos, no significa que no seamos una fuente de infección.
-¿Crees que el streaming, más adelante, podría afectar la experiencia en vivo de, por ejemplo, un concierto?
Para mí, no va a afectar en nada. Los músicos podemos salir de esa experiencia. El 2020 será un año lleno de experiencias, que recordaremos toda la vida. Cuando volvamos a subir a un escenario, con público, vamos a hacer lo mismo del streaming. Va a ser una bomba. Lo virtual no quita que puedas desplegar todo tu histrionismo a la hora de cantar o bailar. No sabemos cuándo va a estar la vacuna. Muchísimas personas estamos esperándola para poder respirar y continuar nuestras labores de vida.
-Según he visto en tus redes, estás continuando el proyecto con Coral. ¿Cómo definirías su música en tres palabras y por qué?
Recién estoy conociendo esta banda (risas). Incluso recién estoy conociendo al nuevo Salim Vera, que está formándose. Si podemos hablar de etiquetas musicales, hay una que siempre me ha encantado: el pop punk. Lo vengo escuchando desde el año 95. El reggae me encanta muchísimo. Hace un año, estuve navegando por YouTube y me encontré con una banda que se llama Los Pasteles Verdes. Chimbotanos. Hace 50 años se fueron a México y tuvieron mucho éxito internacional. Cómo es que ellos transmiten esas sensaciones con esa música. Dije “yo quisiera tener en el 2020 una banda que tenga esa transmisión de sensaciones que tienen ellos conmigo”. Fue una de las referencias para crear Coral. Tuve la suerte de encontrar a Ben Geiser, es un músico suizo-peruano. A Alberto Fernández, músico visual supertalentoso, ya lo conocía. Estoy haciendo algunas cubiertas de música de los 70 y, por primera, vez reggae. Considerando que no soy un rockero netamente, no soy un rockero purista…
-Está bueno no ser purista
El que quiera ser purista, que lo sea. Yo no lo soy. Considero que tengo gusto por varias vertientes musicales. Con Coral, le voy a dar esa forma. Además la música electrónica está muy presente en estos momentos de mi vida y Coral no está escapando de esta idea.
-En esta cuarentena hay quienes les ha entrado la nostalgia. ¿Extrañas algo del antiguo Libido? Volver al origen musical tal vez…
No, no me ha pasado eso. Fue una bonita experiencia, pero no regresaría musicalmente, ni como banda. Solo sería para un reencuentro para satisfacer a los seguidores. Después de eso, continuaría con mis proyectos personales. No tiene relevancia volver a formar ese Libido de 20 años. Me ha enseñado a ser lo que soy en la actualidad, pero esa forma musical que creamos está ahí, en ese momento. No pertenece a mis referencias actuales. Cuando hago música no recurro a esas fórmulas porque no forman parte de mí. Tendría que volver al grunge, britpop y rock de esa época. Nirvana, Guns n’ Roses ya no son referencias para mí. Los dejé de escuchar hace décadas. Hay mucha gente que quiere a ese Libido de ese momento y yo me vuelvo loco con eso. Cómo es posible que se quiera ese Libido sin pensar lo que sienten los músicos que lo creamos. No voy a poder satisfacer esos antojos o caprichos. Lo digo en buena onda. La música y los discos que quieren que hagamos en el 2020, quieren que se parezca a Libido del año 98 o 2000. La reinversión va hacia adelante (risas). Puede que haya una reunión para uno, dos, tres o cuatro conciertos como máximo. Hay que entender que Jeffrey, Manolo, Toño y yo somos otros mundos. //