Desde los cuatro años, Mathías Ramírez ya daba indicios de sus capacidades. Su tía Lila recuerda que, cuando miraba televisión y había algo que no entendía, no paraba de preguntar hasta obtener respuesta. “Tiene características de un niño muy juicioso”, rememora. También siguió de cerca a su hermano mayor -por tres años-, quien participaba y ganaba concursos de matemáticas. Cómo no, quiso continuar con ese legado.
Fue así como, un año después, entró al colegio Juventud Científica, en El Agustino. “Ahí, los profesores se dieron cuenta de que era muy hábil para los números”, agrega doña Lila, quien intenta mantener la calma, pero la emoción -y por qué no, el orgullo- le gana por instantes tras la tamaña hazaña de su sobrino, pero de eso hablaríamos más adelante. Mientras, sigue recordando los pininos académicos de Mati, como lo llaman en casa.
Empezó a participar en olimpiadas académicas y ocupaba podio. Ha obtenido desde medallas hasta un celular -que fue obsequiado a Julia Carranza, su madre. “De repente es algo genético”, intenta justificar Lila y puede que tenga razón. Por parte materna, la mayoría son ingenieros. El hermano de Mathías también está interesado en esa profesión. No debería causar sorpresa, pues, que el apodado ‘niño genio’ se vea atraído por esa carrera. Aunque, confiesa su tía, si en el futuro decide cambiar los planes, la familia lo respalda.
-EN SUS MARCAS, LISTOS, YA-
¿Por qué un niño estaría interesado en postular a la universidad? Esa es la pregunta que, probablemente, ha polarizado las redes sociales cuando se supo que Mathías, de 11 años, fue admitido en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos el pasado sábado. Para responder a esta interrogante, hay que tener en cuenta un par de cosas.
La institución educativa se ha hecho conocida en el distrito por la preparación que brinda a sus estudiantes para, antes de quinto de secundaria, haber ingresado a alguna universidad nacional. Para ello, eligen a un grupo de ‘talentos’, donde está Mathías y otros 200 alumnos de primaria y secundaria. “Todos los chicos [que conforman este equipo] hablan de lo mismo: postular a la universidad a temprana edad. Mathías no es el primero, pero destaca porque es el menor”, explica Lila.
Mathías emprendió este camino académico en 2017, cuando tenía nueve años. Postuló a la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta) y obtuvo la vacante. Con ese logro en mano, empezó una preparación para, dos años después, postular a la Universidad Federico Villarreal y a la Universidad Nacional del Callao. Ingresó a ambas. En setiembre se venía una prueba importante: el examen de admisión a San Marcos. Durante los meses de preparación, el pequeño se hospedaba en casa de sus tíos para resolver problemas relacionados a matemática, química, física, entre otros. “Tenía que esforzarse un poco más para ingresar”, comenta su tía.
-UN CAMINO POR RECORRER-
Pese a esta intensa preparación, Mathías encuentra tiempo para el ocio. Aprovecha los recreos para jugar con sus amigos. De hecho, uno de sus jugadores favoritos de la selección peruana es Paolo Guerrero. “Es una persona perseverante”, comenta el menor. Los fines de semana sale a pichanguear con sus amigos. Disfruta, además, de dibujos animados como ‘Los jóvenes titanes’. “[Si se le privara de su niñez] nosotros, como familia, fuéramos los primeros en saltar. Mathías es un niño como cualquier otro: muy juguetón y bastante activo. No está quieto”, señala su tía.
El también apodado ‘Albert Einstein peruano’ ya se ve estudiando ingeniería en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y, por qué no, después, trabajando en la NASA. “No es algo lejano, hay peruanos que se han ido becados. Sé que también puedo hacerlo”. En tanto, aprovecha estos días para pasar más tiempo con su familia y amigos.
El próximo desafío que le plantea el colegio a Mathías es participar en las Olimpiadas peruanas de Física y Química para representar a Perú en Tailandia. Y, lo advertimos: a Mathías le gustan los retos.//