A finales de mayo, Mónica Abarca ganó una beca para participar del prestigioso post grado de Singularity University, en Silicon Valley, California. Su experiencia en proyectos como los de Mars Society y sobre todo el desarrollo de un vehículo aéreo no tripulado (dron) para medir la contaminación ambiental, le abrieron las puertas a este prestigioso programa académico.
Tres meses después de concluir con sus estudios, la joven ingeniera de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), ha repotenciado su proyecto y hoy día forma parte de un emprendimiento tecnológico denominado qAIRa Drones, nacido en las aulas universitarias y que – a decir de sus integrantes- tiene el potencial para desarrollarse a escala global.
Este vehículo controlado a distancia posee sensores de gases y partículas que detectan el nivel de contaminación del ambiente. Además, cuenta con una cámara que transmite imágenes en directo, posee una autonomía de vuelo del alrededor de 30 minutos y está capacitado para volar a varios miles de metros sobre el nivel del mar. Pero la esencia del dispositivo está en su software, capaz de recolectar datos en línea y retransmitirlos en directo a una central de monitoreo.
Un grupo de expertos en glaciares de la Universidad San Antonio Abab del Cusco convocó al Grupo de Sistemas Aéreos No Tripulados de la PUCP, liderado por Andrés Flores, para participar de la investigación que llevan a cabo sobre el imponente Suyuparina, una enorme masa de hielo ubicada en la Cordillera Vilcanota (Cusco), a más de 5 mil metros de altura. Andrés trabajó junto con Mónica, Francisco Cuéllar y Carlos Saito del Grupo de Innovación Tecnológica del Laboratorio de Investigación Interdisciplinaria de la PUCP para llevar a cabo este desafiante trabajo.
(Foto: qAIRa Drones)
“El dron recopiló imágenes verticales para efectuar modelos tridimensionales, es decir fotogrametría. Las fotografías fueron procesadas y dieron origen a un modelo en tercera dimensión (3D) de la periferia del glaciar Suyu Parina”, explicó Andrés Flores a El Comercio.
La finalidad de esta incursión fue monitorear el retroceso del glaciar como efecto del cambio climático. El dron logró superar una serie de contratiempos para lograr su cometido: desde imprevistos técnicos hasta el enorme desafío que implica volar a una altura donde la densidad del aire es menor, lo vientos son mucho más fuertes y la energía de la batería se consume rápidamente.
MONITOREO DE MINAS Y VOLCANES
Poco después de esta experiencia, el dron fue requerido por la minera Yanacocha a fin de medir los parámetros de contaminación del aire sobre toda el área de la mina de oro ubicada en Cajamarca, a 4 mil metros de altura. “Fue una labor en conjunto con el área de logística, medioambiente y operaciones de la mina que está interesada en una futura colaboración con nosotros”, explicó Mónica.
El vuelo, efectuado la semana pasada, se llevó a cabo sin contratiempos a pesar de los fuertes vientos. La minera, dijo Mónica Abarca a El Comercio, está interesada en trabajar con drones no solo para monitoreo de medio ambiente, sino también para seguridad y otras áreas. Similar interés tienen firmas del mismo sector.
SOBRE EL VOLCÁN UBINAS
Con la experiencia de vuelo sobre un glaciar y la exploración de una de las minas más importantes de la región, el próximo reto de este artefacto es todavía más singular. El Instituto Geofísico del Perú (IGP) ha convocado al Grupo de Sistemas Aéreos No Tripulados de la PUCP para participar del monitoreo de Ubinas, el volcán más activo del país que se encuentra a 6 mil metros de altura en el departamento de Moquegua. qAIRa Drones colaborará con ellos debido a las capacidades de la plataforma de vuelo que ya han probado a más de 5100msnm.
“La idea es generar un sistema de alerta temprano y así, cuando los sensores ubicados en el volcán informen de una actividad inusual, se pueda enviar el dron a monitorear las fumarolas y observar qué está pasando en el cráter”, indicó Andrés Flores.
El ingeniero aeronáutico Carlos Saito, integrante de qAIRa, explicó que para realizar este vuelo se tendrá que configurar el artefacto considerando que se llevará a cabo a 600 metros más que sobre el glaciar cusqueño y con temperaturas extremas. “Esto implica cambiar algunos componentes, modificar el diseño del dron, considerar un motor más potente y baterías que garanticen mayor autonomía”, indicó. “Además hay que evaluar el plan de vuelo: alrededor o encima del cráter”.
Francisco Cuéllar es un convencido que qAIRa Drones es un emprendimiento único con un potencial enorme a escala global. Por eso, actualmente sus tres integrantes no solo realizan pruebas del equipo en condiciones extremas sino que además están en la búsqueda inversionistas que contribuyan con un capital importante al desarrollo de drones con todas estas capacidades.
El grupo apunta alto y está postulando al concurso internacional “Drones for Good” de los Emiratos Árabes Unidos que entrega nada menos que un financiamiento de US$ 1 millón para el ganador. En el concurso del año pasado, fue premiada una start up suiza que desarrolló un dron explorador de zonas afectadas por desastres naturales. “Tenemos metas grandes pero contamos con el apoyo de instituciones nacionales y extranjeras”, aseguró Mónica.