Durante décadas, los administradores "pasivos" de fondos bursátiles han demostrado superar a los administrados por humanos.
Conocidos como robot-inversores, sistemas basados en algoritmos que gestionan las inversiones en nuestro nombre, han ganado en popularidad entre el público.
Una ventaja clave de los fondos automatizados es que se evitan las emociones humanas como el miedo y la codicia, que a menudo conducen a pésimas decisiones de inversión.
Sin embargo, una nueva ola de innovadores tecnológicos asegura que pueden restablecer el equilibrio al ayudar a los gestores de fondos a superar sus sesgos cognitivos más arraigados.
Usando grandes volúmenes de datos y técnicas de comportamiento financiero, dicen que pueden ayudar a invertir de una manera más sabia y ética.
Los algoritmos del software comienzan a reconocer los tics de comportamiento y te alertan.
Miedo y euforía
Clare Flynn Levy fue gerente de fondos de alto riesgo durante 10 años, antes de crear Essentia Analytics, uno de los precursores de esta tecnología.
Entre sus clientes se incluyen Man Group, Union Investement y Aremis Fund Managers.
"El miedo y la codicia nos conducen a hacer cosas irracionales, pero muchas de una manera inconscientemente. Estamos 'programados' para evitar pérdidas, tenerles miedo, y para seguir al rebaño, pero esto es solo cosas de humanos", dice.
Como resultado los gestores de fondos se desvían de sus estrategias prestablecidas, mantienen acciones demasiado tiempo, se desprenden de ellas demasiado pronto cuando están ganando o se confían mucho e ignoran los riesgos evidentes.
Essentia, sin embargo, asegura que puede combatir estos puntos ciegos supervisando tu comportamiento en los negocios, el contexto en el cual tomas tus decisiones de inversión y, finalmente, haciendo una correlación de ambas.
En pocas palabras, se le define al sistema tus planes de inversión, precios objetivos y los posibles riegos que se presentan, incluso cuantas horas dormiste la noche anterior o si te despertaste de mal humor.
Después, los algoritmos comienzan a reconocer tus tics de comportamiento y te alertan sobre ellos.
"Puede que le envíe un mensaje que diga: 'Para su información, aquí hay dos paquetes de acciones que usted mantiene y que comienzan a mostrar las mismas características que le han puesto en problemas antes, así que es posible que quiera echarles un vistazo'", dice Levy.
"Tú tienes la última decisión. Esto sólo ayuda mantener el rumbo y hacer lo que dijiste que harías y que no has sido arrastrado por tus propias emociones".
Sybenetix, otra start-up del sector, sostiene que los usuarios de su software pueden ver el coste de una decisión sesgada inmediatamente después de hacer una operación, y en algunos casos este alcanza hasta el 3% de los beneficios.
Los sistemas tienen en cuenta incluso cuantas horas durmió el inversor o si se despertó de mal humor.
Controlar la mala conducta
No obstante, el impacto de tal tecnología podría ir mucho más allá de lo lucrativo, teniendo el potencial de reducir la especulación en momentos de inestabilidad en los mercados, o eliminar, incluso, las malas conductas.
"Desde la crisis financiera, todas estas compañías de gestión de inversiones se están viendo afectadas por las regulaciones gubernamentales sobre la conducta y los abusos en el mercado", dice Taras Chaban, presidente ejecutivo de Sybenetix.
"Sin embargo, nuestro sistema puede buscar valores atípicos en los patrones comerciales normales para que los clientes puedan investigarlos".
Según Thomas Oberlechner, directora científica en Immatchative, la transparencia es clave en un sistema en el que enormes cantidades de capital están en juego.
Su empresa utiliza los datos financieros y de comportamiento para que coincidan los valores de los inversores institucionales con el manejo del dinero que hacen los fondos de alto riesgo, con la idea de forjar una sociedad feliz y duradera.
"Es análogo a las citas en línea. "La base de la relación de inversión es la confianza, así puede asegurarse desde el principio que usted está en sintonía con los términos de sus valores, sus objetivos y su tolerancia al riesgo. Es vital", zanja Oberlechner.