Era presentada como una neumonía desconocida, que afectaba a un grupo pequeño en Wuhan, China, a fines de 2019. Pero, con el paso de los días, cada vez más personas llegaban con problemas respiratorios a los hospitales de esa ciudad. Se trataba del COVID-19, la enfermedad producida por el coronavirus SARS-CoV-2.
Con el paso de las semanas pasó de ser una epidemia que afectaba a China a convertirse en la mayor pandemia en un siglo.
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De ello han pasado dos años, y todavía el fin de la emergencia global de salud no parece tan próximo. Sin embargo, en este tiempo hemos logrado conocer mucho mejor el virus, la enfermedad que produce y contamos con la principal herramienta para hacerle frente: las vacunas.
El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la autoridad mundial en salubridad, declaró la pandemia por el COVID-19, casi 10 años después de que se pusiera fin a la anterior crisis sanitaria de similares proporciones: la influenza A(H1N1).
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La entidad tomó en cuenta para ello dos criterios principalmente: la circulación del virus en más de una región de la OMS (hay seis regiones en total) y que los casos que se presentaban en los países no fueran importados, es decir, que exista una transmisión comunicaría del coronavirus. Así, países enteros entraron en confinamiento y la ‘normalidad’ cambió.
Según los expertos consultados por este Diario, en estos momentos ambas condiciones todavía no han cambiado, pero el avance de la vacunación en los países que más han avanzado en sus campañas de inmunización muestra que el panorama puede variar en el futuro próximo.
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Por ejemplo, el Comité de Emergencias del Reglamento Sanitario Internacional de la OMS recomendó en agosto de 2010 declarar el fin de la pandemia debido a que los brotes de gripe AH1N1 a nivel mundial volvieron a los niveles de las gripes estacionales, el virus dejó de ser el dominante pero siguió circulando y un gran número de personas tenía entonces inmunidad contra el virus, debido a una infección natural o por vacunación.
La semana pasada, el director de la OMS, Tedros Adhanom, dijo que “2022 debe ser el año en el que acabemos con la pandemia”. “El año que viene, la OMS se compromete a hacer todo lo posible para poner fin a la pandemia”, indicó, al reiterar que la vacunación es la principal arma que tenemos para lograrlo.
Aunque la agencia de las Naciones Unidad asumió como una “vergüenza moral” que no se haya logrado el objetivo de terminar el 2021 con al menos el 40% de la población de cada país inmunizada contra el COVID-19, se puso una nueva meta: el 70% de la población global debe estar vacunada para inicios de julio del próximo año, para lo cual Adhanom instó a “que los gobiernos, la industria y la sociedad civil trabajen con nosotros en una campaña” para lograrlo.
El Comercio conversó con la médica peruana Ángela Úyen, asesora en políticas de salud de Médicos sin Fronteras, con sede en Bruselas, sobre los retos que enfrentaremos el próximo año para hacerle frente a la pandemia.
“El 2022 es un año que nos encuentra mucho mejor preparados”, afirma la experta en control de enfermedades infecciosas.
- ¿Qué retos afrontaremos respecto a la vacunación en el país y el mundo?
El reto sigue siendo llegar a quienes han decidido no vacunarse y deberemos tener mucho mayor énfasis en vacunar con primeras dosis a quienes no han recibido ni una sola, porque son quienes están aún en mayor riesgo. Ese es el reto: convencer a las personas que no confían en las vacunas y llegar a ellos con una adecuada comunicación.
- ¿Cómo se puede mejorar esta estrategia de comunicación?
En muchos casos esta comunicación va a requerir un trabajo de ciencias sociales, es fundamental mejorar la relación que tenemos con líderes comunitarios, incluyendo líderes de la iglesia, líderes de opinión, políticos, y, claro, la dificultad más grande es una que es subyacente a toda la crisis: la confianza que la gente tiene en las instituciones, como la ciencia, el Gobierno, el Ministerio de Salud, etcétera. Recuperar esa confianza, es algo muy difícil, pero es un reto que hay que afrontar poco a poco, porque limita mucho la credibilidad que tiene la gente en cuanto a todas las medidas de control [establecidas por las autoridades], incluyendo las vacunas.
“Nuestros líderes comunitarios, líderes religiosos y líderes políticos tienen que ser aliados en la vacunación”
- ¿Qué cosas faltan por hacer?
Primera que nada, debemos entender qué es lo que está pasando, saber dónde están estas poblaciones reticentes [a la vacunación] y entender cuál es el problema. Y creo que hay que apelar un poco a los equipos interdisciplinarios, multidisciplinarios e interdisciplinarios. Nosotros tenemos que trabajar más en entender a la población, con las ciencias sociales como entrada, que nos permita -mediante estudios- comprender mejor las razones y las preocupaciones de la gente. Necesitamos, del mismo modo, llegar mediante los canales [de comunicación] que esas poblaciones reticentes escuchan más. En este sentido, nuestros líderes comunitarios, líderes religiosos y líderes políticos tienen que ser aliados en la vacunación.
- En cuanto a la llegada de las vacunas a lugares de difícil acceso, ¿cuál es el reto?
Es bueno no dejar de lado la capacidad de implementación de la vacunación en muchos lugares que no han podido recibir vacunas, por ejemplo, las de ARN mensajero por no contar con una cadena de frío adecuada, e incluso muchas de las otras vacunas existentes en el mercado, no solamente las de ARN mensajero, no pueden estar disponibles de manera constante en ciertos lugares por la falta de personal entrenado o de cadena de frío. Estos son retos crónicos de nuestro acceso a la salud primaria en ciertas zonas, y esto definitivamente tiene que ser un trabajo a largo plazo; la atención primaria tiene que ser justamente el bastión de nuestro sistema de salud.
“En algún momento gran parte de la población mundial, o todos, va a estar expuesta a una infección [por covid]”
- Con las decisiones y el panorama actuales de la crisis sanitaria, ¿el 2022 será el fin de la pandemia?
El fin de la pandemia es en realidad un término político, porque ¿quién decide cuál es el fin? No existe una definición epidemiológica hoy en día para decir cuándo es el fin de la pandemia, probablemente lo que vaya a pasar a estas alturas y viendo el comportamiento de las variantes como Ómicron, que son sumamente transmisibles, es que -probablemente- tengamos que pensar en que en algún momento gran parte de la población mundial, o todos, va a estar expuesta a una infección [por covid], y creo que el principio y justamente lo que queríamos evitar desde el inicio era desacelerar estas infecciones. Hubiera sido grandioso que evitáramos tener otro virus respiratorio con transmisión comunitaria [como el SARS-CoV-2], hoy en día ya tenemos más de 100 y hay cuatro coronavirus. Idealmente, lo hubiéramos evitado, pero al parecer ya se nos fue de las manos y esto no puede evitable, en algún momento [el virus] va a ser endémico [habitual en una región como el dengue].
Solo creo que es importante recordar que la endemicidad no es una finalidad, es decir, no es que el objetivo deba ser que el virus sea vuelva endémico, sino que es una es una circunstancia, y las vacunas siguen siendo nuestra mejor arma para evitar la enfermedad severa y la mortalidad. Probablemente, vayamos a ver el próximo año vacunas que tengan una eficacia contra todas las variantes y podamos -de alguna manera- hacerle frente, enfocándonos en proteger a los más vulnerables. Pero nos quedan retos enormes en cuanto a cómo atender a las poblaciones que van a ser afectadas por el virus, no solo en cuanto a su severidad y mortalidad, sino también en cuanto al covid largo. El 2022 es un año que nos encuentra mucho mejor preparados, ya con vacunas, con más conocimiento, con una variante que parece ser menos agresiva, menos letal, y esperemos que no se generen nuevas variantes porque sabemos que mientras el virus circula más de persona, hay más probabilidades de que esto ocurra. Las vacunas son nuestros mejores aliados.
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