La semana pasada, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC) dieron a conocer su esperado informe sobre la resistencia bacteriana a los antibióticos, el anterior se publicó en el 2013. Los hallazgos no son buenos. Cada año, solo en EE.UU., tres millones de personas se infectan con una bacteria resistente a los antibióticos, lo que causa alrededor de 35.000 fallecimientos al año. Es decir, nos estamos quedando sin antibióticos efectivos y el futuro no es brillante.
Desandar lo andado
Si bien es cierto que las sulfas –los primeros antibacterianos, que difieren de los antibióticos por su mecanismo de acción– fueron usadas a comienzos del siglo pasado, el primer antibiótico empleado en el ser humano fue la penicilina, en 1945.
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El poder curar infecciones con la penicilina y otros antibióticos –que se fueron descubriendo progresivamente en los siguientes 40 años– nos hizo pensar que el problema estaba resuelto y que las infecciones bacterianas podían ser cosa del pasado. Lamentablemente, en solo unos 74 años –y por diversas razones– estamos en medio de una crisis de salud pública que se irá agravando con el tiempo.
Algunas de esas razones incluyen el mal uso y el abuso de tan valiosos medicamentos por el público y los profesionales de la salud, y la utilización masiva de antibióticos en la agricultura y en la crianza de animales para consumo humano. La crisis se agrava cuando consideramos que hace más de 30 años que no se descubre una nueva familia de antibióticos.
Recordemos que la resistencia a esta clase de fármacos es definida como la capacidad que adquiere una bacteria de no ser afectada por el medicamento. En otras palabras, si hace 70 años un antibiótico podía matar a casi todas las bacterias contra la que se enfrentaba, en la actualidad, la mayoría de estas no son afectadas por ninguna de las decenas de antibióticos que disponemos. El resultado –como lo demuestra el reporte de los CDC– es que 35.000 personas (algunos piensan que el verdadero número es 135.000) mueren indefensas cada año sin haberse encontrado un antibiótico que cure su infección.
El reporte
En el informe de los CDC, se documenta que cada 11 segundos alguien se infecta y que cada 15 minutos alguien muere por una infección causada por una bacteria resistente a antibióticos. De acuerdo con el tipo de bacteria e intensidad de resistencia a los antibióticos, los investigadores clasifican la situación como urgente, seria y preocupante. Llama especialmente la atención que la gonorrea resistente a los antibióticos se está diseminando en muchas comunidades. Por último, el reporte advierte que si bien es cierto que la mayoría de las infecciones por bacterias resistentes ocurren en niños, ancianos y personas debilitadas, ya están apareciendo también en personas sin mayor riesgo, sobre todo, después de algún tipo de operación.
Falta de humildad
Es posible que la razón fundamental por la que estamos perdiendo la batalla contra las bacterias es porque al ser humano le ha faltado humildad para luchar contra los microorganismos, que son la forma dominante de vida desde hace más de 3.500 millones de años, y que han sabido adaptarse a vivir en las condiciones más adversas. En vez de usar los antibióticos de una manera muy controlada (como es el caso de ciertos medicamentos que exigen recetas por duplicado o triplicado), hemos permitido que los antibióticos se abusen de tal manera que en muchos países (el Perú incluido), se venden libremente por empleados de farmacia sin mayor educación. Si a eso le agregamos el mal uso que le dan los profesionales de la salud, el problema se agrava. En EE.UU., por ejemplo, el 30% de recetas médicas de antibióticos son innecesarias (las dan para resfríos, gripes y otras infecciones virales que no responden a los antibióticos).
La cosa empeora cuando sabemos que en algunos países el 70% de la producción de antibióticos se usa en la crianza de ganado vacuno, porcino y pollos, y en la agricultura, lo que hace que toneladas de estos lleguen a los suelos y el agua, y sean reconocidos por los microorganismos.
El resultado de esa mala utilización y abuso es que a las bacterias les ha tomado unas pocas décadas el desarrollar mecanismos biológicos de resistencia contra los antibióticos, y lo peor, ser capaces de pasarlos de generación en generación, de tal modo que las nuevas generaciones de microorganismos nacen con cierta inmunidad.
En el Perú
Diversos estudios han encontrado amplia evidencia de que las bacterias peruanas son también resistentes a múltiples antibióticos. Se ha documentado que existen antibióticos en 33 de 36 muestras de leche de vaca obtenida de pequeños ganaderos en Cajamarca. En respuesta al problema, el pasado 17 de mayo se promulgó el Decreto Supremo 010-2019-SA, que “aprueba el plan multisectorial para enfrentar la resistencia a los antimicrobianos 2019- 2021 y crea la Comisión Multisectorial de Naturaleza Permanente”.
La comisión tiene dos años para trabajar y producir los resultados que todos los peruanos esperan para combatir este creciente problema de salud pública.
¿Qué hacer?
Mientras tanto, lo primero que usted debe hacer, estimado lector, es jamás tomar un antibiótico sin receta médica. Lo segundo es no exigirle antibióticos por una gripe al médico, ni para usted ni para sus hijos. Por último, respete profundamente estos fármacos y considérelos tan serios como si fueran medicinas para el cáncer o el VIH. Eso significa que, del mismo modo que usted no tomaría esas medicinas sin una razón comprobada, no use antibióticos pensando que son una golosina. Las consecuencias podrían ser, algún día, fatales para usted o su familia.
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