(Foto: Bloomberg)
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Diego Suárez Bosleman

Para encontrar las más ocurrentes y raras historias de primeras citas, el periodista argentino Martín De Ambrosio recurrió a un método de la vieja escuela: conversar con los amigos de sus amigos. Tomó tiempo, pero pudo recopilar 41 hilarantes aventuras en su libro “Primera cita. Amor y decepción en tiempo de Tinder y Facebook”.

—¿Cuáles son las reglas a seguir durante un primer encuentro romántico?

Una mujer que entrevisté, que tenía unos 40 años, me dio su decálogo de las cosas que no se deben hacer en las primeras citas. Por ejemplo, ponerse muy repetitivo en las charlas sobre los ex, pues demuestra que algo no está resuelto. También está el hecho de hablar y hablar sobre uno mismo, como si fuera una gran confesión autobiográfica. Eso tiene que ver con la falta de empatía, que muchas veces puede hacer que tengamos una cita fallida.

—¿Notaste un comportamiento repetitivo?

Cuando las mujeres se dan cuenta de que la cita no va a prosperar, que la persona no le termina de gustar, igualmente se quedan y continúan con la salida. En cambio, encontré unos casos en que los varones dejan a las chicas que citaron dentro del cine mientras escapan con excusas.

(Foto: Archivo personal)
(Foto: Archivo personal)

—No siempre encuentras lo que esperas...

En el libro cuento la historia de un colombiano que vive en Buenos Aires. Se bajó la aplicación Tinder y conoció a una chilena que le parecía preciosa. Se dieron ‘like’ y quedaron en encontrarse. La vio, era la misma chica, pero estaba totalmente diferente, era como si las fotos que vio tenían un ángulo en el que se mostraba algo que no era real. El camuflaje está a la orden del día en este tipo de aplicaciones.

—Por eso, y otros motivos, no son bien vistos estos sitios digitales.

Una de las cosas en Tinder es que está estigmatizado. Una de las chicas con las que conversé me decía que trataba de no contar que usaba esta app porque era como mostrarse en un mercado con un enorme cartel con la palabra ‘disponible’. Pero se han formado muchas relaciones estables por aplicaciones. Hay noviazgos de Tinder y hasta hijos de Tinder. Se tiene que aceptar que es la manera en que se relacionan los seres humanos en el siglo XXI.

—Aun con las apps, una primera cita sigue generando mucha tensión.

En una de las historias que he recopilado, el joven le dice lo siguiente a la chica: “Hagamos una cosa, dame ya un beso en la boca, así nos evitamos todos los nervios”. No se besaron pero se rieron y rompieron el hielo. La rutina es buena porque baja el nivel de incertidumbre, pero puede llegar a aburrir. Al quebrar esa rutina se llega a lo sorpresivo, lo anecdótico.

—¿Eso es lo que buscas mostrar con tu libro?

El libro está dividido en capítulos en el que se cuentan citas que han sido raras, delirantes, etcétera.

—¿Cómo las conseguiste?

Hice todo lo contrario de lo que dice el libro. No utilicé redes sociales. Lo que hice fue tratar de buscarlas de manera artesanal. Preguntar a amigos de amigos, o a conocidos. Son experiencias, mayormente, de personas de unos 30 años, aunque puse casos de una pareja de los años 70 y de una joven de 20.

—¿Hay muchas diferencias entre estas dos citas?

Ambas son muy particulares. La de los años 70 se trataba de dos militantes políticos justo antes de la caída del último gobierno democrático del 76. Eran dos militantes que no se conocían a pesar de que rondaban los mismos lugares. Se encuentran para cenar, ambos dicen que no sintieron absolutamente nada en ese momento. Pero en la madrugada, se dieron con que no podían dormir. Él fue a buscarla a las 6 de la mañana. A partir de ahí estuvieron juntos.

—¿Y la de 20?

Es una joven que queda impresionada de un chico en una salida de amigos. Él la invita a la semana siguiente, pero ella en el ínterin se entera de que él es el novio de una amiga de su amiga. Igual aceptó la salida, pero en un momento ella lo encara y le dice: “¿Y tu novia qué opina de todo esto?”. El joven quedó completamente helado.

—¿Hay alguna fórmula secreta para el éxito?

No la hay. Si tuviera que decir algo, sería tratar de evitar el razonamiento y dejar que jueguen otros factores, que tienen que ver con la química, con la espontaneidad, con un comportamiento no forzado. Creo que hay que tratar de seducir, pero a la vez ser seducido.

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