Carlos Betriu. Es Materia
Hace un año Hugh Herr, director del Departamento de Biomecánica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), estaba en España cuando explotaron dos bombas en la maratón de Boston.
Días más tarde, visitó a la bailarina profesional Adrianne Haslet-Davis que se recuperaba en el hospital tras perder la pierna izquierda, por debajo de la rodilla, en una de las explosiones. El reto era “devolverla a la pista de baile”, dice Herr, que tiene amputadas ambas piernas por debajo de la rodilla por un accidente de montaña cuando era joven, pero camina con unas prótesis biónicas.
Casi un año después, la bailarina ha vuelto a danzar en público.
Para desarrollar un tobillo biónico apto para el baile, según relata Herr, los estudios partieron de la observación de una bailarina profesional a la que le aplicaron 60 marcadores en el cuerpo. Las cámaras rastrearon sus movimientos y los científicos crearon un modelo matemático para cada uno de ellos. Los datos se volcaron a la prótesis y esta reprodujo los movimientos de la pierna en base a unos sensores que detectan la actividad muscular.
Tras 200 días de trabajo, los investigadores crearon el tobillo biónico. Hecho de titanio, aluminio, carbono y silicona, la pieza posee un mecanismo en la articulación que ofrece resistencia al entrar en contacto con el suelo. Además, proporciona propulsión cuando la prótesis hace el gesto de levantarse. Desde el 2010, el grupo de biomecánica del MIT ha creado 900 prótesis biónicas.
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