La increíble historia de cómo revivir una sonda espacial
La increíble historia de cómo revivir una sonda espacial
Redacción EC

En agosto de 1978 fue lanzada al espacio la sonda ISEE-3 y en 1999, después de una extensa y exitosa carrera, fue abandonada a su suerte, pero ahora dos aventureros quieren traerla de regreso a la vida.

La misión no es sencilla, la sonda no puede ser contactada a través de una orden emitida por una computadora sino a través de radio señales, la batería está muerta (aunque cuenta también con paneles solares), la NASA (Agencia Espacial de Estados Unidos) apoya el proyecto pero no da un dólar y nadie puede asegurar que sus cohetes vuelvan a encender. Entonces, ¿por qué Keith Cowing y Dennis Wingo quieren siquiera intentarlo?

Ambos científicos desean que la sonda, en caso de volver a funcionar, se convierta en una plataforma científica de acceso público. Ambos imaginan aplicaciones para teléfonos inteligentes que permitan a estudiantes acceder a los instrumentos del antiguo viajero espacial.

Pero de lograr su propósito, Cowing y Wingo se convertirían en los primeros "científicos ciudadanos" en tomar control de un artefacto enviado al espacio por la NASA, lo que podría abrir el camino para que otros colegas en el futuro intenten otras "resurrecciones".

Un proyecto a largo plazo podría implicar la reactivación del telescopio espacial Spitzer, una víctima de los recortes presupuestarios en la agencia espacial que solo podría volver a funcionar si atrae el interés de particulares.

LA TRAVESÍA DE UNA SONDA

La primera misión de la ISEE-3 fue estudiar la interacción entre los campos magnéticos de la Tierra y los vientos solares, pero luego su misión fue aún más audaz: explorar cometas.

Bajo la supervisión del director de vuelo Robert Farquhar, la sonda interceptó al cometa Giacobini-Zinner en 1985 y un año después se convirtió en el primer objeto elaborado por el hombre en volar cerca de la cola del cometa Halley.

Luego de este logro, la ISEE-3 continuó recolectando información pero a medida que se alejaba de la Tierra la importancia de su trabajo fue mermando hasta que en 1997 su misión fue oficialmente concluida.

En 1999 la NASA se volvió a contactar y comprobó que 12 de sus 13 instrumentos aún funcionaban, Casi el 75% de su combustible original continuaba intacto, pero la sonda estaba tan lejos que la agencia espacial ni siquiera apagó sus comandos.

Sin embargo, la ISEE-3 no había sido abandonada por completo: tras su acercamiento al cometa Halley, Farquhar la había colocado en una órbita que la traería de regreso a la Tierra... en el verano boreal del 2014.

OPERACIÓN REINICIO

Al conocer que la sonda pasaría cerca de casa, Wingo y Cowing lanzaron el proyecto Reboot (reinicio).

El primero trabaja para una compañía privada espacial que ha construido instrumentos para la NASA, empresas aeroespaciales y agencias de Defensa de EE.UU. El segundo fue por muchos años empleado de la misma NASA.

Ambos trabajaron juntos en el proyecto de digitalización de las fotos analógicas originales tomadas por las primeras sondas enviadas a la Luna en la década del 60, que involucró tanto a científicos de la agencia espacial como de empresas privadas.

Este antecedente y sus contactos en la agencia les permitieron ser el primer equipo autorizado por la NASA para traer a la vida una sonda que nunca pensó utilizar de nuevo.

Aunque no financia el proyecto, la agencia le ha ofrecido a Wingo y Cowing documentos y manuales del funcionamiento de la ISEE-3 e incluso Farquhar, quien ya ha pasado los 80 años, se ha involucrado en la iniciativa.

Para lograr fondos, los científicos lanzaron una colecta pública que les permitió sumar más de US$150.000. Además, han recibido donaciones de equipos y el permiso de utilizar instalaciones en la Tierra, como el observatorio de la Universidad Estatal de Morehead, para intentar conectarse este junio con la sonda y ponerla nuevamente en funcionamiento.

El sitio de Internet Popular Mechanics señala que si los cohetes que impulsan el artefacto no arrancan, la sonda continuará en su trayectoria y casi 30 años de espera habrán sido en vano, pero los científicos creen que vale la pena el riesgo.

"No sabemos qué más podemos aprender de la misión (de la ISEE-3), puede ser que haya una forma de analizar la señales enviadas por sus sensores que nos aporte nueva información, información que nadie en los 60 o los 70 se imaginó preguntar", concluye Cowing.

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