Quienes durante su infancia gozaron de las primeras consolas de Nintendo al menos una vez en su vida sujetaron un cartucho de juego y soplaron en la ranura, con el objetivo que funcionara correctamente. Pero alguna vez te preguntaste por qué lo hacías.
Esta costumbre llegó a volverse un mito urbano, gran parte de los dueños de una consola de Nintendo desconocían el motivo 'científico' por el cual soplaban el cartucho, algunos indicaban que la humedad del aliento reactivaba la conexión. Pero lo más importante es que era efectivo, o al menos eso es lo que muchos creían.
La realidad es otra, soplar un cartucho no servía para ‘arreglarlo’, todo lo contrario, tenía efectos negativos en el juego que aceleraban su caducidad. Siempre se trató de un efecto psicológico, una especie de placebo para satisfacer la búsqueda de un método fiable para solucionar problemas de la consola.
¿Pero cómo nació la creencia? Debemos empezar con el primer Nintendo, el cual tenía errores en el diseño que impedían que el cartucho se conectara correctamente con la consola. Esta situación obligaba a los usuarios de esa época a insertar una y otra vez el juego. Pero la falla sólo estaba en ese primer modelo, sus sucesores arreglaron el error, aunque de vez en cuando podían ocurrir ciertos inconvenientes de conexión.
Según una nota publicada en el portal Mental Floss, el soplar el cartucho de Nintendo dañaba seriamente su hardware. La verdadera solución siempre fue reinsertar el juego, ya que aumentaba la probabilidad de conseguir una mejor conexión.
En aquella época las personas eran más bruscas con la tecnología y no contaban con los servicios del Internet para buscar una solución específica a este tipo de problemas. ¿Acaso tratarías un Play Station 4 de la misma forma que tratabas un Súper Nintendo?