"The Crown": El trono no es un juego
"The Crown": El trono no es un juego

O te modernizas, o te aniquilan y descabezan. O haces política o abdicas (el verbo vacar no se aplica en la realeza). Es lo que ha hecho Isabel II para seguir siendo la monarca del Reino Unido a sus 91 años. Y es lo que da a entender la serie , cuya segunda temporada está disponible en Netflix.

—La historia es ficción—
Nadie nace con una brújula en la mano para intentar orientarse y navegar a través de la turbulenta historia. ¿Cómo se reina? ¿Cómo se lleva el peso de la corona con la levedad de la juventud a cuestas? ¿Cómo se procesan las fricciones entre los rituales anacrónicos y los aires de modernidad? ¿Cómo se aprende a negociar, a pactar, a dar batalla, a aparentar ante la opinión pública y a proteger los valores monárquicos? Esas preguntas encierran múltiples relatos. La realeza británica se ha convertido hace rato en una categoría narrativa propia, con subgéneros tan solicitados por el morbo como su vertiente culebronesca de infidelidades y paparazzis. Más de un especialista señala que las crónicas de “Historia de los reyes de Britania” (presuntamente escritas entre los años 1130 y 1136), de Godofredo de Monmouth, son un hito fundacional del rubro. Queda en el debate si sus relatos son fidedignos o antojadizos. Es inevitable: la recreación otorga provechosos márgenes para disparar la imaginación. La historia es ficción.

La actual joya del género se llama “The Crown”. La serie se ha propuesto exprimirle el jugo al streaming televisivo. Peter Morgan, su creador, se planteó narrar la biografía de Isabel II a lo largo de 60 capítulos (aproximadamente una década por temporada), aunque él luego mostró sus dudas sobre si la producción lograría durar tanto. Buena parte de la incertidumbre se debía al factor dinero: la primera temporada costó cerca de 110 millones de dólares y se situó como una de las más caras de la historia. Pero parece que la meta se cumplirá. Por el momento, está confirmado que Olivia Colman (43 años) será Isabel II en las temporadas 3 y 4. En las primeras entregas, el papel protagónico recae en Claire Foy (33). Su actuación es colosal. Foy ganó un Globo de Oro a Mejor Actriz en un Drama de Televisión por este rol y ha sido nominada nuevamente en la misma categoría de estos trofeos que serán entregados el 7 de enero del 2018. Ahora Foy alucina con que Elton John, Helen Mirren y otras luminarias sepan quién es ella.

¿Cuánto de verdad, exageración, dulcificación u omisión hay en “The Crown”? Pensar en una respuesta quizás sea una tarea inútil y de sentido relativo o esquivo. Esto es ficción. Tal vez sea más interesante fijarse en el respeto que la serie le tiene al oficio de narrar con sutileza, claridad y drama. Su relato procura esquivar las acciones que se suceden de manera abrupta y que rompen la lógica básica del causa-efecto, tan presentes en innumerables ficciones, incluyendo esa galaxia muy, muy lejana que actualmente se exhibe en los cines.

—Desafíos de la corona—
En la primera temporada de “The Crown”, la trama más electrizante es aquella que involucra a una veinteañera Isabel II y el temible, visionario y genial primer ministro Winston Churchill (John Lithgow, un actor al que hay que prohibirle que se jubile). Es imprescindible transferir los conocimientos para sobrevivir en política y en las bocas de lobo que no cesarán en aparecer.

En su segunda entrega, la serie cuenta con más de un momento estelar. Ahí están la asimilación –con una cita estratégica de por medio– de las observaciones de lord Altrincham (John Heffernan), un crítico feroz de la realeza y de sus aparentemente inamovibles tradiciones; las ganas de vivir de la hermana de Isabel II, la princesa Margarita (Vanessa Kirby); el encuentro de la reina con el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy (Michael C. Hall), y su esposa Jackie (Jodi Balfour), lo que supone un choque de dos mundos y egos, a la vez que revela cuán incomprendidas han sido las posiciones que estas mujeres icónicas han ocupado; o la incursión africana de Isabel II para apagar incendios y sembrar relaciones con el presidente de Ghana Kwame Nkrumah (Danny Sapani), lo que ocurre en una secuencia rítmica y estupenda (la ley no escrita del spoiler impide contar más).

Merece “The Crown” llegar hasta su sexta temporada.

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