En esta nueva temporada de “Unbreakable Kimmy Schmidt”, la inquebrantable protagonista (Ellie Kemper) asistirá a la universidad para afianzarse como una ‘self-made woman’, además de enfrentarse a situaciones jocosas e inesperadas.
En esta nueva temporada de “Unbreakable Kimmy Schmidt”, la inquebrantable protagonista (Ellie Kemper) asistirá a la universidad para afianzarse como una ‘self-made woman’, además de enfrentarse a situaciones jocosas e inesperadas.

Es una treintañera con el alma de una niña. Kimmy Schmidt (Ellie Kemper) hasta puede alegrarse porque solo cenará caramelos. No tiene ningún complejo por ser una inocente chica de Indianápolis que busca rehacer su vida en la cosmopolita y vertiginosa Nueva York. La procesión, sin embargo, va por dentro. O bajo tierra.

Por 15 años, Kimmy y otras tres mujeres vivieron en un búnker. Estaban convencidas de que el apocalipsis había llegado. Un falso pastor las había secuestrado y asegurado que ellos eran los únicos sobrevivientes. Hasta que la policía dio con el refugio.

Al asomarse al mundo exterior, la protagonista tiene una idea fija: es momento de vivir la vida. Los traumas no van con ella. Su bandera es el optimismo en medio de los obstáculos y las penurias. Por eso esta serie se llama “Unbreakable Kimmy Schmidt” (“La inquebrantable Kimmy Schmidt”). Su tercera temporada acaba de llegar a Netflix.

Una comedia en arco iris
“Unbreakable Kimmy Schmidt” tiene el tono de una fábula escapista, efervescente y edulcorada. Una ilusión eufórica que cuenta con varios ganchos que la hacen llevadera y que evitan su caída al precipicio por el exceso de miel: 1) el carisma de Ellie Kemper como Kimmy Schmidt. Ella convierte en querible lo que podría haber sido excesivamente azucarado y detestable; 2) Titus (Tituss Burgess), el ‘roommate’ gay y melodramático. Otro personaje que siempre está en la cornisa de algo, pero que gracias al talento del actor se desenvuelve con una mezcla imperdible de histrionismo al borde de un ataque de nervios y manías que no le temen al ridículo y a la eterna falta dinero; y 3) un guion que es una montaña rusa de situaciones y chistes (por algo entre los creadores de la serie está Tina Fey, heroína del humor de la escuela de “Saturday Night Live”).

La puesta en escena apela a la sencillez y no se complica para mostrar los vaivenes de un relato burbujeante (“Unbreakable Kimmy Schmidt” no tiene las sofisticaciones de, por ejemplo, la notable serie “Master of None”, que en más de un capítulo recuerda al mejor Woody Allen o a un tipo de cierto cine independiente, certero y creativo).

Pero a pesar del tono de fábula, el pasado de Kimmy Schmidt no se puede obviar. En la tercera temporada de la serie continuarán las alusiones a los hechos que la llevaron a ser secuestrada, mientras ella emprende sus estudios universitarios para afianzarse como una ‘self-made woman’, sin perder nunca ese entusiasmo contra viento y marea. La comedia siempre necesita que haya conflictos para viabilizar una historia.

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