Castigo no es maltrato: Educar sin golpes
Castigo no es maltrato: Educar sin golpes
Redacción EC

Maritza Noriega

La indignación movilizó a la ciudad entera hace unas semanas a causa del padrastro que le pegó a un niño de 5 años hasta que le sangró la nariz. El caso se hizo público, gracias a una persona que grabó la golpiza con su celular y subió el video a YouTube. ¿Pero cuántos casos más de maltrato infantil se producen dentro de las casas sin que nadie se entere? Durante el 2014, el Ministerio de Salud atendió a 2.529 niños y adolescentes en Lima y Callao en los 52 Módulos de Atención al Maltrato Infantil (MAMIS) por abuso sexual, maltrato físico, psicológico o negligencia. Esto solo en cuanto a casos denunciados, porque la cifra real de maltrato no la conoce nadie. Según Unicef, «diariamente, miles de niños y niñas en el Perú son maltratados física y psicológicamente por sus padres, madres, parientes, profesores o por cualquier adulto que considere al castigo físico como normal, aceptable y hasta necesario».

Algunos de estos adultos tal vez no saben que los niños a los que se les pega constantemente sufren daños emocionales que se manifiestan con retraimiento, una baja autoestima, tendencias violentas, ansiedad, dificultad para relacionarse con los demás, depresión y, en el peor de los casos, pensamientos suicidas. Los mayorcitos, incluso, pueden buscar consuelo en las drogas y el alcohol o abusar de otras personas.

«Los padres y madres que maltratan tienen pocos recursos para resolver problemas, para tolerar que los niños digan ‘no’, para aceptar que sus hijos tienen sus propios pensamientos y  capacidades. No toleran que el hijo que tienen no es lo que esperaban y no han aprendido a resolver conflictos -expresa la psicóloga Ana María Castañeda, especialista en maltrato infantil. «No entienden que si su hijo no hace algo no es por hacer daño». A menudo hay comportamientos infantiles que los adultos no entienden que son naturales en el proceso de crecimiento.

También están aquellos que no pegan, pero gritan y denigran al niño. No lo respetan como una persona con una opinión diferente, en proceso de desarrollo y con la necesidad de ser educado con cariño y conocimiento de reglas claras. Más bien, les repiten barbaridades como «no vales nada», «me das vergüenza» o «mejor sería que no hubieras nacido». Frases así son tan perniciosas y, a menudo, más que un correazo.

Ahora bien, perder la paciencia es humano, «más aun con los chicos que tienen conductas negativas y no responden a medidas correctivas. Entonces les hemos dado un grito o un manazo. Pero aun cuando la intención no sea hacer daño, sino corregir, siempre hay que tratar de resolver las cosas hablando, buscar formas de comunicarnos efectivamente, no simplemente recitar reglas y castigos, sino desarrollar adecuados vínculos afectivos. Conversar es el camino más largo, pero también el más efectivo», dice Pomalima.

Un niño al que no se le pega ni se le grita por algo malo que hizo, sino que se le explica y se le da un castigo correctivo como pensar 10 minutos en su cuarto o no permitirle salir el fin de semana, es un chico que crece seguro y confiado.

Nada que se haga con violencia va a producir cambios positivos. Si el niño se porta muy mal y los padres se quejan porque los saca de quicio, deben buscar métodos correctivos que no incluyan el maltrato. Si no se les ocurre uno, entonces lo que se necesita es el consejo de un especialista, indagar los motivos por los cuales el niño puede tener ese comportamiento.

Lo segundo es avanzar con mucha paciencia con los métodos correctivos que no dejan huella en el cuerpo ni en el alma. No podemos esperar que el niño cambie de la noche a la mañana, menos si el mal ejemplo lo tiene en casa, si la mamá o el papá siempre intentan imponer sus ideas. Abre las puertas a la comunicación firme y al entendimiento. Tus niños te lo agradecerán.

CONTROL DE LA IRA

- No acumules las emociones ante una agresión o injusticia, así evitarás un estallido de ira.

- Educar no es una competencia por ganar o perder. Aprende a tolerar la frustración de no ‘ganar’ una discusión siempre. Aprende a no darle importancia a asuntos intrascendentes.

- Duerme bien, ya que el agotamiento físico o mental tiende a provocar reacciones menos controladas.

- Aprende a relajarte. Sigue un curso de meditación, tai chi o yoga.

- Evita a las personas o situaciones que te irritan.

- Pide la ayuda de un psicólogo.

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