Karina Villalba F.
María Isabel León quería estudiar Medicina, pero a los 17 años empezó a trabajar como auxiliar de tripulante en una aerolínea nacional. Su experiencia en ese ambiente y los vacíos que ahí notó la llevaron a crear, junto con un compañero de trabajo, AVIA, escuela de aviación comercial. El éxito en esa institución la obligó a estudiar Educación en la Universidad Cayetano Heredia y más adelante, una maestría en Gerencia Social en la PUCP.
De asistente de tripulante de una aerolínea nacional, María Isabel León pasó a ser directora de AVIA, una de las primeras escuelas de aviación comercial en nuestro país. Su visión, determinación y afán por solucionar problemas en el ámbito educativo donde se desenvolvía, la llevaron a desempeñar cargos cada vez más comprometidos. Hoy está a la cabeza de dos asociaciones, que agrupan a institutos y universidades, y es por su trabajo en ellos que cada vez le proponen retos mayores. María Isabel tiene 51 años, un hijo universitario de 20 y un esposo que le «da alas y gasolina » para que pueda cumplir con todas las responsabilidades que ha adquirido, no por obligación, sino por vocación de servicio.
¿Cómo llegaste al CADE por la educación?
Siempre he tenido la intención de corregir problemas. En el camino los detecto y me gusta solucionarlos. Así que me eligieron presidenta de la Asociación de Institutos Asiste Perú, y miembro del FIPES, asociación que agrupa a universidades e institutos. Con estas asociaciones hemos encontrado soluciones a problemas que teníamos en el sector, a través de la gestión directa en el Ministerio de Educación. Ingresamos a Confiep y ahora tenemos una presencia gremial importante dentro de la sociedad. El año pasado IPAE me invitó a formar parte del Comité
Estratégico de Educación y a exponer en el CADE por la educación. Y a finales del 2014 me invitaron a presidir la Conferencia Anual de Ejecutivos de este año.
¿Por qué «Educación por el trabajo»?
Elegimos este tema porque es un sector que falta desarrollar y es importante para el crecimiento del país. Si no tenemos una mano de obra laboral debidamente calificada y tecnificada, va a llegar un momento en que el crecimiento se estanque, pues no habrá ser humano que lo acompañe. Necesitamos mirar esta necesidad del país y reflexionar sobre ello con toda la sociedad, por eso a la conferencia asisten líderes educativos, políticos, empresariales y personas interesadas en el sector.
¿Cómo pasar de las propuestas a la acción?
Para cerrar el CADE hemos convocado a un grupo de expertos que van a contribuir con redactar un documento que se entregará a nombre de IPAE a la sociedad civil y a los políticos, una hoja de ruta sobre lo que se debería hacer en el tema educativo para contribuir al desarrollo de la mano de obra laboral. Queremos que el CADE tenga un sentido y que no sea solo una reunión donde nos sentemos a reflexionar y hacer análisis.
¿Qué podemos hacer para mejorar la educación en nuestro país?
Todos podemos contribuir. Lo importante es que los asuntos que tengamos como ocupación, como misión personal o profesional los hagamos con pasión y bien. Si todos los peruanos, los 30 millones de peruanos nos comprometemos a hacer las cosas con verdadera entrega, donde quiera que estemos –desde una ventanilla atendiendo al público o en una alta dirección, como ministros de Estado, o directores de instituciones educativas o taxistas o lo que fuere–, creo que la sensación de la población va a ser diferente y vamos a poder desarrollar nuestras capacidades hacia el bien.
¿Qué hacemos con esa apatía que a veces parece adueñarse de los peruanos?
Tenemos que recuperar la actitud positiva en todo. Yo, por ejemplo, tengo la política de la sonrisa. Aquí en mi oficina hay un letrero que dice: «Sonría, usted está vivo». Es parte de la filosofía que tenemos. Yo entro a Avia y les transmito a los trabajadores y a los alumnos un poco esta sensación de que hay que vivir la vida de la mejor manera posible. Y recibo lo mismo de respuesta. Creamos un ambiente propicio para hacer las cosas bien. En la calle, cuando uno maneja y cede el paso, la gente se sorprende y se agrada. El efecto es positivo y eso hay que ir contagiándolo e inculcarlo.
¿Qué opinas sobre el programa de evaluaciones Pisa?
He revisado esas pruebas y claro, hay muchos componentes que sí pueden aplicarse a la realidad educativa que tenemos, pero hay muchos otros que no, porque la forma de enseñar en otros países es distinta a la nuestra. Quizá en el Perú cometemos el error de brindar una educación memorística, mientras que en otros países se les enseña a pensar, a reflexionar y a utilizar las herramientas del aprendizaje para canalizar y resolver problemas. Acá, por ejemplo, enseñamos las operaciones matemáticas de una manera vertical. El chico sabe que tres más tres es seis, pero no le enseñamos a razonar cómo es que se llega a ese resultado. De pronto, el sistema que nosotros empleamos dentro de la educación está muy formalizado, muy aburrido y hay que darle otra dinámica para que los jóvenes puedan resolver esta prueba de una manera más creativa, menos memorística. Mejor prueba de ello es el examen de ingreso a la universidad. Los chicos de la secundaria se preparan para ingresar, no para saber. Por eso, cuando les enseñas una foto de Miguel Grau, no tienen ni idea de quién es, porque lo que hacen es aprender a responder preguntas para ingresar perdiendo toda esta riqueza del interés por conocer. Yo creo que ahí tenemos un trabajo de largo aliento.
¿En cuánto tiempo se podrá revertir esa situación?
A mí me gusta todo para ayer, pero es mi forma obsesiva de enfrentar los problemas. Pienso que acá hace falta gestión y determinación. Creo que si una persona tiene identificado un problema, solucionarlo es la parte más sencilla. Lo más difícil es hacer un diagnóstico, eso es lo que va a tomar más tiempo. Acá los tenemos mapeados, pero no trabajo en la gestión pública y no conozco las limitaciones que allí puedan tener. Es una cuestión de determinación...
¿Esta falta de determinación podría estar relacionada con un tema de género?
Disto mucho de ser una feminista. Creo que las mujeres y los hombres tenemos habilidades y competencias clarísimas, habilidades específicas por nuestra naturaleza, pero sí creo que las mujeres tenemos un potencial que probablemente es mucho más fuerte que los hombres: somos más emprendedoras y cuando tomamos una decisión somos decididas hasta la muerte. Es necesario que las mujeres tomemos un papel más importante en el desarrollo educativo, sobre todo en el Estado, para que puedan trabajar estas políticas públicas que son más de sensibilidad y determinación. Los hombres son más analíticos, las mujeres somos más de acción. Si hubiera una mayor participación femenina en estos cargos de gestión, los resultados podrían ser sorprendentes.
¿Qué aconsejarías a mujeres que tienen en mente un emprendimiento educativo?
Les recomiendo a todas las personas que logren ser felices. Ese debe ser el objetivo de todo el mundo: haz lo que te dé felicidad. Si tu felicidad está en gestionar un emprendimiento, en buena hora, hazlo. Vas a tener altos, bajos, gente que te diga que sí, que te digan que no. Uno tiene que estar claro en lo que desea hacer. Y si te caes, levántate y sigue caminando, porque eso es lo que te da frutos, beneficios.