El bullying no es común solo entre niños o adolescentes, también puede ocurrir en el trabajo y entre personas adultas. ¿Qué pasa cuando esto te sucede en tu centro laboral?
El bullying en el trabajo se hace llamar “mobbing” (Mob en inglés significa acosar o asediar). Esto se refiere al acoso que un empleado puede sufrir de parte de sus compañeros, ya sea a través de palabras, acciones o gestos que perturben el clima en la oficina.
Las víctimas suelen ser personas vulnerables, responsables, con religión o pensamiento cultural diferente y mujeres. Los agresores, por su lado, suelen ser personas inseguras. Por ello, recuerda que el acoso no se debe a tu comportamiento sino a sus propias inseguridades.
A diferencia del bullying en el colegio que suelen agredir a personas débiles, en el trabajo un agresor puede acosar a quien ve como una amenaza en su futuro laboral.
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El mobbing suele ser un generador de stress en el trabajador, incluso una situación como esta podría generar síntomas físicos como dolores de cabeza, lumbago, erupciones en la piel o alergias y transtornos estomacales. Las repercusiones psicológicas pueden ser ansiedad, insomnio e incluso depresión.
La mejor manera de enfrentar el mobbing es identificar la situación y tratar de confrontarla. Si eres una víctima, intenta hablar de manera racional con el agresor y si esto no funciona, es importante denunciarlo con tu superior. No intentes devolverle los insultos o gritarle, pues esto podría empeorar la situación. En el caso de que tu jefe sea el agresor, recurre al área de Recursos Humanos de la empresa y explica tu caso.
Es importante que lleves un registro de todas las agresiones y los nombres de los testigos. Esto será importante si decides llevar tu caso a tus jefes. Cuando llegue ese momento, expón tu problema de una manera calmada, si lo haces mostrando estar emocionalmente afectado, podrás recibir una mayor consideración de parte de tu superior.