#NiUnaMenos: Juntas somos más fuertes
#NiUnaMenos: Juntas somos más fuertes

Por Rosa Chávez

Todas lo hemos hecho en algún momento. Quien diga que no es una valiosa excepción o de milagro nació feminista, políticamente correcta, sensible. Todas hemos sido esa jueza implacable que critica a otra mujer porque sale con un hombre comprometido, lleva la ropa muy apretada, tiene hijos de distintos papás, “se expuso” al acoso callejero. No es para nada difícil vivir creyendo que las mujeres somos las principales responsables de lo malo que nos pasa –la infidelidad, la violencia sexual, las rivalidades en el trabajo– cuando aún estamos en medio del patriarcado.

El ambiente machista que nos rodea nos hace comulgar con una serie de supuestos que limitan el pensamiento y  conducta de mujeres y hombres. Entonces a veces se nos hace natural despotricar de otras, desconfiar entre nosotras, alejarnos en lugar de ayudarnos. 

Carla Olavarría y Karim Vargas, coaches certificadas y directoras del centro Aladas, enumeran algunos prejuicios y creencias que nos impiden tender lazos entre nosotras: 


- Prevalece la más fuerte.
- Mostrarte vulnerable es un signo de debilidad. 
- La realización se confunde con omnipotencia (“me hago sola”).
- Se promueve la competencia por encima de la cooperación.
- Se ansía total control sobre mente, cuerpo, trabajo, familia, amigos.
- Lo masculino es público, proveedor, fuerte, independiente, racional y lo femenino es privado, cuidador, sensible, dependiente, emocional. 

¿Qué hacer?
- “Para combatir los prejuicios sobre las mujeres hay que comenzar por nosotras mismas”, dice la psicóloga Lucy Ibáñez, creadora del blog de educación sexual “En el cuarto”. Para Ibáñez, un buen inicio sería el cuestionar nuestros pensamientos y expresiones acerca de las mujeres. Además, cada vez que nos encontremos con alguien que habla prejuiciosamente sobre una mujer, no temamos señalarlo. Aquí expresiones y pensamientos que debemos desterrar: 

- Si vemos a una chica con ropa ajustada evitemos decir o pensar que se viste así porque es “fácil”. En su lugar, podríamos aceptar que las mujeres tenemos diferentes formas de manifestar nuestra sexualidad y es válido hacerlo como una quiera.

- Dejemos de relacionar el mal humor de una mujer con su período menstrual. Esto invalida la idea de que tenemos derecho a molestarnos por las cosas con las que no estamos de acuerdo. 

- Si una mujer es o ha sido víctima de abuso sexual, evitemos pensamientos o comentarios que la señalen como la responsable de la agresión. 

- Una mujer que vive su sexualidad libremente no es promiscua. Recordemos que el mismo comportamiento no se critica en los varones (incluso se celebra).

- Si tenemos una jefa que busca ser eficiente, no la tildemos de mandona. Sin darnos cuenta, este pensamiento refuerza la idea de que una mujer no puede ser líder ni tener capacidad de mando. 

- Condenar lo que no compartimos solo nos desune y refuerza las ideas machistas de que las mujeres somos siempre envidiosas, competitivas, rivales entre nosotras. 

- Prefiramos la solidaridad, esa alianza que se forja entre mujeres para conseguir un mejor lugar en la sociedad, uno donde dejemos de ser las oprimidas. Un vínculo positivo basado en el apoyo y la confianza. Unidas somos más poderosas y acortamos el camino hacia nuestras metas.  

 

Contenido Sugerido

Contenido GEC