Ximena Velez-Zuazo: «Comer cebiche es un placer culposo»
Ximena Velez-Zuazo: «Comer cebiche es un placer culposo»
Redacción EC

María Inés Ching

Sol, mar y arena es el sueño de muchas mujeres que viven a kilómetros de la playa. Ximena Velez-Zuazo tiene el privilegio de trabajar allí. Desde pequeña se interesó en los organismos marinos: los observaba... pero luego los comía con limón y sal. Esa curiosidad se transformó en su trabajo y a veces sin saberlo, en una exposición al peligro: ha trabajado entre jaguares, otras veces en playas solitarias, quiso censar tortugas marinas en Indonesia rodeada de traficantes de estas especies, ha viajado pidiendo ‘jale’ por toda la costa peruana y ha estado en operaciones antidrogas pesqueras en Costa Rica.

¿Cómo eras de niña?

Mis experiencias siempre han sido en el mar. De chica, con mis hermanos, íbamos con un poquito de sal en una bolsita y limón. Buscábamos almejas de la playa, en una época en la que aún había. No era tanto una coleccionista, era más bien una comensal. Sacábamos los muy muy en la playa y unas conchitas para verlos, abrirlos y comerlos.

¿Por qué la Biología?

Fue casual: yo iba a estudiar Artes Plásticas, después me convencieron de estudiar Medicina, porque era buena en ciencias. Luego de un año en premedicina conocí a un estudiante que estaba preparándose para ir a la Universidad Cayetano Heredia y era el único que estaba contento en toda la ‘Pre’. Yo le pregunté «¿y tú por qué tan contento? ¡Si acá todos sufrimos!» Y me dijo: «a diferencia de ustedes que van a Medicina, yo voy a Biología». No me gustó Medicina, sufrí muchísimo ese primer año y me matriculé en Biología en Universidad Agraria de La Molina.

Si tuvieras que explicarle a un pequeño en qué trabajas, ¿cómo lo harías?

[Ríe]. Yo soy ecóloga molecular y trabajo en un laboratorio el 90% del tiempo y el otro 10% hago trabajo de campo. Si tuviera que explicarle a un niño le diría que me dedico a ver a los animales, pero al interior de ellos y a lo que nadie más ve, que son todas sus células y sus moléculas y toda su información genética...

Y eso ¿para qué sirve?

Para un montón de cosas: para saber su origen, qué especies son, quiénes fueron sus ancestros, cómo llegaron a ser lo que son ahora, cómo evolucionaron. A nivel de poblaciones: cómo se relacionan con otros individuos, su comportamiento migratorio, su estrategia reproductiva. Eso es lo básico.

¿Qué expectativas tienes de la COP 20?

Sería bueno que la gente entienda que el cambio de clima es algo natural, pero la forma en la que se da no es la normal porque estamos presentes. [...] Que la gente salga de la COP 20 entendiendo que hay un problema, que hay acciones individuales que se pueden hacer como tener un rol protagónico forzando, promoviendo y empujando a que nuestros gobiernos tomen la responsabilidad que merecemos para  mitigar nuestras acciones.

¿Cuál es el atentado ambiental más indignante?

La basura, la contaminación marina. Cuando uno pasa mucho tiempo articulando un mensaje o creando estrategias y tecnologías para reducir la contaminación en el mar; y ves que tu vecino vive enajenado de lo que está sucediendo: eso es lo que más me impacta. Mi preocupación más importante es el tema educativo.

¿En qué trabajas ahora?

Aquí en Puerto Rico, para mi tesis posdoctoral, analizo poblaciones invasivas que hay en el Caribe para entender a nivel molecular qué es lo que la hace exitosa a nivel genético. Y en el Perú colaboro en proyectos para mejorar la exportación de conchas de abanico.

¿Qué has dejado por proteger el ambiente?

Como trabajo en el ámbito marino y pesquero he dejado de consumir un montón de productos que no tienen un origen sostenible. Yo vivo en Puerto Rico, no consumo productos marinos como langostinos, por ejemplo, porque aquí vienen del sudeste del Asia, de proyectos acuícolas que destruyeron la mayoría de los manglares en Tailandia. Yo no los consumo y promuevo que la gente no los coma.

¿Comes cebiche en el Perú?

Sí, como cebiche y en general trato de pedir la pesca del día. Desde hace dos años empezamos una iniciativa con un amigo para conocer mejor cuáles son las especies que se comen y respetar las tallas mínimas y hemos aprendido un montón sobre especies en ese proceso. A no pedir, por ejemplo, un cebiche de corvina sino uno de anchoveta. Trato de ser una comensal más responsable e informada y pretendo que los restaurantes estén informados de las cosas que compran y sirven.

¿Entonces comer cebiche es tu placer culposo?

Sí, pero no lo es con algunas especies. Yo creo que todos debemos ejercer moderación. Como en todo: yo pienso que uno debe saber el origen de lo que come. Lo básico: saber de dónde viene, cómo se obtuvo, cómo está basado en la cadena de abastecimiento, cómo está la pesquería…

¿Qué consejo recuerdas que te ha marcado?

Cuando tenía 20 años, leí que las personas a esa edad éramos lo que íbamos a ser de adultos, solamente que no teníamos consistencia. Tenías que madurar, ponerle carne al tema. A los 20 años yo estaba estudiando Biología y estaba muy contenta con las cosas que hacía, y que hago hasta ahora.

*Perfil:

Ximena Velez-Zuazo es ecóloga molecular. Investigadora posdoctoral en la Universidad de Puerto Rico-Río Piedras. Tiene un doctorado y una maestría en Biología Tropical en la misma universidad. Sus estudios de pregrado los hizo en Biología, en la Universidad Nacional Agraria La Molina. Su principal interés es la recuperación y conservación de ecosistemas marinos a través de la investigación científica y la divulgación. Le gusta cocinar, dibujar, hacer ‘snorkeling’ y leer. Más sobre el trabajo de Ximena en 

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