Caterina Notargiovanni
Cuando el ginecólogo le confirmó el diagnóstico de virus del papiloma humano (VPH), Mariana sintió que su mundo se derrumbaba. No tanto porque ello significaba someterse a un tratamiento sino porque despertó sospechas de infidelidad de su marido. «Si el virus se transmite en las relaciones sexuales y si yo no había estado con nadie más, ¿qué otra cosa podía pensar?», recuerda esta abogada de 37 años, casada desde hace 10 y con dos parejas sexuales anteriores en su legajo.
Idéntica fue la reacción de Marcos -profesor de economía de 30 años- cuando fue al urólogo a tratarse unas verrugas que le habían salido en el glande. «Primero me concentré en curarme y luego en averiguar si mi mujer me estaba engañando», relata.
Pero lo que ninguno de los dos sabía entonces es que con el VPH, uno más uno no siempre es dos y que aunque los síntomas aparezcan hoy, el contagio pudo haberse producido años atrás, en una relación anterior.
Y tampoco sabían que el 80% de las personas sexualmente activas son portadoras de alguno de los 100 subtipos descritos, lo cual deja pocas posibilidades de cruzarse con un compañero sexual que no sea portador.
Así que antes de hacer acusaciones, es mejor conocer las implicancias de un virus que comparte lecho con la mayoría de las parejas del mundo.
HUÉSPED VITALICIO
Cuando se trata de salud sexual, un contagio a menudo despierta sentimientos de culpa, enojo y desconfianza, además del malestar físico. Por eso conviene estar bien informados. «Debemos enfocarnos en el hecho de que la persona pudo haberlo adquirido en su primera relación sexual, no tener ningún problema y luego hacer la manifestación cuando, por ejemplo, tiene las defensas bajas», explica la doctora Jeannette Marchena, ginecóloga, obstetra y sexóloga en la Clínica Delgado.
Así que hay que aprender a convivir con el virus. ¿Cómo? En primer lugar, siguiéndole los pasos con controles ginecológico anuales (Papanicolau y colposcopía). Según la especialista, lo ideal sería empezar los chequeos al año de la primera relación sexual.
Segundo, utilizando preservativo, que tiene una efectividad de protección del 80%. «Ese 20% de riesgo se debe a que el VPH no solo se aloja en el pene, también en los testículos, y el roce de estos con el área perivaginal puede provocar el contagio», indica Marchena. El virus también puede estar en la boca, así que para el caso del sexo oral, no hay protección que valga.
Para las mujeres sin pareja estable, la recomendación es someterse a un PAP cada seis meses y exigir preservativo. Las monógamas con el virus en estado ‘latente’ (inactivo), pueden saltarse el condón, siempre y cuando su pareja también practique la monogamia.
Paralelamente, es importante no fumar y cuidar la dieta, porque una persona con sistema inmunológico fuerte corre menos riesgo de contagio.
Mariana y Marcos nunca supieron si sus parejas les habían sido infieles, pero a partir de los diagnósticos comprendieron que no necesariamente y que, incluso, ellos mismos podían ser los vectores del contagio.