/ NoticiasInformación basada en hechos y verificada de primera mano por el reportero, o reportada y verificada por fuentes expertas.
| Informativo
Día del Disco de Vinilo: antecedentes, venta y uso en el Perú desde los años 50
Cada 12 de agosto se celebra el Día Internacional del Disco de Vinilo. La historia de cómo llegó a ser clave en la industria discográfica y en la evolución de la tecnología del sonido es realmente fascinante. En el Perú reinó desde la década de 1950.
Los primeros registros sonoros realizados con aparatos nos llevan a la lejana década de 1860, cuando el francés Édouard-Léon Scott de Martinville usó su ‘fonoautógrafo’ para grabar los primigenios sonidos. A este pionero se sumaría años después, en 1877, Thomas Alva Edison, cuyo fonógrafo grabó y reprodujo los sonidos. El camino tecnológico estaba llano para que la industria del sonido creciera desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX a la velocidad de un rayo.
La deseada materialización de algo tan inasible, efímero y deslumbrante como un sonido, motivó a un grupo de inventores a crear los formatos y soportes necesarios para retener los efectos sonoros y, lo más importante, para lograr su reproducción. Cuando esto se logró hacer a gran escala, ya era un síntoma de otros tiempos.
La denominada ‘acústica analógica’ empezó con los fonógrafos; en estos, las vibraciones mecánicas creaban surcos dentro de un cilindro de cera, los cuales permitían la reproducción sonora con una aguja conectada a un audífono de gran dimensión.
Se registraron así, en un primer momento, conversaciones, monólogos, declamaciones, la palabra oral, en suma; el propio Thomas Alva Edison usó su fonógrafo para grabar algunos versos de una popular canción infantil: “Mary Had A Little Lamb” (“María tenía un corderito”), y los reprodujo para su propio goce y el de su familia.
Era cuestión de tiempo para que la música también quedara registrada y fuera escuchada a gusto del oyente. Esto ocurrió a finales de la década de 1880, específicamente en 1889, cuando apareció el gramófono (o gramola) de Emile Berliner, el cual utilizaba unos discos planos. Pero eso ocurría en Europa. En el Perú, la cuestión sonora iba a otra velocidad, pues recién 1892 el fonógrafo hizo su arribo a la capital limeña.
CUESTIONAMIENTOS A LA REPRODUCCIÓN MECÁNICA DEL SONIDO
Las primeras décadas del siglo XX fueron de grandes avances, pero aun así la industria del disco y la reproducción mecánica se enfrentó a serios cuestionamientos. En 1936, por ejemplo, el filósofo judío-alemán Walter Benjamin publicó el ensayo: “El arte en la era de la reproducción mecánica”. Allí el pensador se preguntaba por el lugar del arte en esta industria que cada vez más acaparaba la atención del consumidor.
Incluso, Benjamin llegó a decir que “en la reproducción mejor acabada falta algo: el aquí y el ahora de la obra de arte, su existencia irrepetible en el lugar en que se encuentra (…) El aquí y ahora del original constituye el concepto de su autenticidad (…)”. La consecuencia de todo ello, indicaba Benjamin, era una pérdida irremediable de la “singularidad”, desvinculándose de su propia tradición. Ese era el temor de este y otros intelectuales occidentales. Pero el paso del tiempo, al menos en este punto, no les dio totalmente la razón.
El gramófono fue, sin duda, el primer sistema de grabación y reproducción de sonido que usó discos planos (disco de 78 RPM - 78 revoluciones por minuto); unos discos que primero se hicieron de goma laca y luego de plástico.
De esta manera, pasó al olvido el cilindro del fonógrafo y estos discos cobraron protagonismo. Sin embargo, en ese primer decenio de su uso (1890-1900), el público solo podía reproducir el sonido por un solo lado del disco. Ello cambió justamente a inicios del siglo XX, empezando a grabarse por ambos lados.
Como toda tecnología, esta fue evolucionando. Hacia 1925, la aparición de válvulas y lámparas electrónicas permitieron amplificar el sonido antes y después de grabar un disco. Fue el primer paso para crear el primer tocadiscos, que poseía un motor eléctrico que movería una plataforma giratoria a una velocidad continua.
Los discos de 33 RPM habían aparecido con el sello de RCA Victor, a comienzos de los años 30. El tiempo de grabación se prolongó y pasó a ser de entre 15 a 20 minutos de música por cada lado del disco, el cual, hecho antes de un material frágil como la ‘goma laca’, pasó a ser elaborado con un material de soporte plástico, llamado ‘policloruro de vinilo’. De allí, justamente, viene el nombre de ‘vinilo’.
Este nuevo disco apareció en 1948, año en que la casa discográfica ‘Columbia Records’ lo lanzó en los Estados Unidos de América (USA). Fue, sin duda, uno de los hitos más importantes en la reproducción mecánica del sonido y en el consumo masivo.
La publicidad para la venta de los discos de vinilo era moneda corriente en los diarios peruanos desde comienzos de la década de 1950. En el diario El Comercio, las ofertas navideñas de 1952 señalaban: “Discos americanos Remington”. Eran, por supuesto, “Long Playing de 33.1/3 rpm”. El Perú era testigo entonces de una gran industria importadora en pleno auge.
Intimidados por la imagen que generaba en esos años una dictadura como la que impuso el general Manuel A. Odría (1948-1956), los peruanos vivieron en sus casas o clubes sociales la alegría del disfrute musical. Ellos tenían acceso a unas promociones discográficas que indicaban que estos “LP” eran “iguales a los mejores, pero más baratos”.
En los lugares de venta, el público melómano podía pedir no solo la lista de precios de los discos sino también el catálogo de los autores. En la mayoría de los casos, la oferta no bajaba de “300 obras”. Se ofertaban, en la mayoría de los casos, composiciones de autores de música clásica, “óperas completas”, decían los avisos. Y estas eran interpretadas por grandes orquestas sinfónicas de Europa y EE.UU.
Los más solicitados eran ‘El Barbero de Sevilla’, de Rossini; ‘La Boheme’, ‘Tosca’ y ‘Madama Butterfly’, de Puccini; ‘Aída’, de Verdi; ‘La flauta mágica’ y ‘Don Giovanni’, de Mozart, entre otras obras óperas. Sin embargo, la oferta con música popular (música criolla, por ejemplo) también estaba presente en el Perú, y no tardaría en hacerse grandemente masivo y festivo.
Aparecieron a la par, luego superar la etapa de los históricos gramófonos, los recordados tocadiscos modernos, tanto en formato pequeño como dentro de muebles tipo radiolas, donde reinaba el tornamesa y la aguja de diamante. En esos primeros años de la década del 50, eran populares y se ofrecían al público “tocadiscos de tres velocidades Melodic”.
Los discos de vinilo reinaron toda la década de 1950 y 1960, y ya en el decenio de 1970 serían asediados por los cassettes (que fueron creados en 1970). No obstante ello, los vinilos sobrevivieron con dignidad, y aun lo siguieron haciendo durante los años 80, con la proliferación de los discos compactos (CD), que surgieron a la mitad de los años 80. Estos últimos reinaron desde esos años hasta bien entrado el siglo XXI, dejando en un olvido momentáneo al vinilo.
Pero, en realidad, los discos de vinilo nunca nos dejaron, por más que luego llegaran para destronarlo el cassette, el CD y, finalmente, la música en formato digital (desde 1993 el MP3, y Spotify desde el 2006.). A comienzos de la década pasada, hacia el 2012 ya se hablaba de un “regreso del tocadiscos” o de un “retorno al vinilo”.
Ese disco fantástico, el de vinilo, cuyo día se celebra hoy 12 de agosto y que empezó a ofertarse en el Perú en los primeros años de la dictadura de Odría, volvería a nacer con la ayuda de la tecnología del siglo actual. Y es que las bandas del ayer, pero también de las últimas generaciones sacaron desde el decenio anterior, y en medio de sus posibilidades, “ediciones limitadas” de sus discos en vinilo. Las imágenes de estos discos llegaron de nuevo -desde esos años- a los escaparates de las tiendas de música y de las páginas de venta por Internet.
VIDEO RECOMENDADO
Nuestro Archivo Histórico presenta su tienda virtual