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La frenética historia de la huelga policial de 1975: hace 50 años Lima vivió caos y violencia en sus calles | FOTOS
La huelga de la Guardia Civil en febrero de 1975 desató el caos en Lima: delincuentes aprovecharon la ausencia policial para saquear e incendiar tiendas en el centro de la ciudad. En respuesta, el Ejército y agentes de la Policía de Investigaciones (PIP) intervinieron con extrema violencia, dejando un saldo trágico de muertos y heridos en una de las jornadas más sangrientas de la historia peruana.
El gobierno militar del general Juan Velasco Alvarado (1968-1975) llegó al poder tras el golpe de Estado que derrocó al presidente constitucional Fernando Belaúnde Terry el 3 de octubre de 1968. Sin diálogo ni consenso con la clase política, la fuerza militar se impuso en el país. Casi al final de su mandato, entre el 5 y 6 de febrero de 1975, cientos de agentes de la Guardia Civil también recurrieron a la presión: iniciaron una huelga general para exigir mejores condiciones. Sin embargo, el resultado fue devastador: Lima se sumió en el caos, la anarquía y una ola de violencia que tiñó de sangre las calles que estos mismos policías juraron proteger.
Ya no eran los militares, sino los propios policías, el cuerpo de seguridad más cercano a la población, quienes desafiaban al gobierno. Tras seis años y cuatro meses en el poder, el régimen dictatorial del general Juan Velasco Alvarado mostraba un evidente desgaste político, lejos del respaldo popular que tuvo en los inicios de su “Gobierno Revolucionario”. En ese escenario de debilidad, estalló la huelga policial que desató el desorden completo en Lima.
Ese verano de 1975, la tensión estalló en las calles de Lima. Un grupo de policías, impacientes por sus precarias condiciones laborales, inició una huelga que coincidió con el descontento generalizado por la profunda crisis económica y social del régimen velasquista.
Los primerosdías de febrero marcaron el punto de quiebre: saqueos, violencia y caos se apoderaron de la ciudad. Pero esto solo fue el inicio de un ciclo de protestas que, con el tiempo, abarcaría a diversos sectores de la sociedad peruana.
LIMA, 6 DE FEBRERO DE 1975. HUELGA POLICIAL. SAQUEOS. (FOTO: ARCHIVO HISTÓRICO DE EL COMERCIO)
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El 5 de febrero de 1975, Lima no estaba preparada para lo que viviría en esos días. En medio del calor sofocante y una ciudad abarrotada de gente, la Policía inició una de las huelgas más impactantes y aterradoras del siglo XX. No es exagerado describirla así, ya que, además de los informes oficiales, circularon múltiples versiones sin confirmar que aumentaron el miedo y la incertidumbre en la capital peruana.
El gobierno respondió con mano dura a la huelga policial y al caos desatado en Lima. El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas asumió el control para reprimir la rebelión de los agentes, mientras que la Policía de Investigaciones del Perú (PIP) se encargó de contener los saqueos y la ola de delincuencia que aprovechó la ausencia de vigilancia.
Con dos crisis en paralelo -una insurrección policial y una ciudad sumida en la anarquía- febrero de 1975 quedó marcado como uno de los episodios más violentos en la historia reciente del país.
LaGuardia Civilacumulaba una serie de reclamos por sus condiciones laborales. Entre sus principales exigencias estaba el esclarecimiento de una presunta agresión verbal y física de un general del Ejército contra un subalterno policial.
LIMA, 6 DE FEBRERO DE 1975. HUELGA POLICIAL. DISTURBIOS. (FOTO: ARCHIVO HISTÓRICO DE EL COMERCIO)
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Además, demandaban el control de la mutual del personal policial, un aumento salarial y una profunda reorganización del cuerpo. Estas tensiones, sumadas al descontento general, fueron el detonante de la huelga policial de febrero de 1975.
La madrugada del miércoles 5 de febrero de 1975 marcó el inicio de la violencia capitalina: soldados del Ejército, respaldados por tanques de guerra provenientes del cuartel Hoyos Rubio en el Rímac, irrumpieron con fuerza en el cuartel de Radio Patrulla en La Victoria, donde se refugiaban los policías en huelga. El asalto fue brutal: a sangre y fuego, numerosos agentes fueron detenidos.
A lo largo de ese 5 de febrero -en la mañana y tarde-, los saqueos a tiendas de electrodomésticos se multiplicaron, mientras agitadores políticos incendiaban los edificios de los diarios Correo y Ojo, así como diversas sedes institucionales y locales privados en los alrededores de la Plaza San Martín.
Incluso el recién inaugurado Centro Cívico de Lima, el rascacielos más alto de la capital en ese momento, fue parcialmente incendiado, dejando una escena de destrucción que marcó la historia de la ciudad. El caos y la anarquía se apoderaron de Lima aquel nefasto 5 de febrero de 1975, dejando a su paso una estampa de destrucción: autos y camionetas destrozados por la turba, incendios y saqueos incontrolables.
LIMA, 06 DE FEBRERO DE 1975. HUELGA POLICIAL. RESGUARDO MILITAR. (FOTO: ARCHIVO HISTÓRICO DE EL COMERCIO / HUMBERTO ARTADI)
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La población vivió momentos de miedo e incertidumbre mientras el gobierno de Velasco Alvarado, ya en su fase final -sería reemplazado en agosto por el general Francisco Morales Bermúdez ese mismo año-, intentaba contener la violencia con medidas drásticas. A pesar de su desgaste, el régimen no estaba dispuesto a permitir el desorden y los actos de pillaje que sumieron a la capital en una de sus jornadas más caóticas del siglo XX.
En respuesta a la locura desatada en Lima, el Ejército desplegó coches blindadosy tanques del cuartel Hoyos Rubio, patrullando el centro de la ciudad para restablecer el orden. Las tropas repelieron a los saqueadores y capturaron a varios delincuentes, transportándolos en portatropas.
Ante la escalada de violencia, el gobierno militar decretó la suspensión de las garantías individuales y estableció un estricto toque de queda en Lima y Callao, vigente desde las 10 de la noche hasta las 5 de la madrugada, en un intento por sofocar la revuelta y recuperar el control de la capital.
Las cifras oficiales reflejaron la magnitud de la tragedia: 86 muertos, 162 heridosy 1,012 detenidos. Además, al menos 162 tiendas fueron saqueadas y varios edificios públicos quedaron seriamente dañados o destruidos.
LIMA, 6 DE FEBRERO DE 1975. HUELGA POLICIAL. TANQUETAS DEL EJERCITO RECORREN LAS CALLES DEL CENTRO DE LIMA. (FOTO: ARCHIVO HISTÓRICO DE EL COMERCIO)
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El Centro de Lima se convirtió en un campo de batalla, con enfrentamientos y disparos constantes que se extendieron desde la mañana del 5 de febrero hasta la madrugada del día siguiente, 6 de febrero de 1975.
LAS CONSECUENCIAS DE LA HUELGA POLICIAL
En una operación a gran escala, agentes de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP) lograron recuperar una gran cantidad de bienes robados durante los saqueos en Lima. Sin embargo, el operativo no fue fácil: muchos saqueadores se resistieron, dejando un saldo de al menos 15 agentes heridos.
En las viviendas cercanas al centro de la ciudad, las autoridades encontraron lavadoras, refrigeradoras, televisores, ventiladores e incluso motocicletas, junto con ropa, muebles, camas y roperos. Esta acción fue clave para restablecer el orden tras uno de los episodios más violentos en la historia peruana.
El jueves 6 de febrero de 1975, el gobierno de Velasco Alvarado decretó día no laborable en un intento por recuperar el control de la ciudad tras la ola de violencia. A lo largo de la jornada, los agentes de la Guardia Civil comenzaron a reincorporarse a sus funciones.
En tanto, el municipio de Lima desplegó a sus trabajadores de limpieza en una doble jornada para despejar las calles del centro, epicentro de los saqueos, enfrentamientos y destrucción. Así, la capital iniciaba un difícil proceso de recuperación.
LIMA, 10 DE MARZO DE 1975. HUELGA POLICIAL. RECUPERAN MÁQUINAS DE ESCRIBIR ROBADAS DURANTE LOS DISTURBIOS DEL 5 DE FEBRERO. (FOTO: ARCHIVO HISTÓRICO DE EL COMERCIO / ARMANDO TORRES)
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Para evitar nuevos disturbios, el Ejército desplegó un fuerte resguardo en el Centro de Lima, con especial vigilancia en el Jirón de la Unión, la Plaza de Armas y el Mercado Central. Además, las fuerzas militares patrullaron distintos distritos de la capital para garantizar el orden.
No obstante, el miedo seguía latente: boticas, panaderías y bodegas atendieron a sus clientes con las puertas cerradas, despachando solo a través de pequeñas rendijas. La ciudad, aún conmocionada, intentaba retomar su vida normal.
Fueron dos días de caos y terror que dejaron una advertencia contundente para el gobierno militar: sin la presencia policial, Lima -y todo el país- podían sumirse en la anarquía. La huelga expuso la fragilidad del régimen y el descontrol absoluto que podía desatarse en cuestión de horas, convirtiendo a la capital en un escenario de violencia, saqueos e incertidumbre. Sucedió hace 50 años.