Mi sueño se hizo realidad
LO SOÑÉ, PERO NUNCA ESPERÉ QUE PASARA.
¿Pensaron que se trataba de un hombre? ¿Quizás qué ya tenía novio? ¿Que por fin me había enamorado? Pues, no. Pero hoy, eso no me preocupa en lo más mínimo. Este sueño va por otro lado; en el que en definitiva existen hombres se han visto involucrados e implicados. Pero este sueño, a punto de cumplirse, tan oculto, temido e inalcanzable, tanto, que hasta ahora no me lo creo, es mío; y ya sé que suena a frase hecha, que llamarlo de este modo es huachafo, cursi y hasta tonto. Pero no hay otra manera de nombrarlo. Son las palabras exactas para decirlo. No existen otras. Mi sueño se hizo realidad: he escrito y voy, bueno, voy es un decir, van a publicar mi primer libro.
He estado pensando en cómo así empecé a escribir, y he llegado a la conclusión de que la culpa la tuvo un hombre. Ese no es otro que mi padre. Ocurrió así. No sé cuantos años tenía exactamente, pero era aún una niña cuando mi madre me advirtió, con un tono de confidencia, que escondiese mis diarios porque mi papá los había leído. Al mismo tiempo en que sentía que mi piel se erizaba, mi cara se coloreaba de varios tonos de rojo, mis manos empezaban a temblar, busqué al toque en mi comodita blanca –ésas que ahora están de moda, dizque retro-, llena todavía de stickers gastados de Hello kitty y Sarah Kay, los cuadernos tripleraya en los que todos los días escribía. Cuando me di cuenta que no estaban ahí, me dio miedo. Seguro no había en ninguno ningún tipo de contenido triple xxx, pero si todo mi interior. Me sentí desnuda, expuesta.
Desde ese día me oculté tras la ficción y empecé a escribir, ya no en primera persona y ni siquiera con una voz femenina. Seguí escribiendo pero como si fuera un hombre y cuando hablaba de mí misma lo hacía desde este personaje masculino, inexistente y claro, alterando tiempos, espacios, nombres, circunstancias. Con el tiempo se hizo ya una costumbre en mí ¿Quién iba a pensar que mi padre, al que califiqué de tirano por haber invadido mi infantil privacidad, había hecho algo mágico para mí?; eso y su amor por el cine y el teatro alimentaron mis fantasías, que mi madre complementó en todas las noches en las que leía para mi hermano y para mí, compañeros de habitación de infancia, una y otra vez, sin cansarse, los cuentos de Oscar Wilde, unos recontra trágicos cuentos rusos (que hace poco confesó entre risas, durante un almuerzo familiar, que la razón por la que los compraba cada día en el mercado era por que costaban un sol) e historias que ella misma se inventaba para hacernos dormir. Lecturas que después continué en la soledad de mi habitación y que me intoxicaron de amor por el orgulloso Sr. Darcy de Orgullo y Prejuicio, que me hicieron seguir a Anna Karenina hasta las rieles del tren o que me hicieron desear acompañar a Holden Caulfield por las calles de Nueva York.
Pero no puedo dejar de mencionar al amor. Desde que tuve mi primer amor platónico, me dediqué a escribirles. A Gustavo Cerati, recuerdo, le escribí una novela de tres tomos. Ahora me río cuando escribo “novela” porque en realidad fueron tres cuadernos forrados de vinifán donde me inventé toda una historia en la que él y yo éramos amantes, o lo que eso puede significar para una chica de once años. Cuando los chicos de mi vida fueron reales, me volví una experta en escribir cartas de amor. Fue esa educación sentimental epistolar la que me permitió escribir las cartas más bonitas que le escribí a nadie durante los tres primeros meses que viví en Barcelona, a mi infiel Santiago. Él hasta ahora me dice que esa infaltable correspondencia diaria hizo que se enamorase más y que partiera como un loco en mi busca trasatlática. Las cartas, cuando estuve sola volvieron a ser un diario personal que acumulé en mi laptop durante años. Confesiones sin destinatario, desgarros y alegrías solitarias, que sin darme mucha cuenta me hicieron hablar sin hablar.
Cada novio, cada ilusión, cada decepción fue un pretexto, un nuevo capítulo con que llenar páginas y páginas. Quizás por eso pienso que lo que escribo es un poco cursi, porque de alguna manera el amor, el desamor, la nostalgia, la pasión, marcaron todas esas letras, todos esos pensamientos secretos, la construcción de mi memoria, de mi propia historia. Pero de ahí, a pensar en publicar un libro, había toda una distancia, que jamás pensé recorrer.
Siempre recuerdo las palabras de mi mejor amigo (el hombre perfecto sí existe) cuando en uno de esos momentos de completa incertidumbre, le pregunté, cansada de preguntármelo a mí misma, ¿qué hago? Había terminado de estudiar, no conseguía un trabajo relacionado con mi carrera, no tenía idea sobre si quedarme a vivir allá, volver a Lima, podía vivir alejada de mi familia, no tenía ataduras en el ámbito amoroso, pero si un millón de dudas. Hasta llegué pensar que hacer el camino de Santiago de Compostela, me daría alguna respuesta. Lo único que obtuve, además de ampollas en los pies y una experiencia maravillosa, fue un signo de interrogación aún más grande, que seguía latente en mi cabeza. Fue entonces, ante mi confusión, cuando Joaquín me dijo: tú puedes hacer lo que tú quieras.
Yo lo miré con cara de acabar de oír por primera vez que la tierra es redonda, pero fue verdad, y es verdad. Las certezas son más sencillas de lo que uno se imagina. Uno, todos, podemos hacer lo que queramos. A raíz de todo esto, comencé a pensar en los sueños. En lo poderosa que es la imaginación y más aún, la voluntad. Sin querer sonar a manual de autoayuda, con mis temores y terrores, con ese silencio que he arrastrado por años, con mi ya mil veces admitida y odiada –otras tantas- timidez, tome una decisión a fines del año pasado me atreví a hacer lo que yo quería. Puse en las manos del editor, desconocido para mí, que me propuso la publicación del libro, un puñado de textos que no había leído nadie más que yo.
Estos días no han sido fáciles. He tenido obstáculos en diferentes ámbitos de mi vida, incluido el sentimental, pero la rueda gigante que es la vida va para delante. Aunque a veces requiera un poquito más de esfuerzo. Ésta es una de las pocas veces, y lo digo sin falsa modestia, en que me siento tranquila, y si, un poco orgullosa de mi misma. Pero más que eso, contenta.
Vengan, acompáñenme el próximo miércoles 16 de abril a la presentación de Algunas Fotos Tuyas, en la Librería Ksa Tomada (Av. Conquistadores 1238 – San Isidro) a las 8 p.m., y no se olviden de traer un botiquín que tenga litros agua de azahar, un ansiolítico por si acaso, alcohol por si me desmayo y una sonrisa que me dé seguridad. A mi lado estarán comentando Alvaro Lasso, María Luisa del Río, blogger vecina (pequeño detalle) y mi amiga, actriz y blogger también Jimena Lindo (lindimismasoy).
Quiero compartir éste día con ustedes, que de una manera muy directa están también implicados. Busco Novio desencadenó todo esto, y sin ustedes no habría blog. Así que: gracias, gracias, gracias. La niña que escribía a escondidas a todas horas, y que aún llevo en mi interior, les agradece desde ahora su presencia y su compañía. Ahora entre mis brazos no tengo un chico. Tengo mi primer libro; y no puedo estar más feliz.
Más información en aliciabisso.com
PD Este Martes 15 a las 9 pm estaré, al lado de mi amiga Jimena Lindo, en Spencer en vivo a través de La habitación de henry spencer
PD 2 Esta es la conversación en Spencer en vivo con Jimena Lindo
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CANCIÓN PARA CUMPLIR SUEÑOS
Escucha aquí un extracto de “Lay your head down” de Keren Ann
COMO EN LA VIDA DE TANTAS PERSONAS, A VECES SE NECESITA UN EMPUJÓN PARA VENCER EL MIEDO (EN ESPECIAL, LAS NIÑAS T