He vuelto
Aquí estoy, de vuelta en el teclado. Como siempre, empiezo con las confesiones. Estoy excitada y nerviosa, como si me estuviera arreglando para la segunda cita con alguien que en realidad me gusta.Extrañaba este ritual. Ponerme los audífonos, buscar el playlist preciso, acomodarme y empezar a escribir. Me doy cuenta de lo mucho que he extrañado estas sesiones frente a la pantalla, y el cariño que le tengo a “busco novio”; quizás porque ha entrado al ranking las relaciones de amor más largas que he tenido en mi vida, o por lo mucho de mí ha pasado por aquí.
Después de esta primera confesión, vienen las explicaciones. ¿Por qué me fui?
Como mucho en mi vida, no fue algo que planeé hacer.
Si alguien me hubiese dicho todo lo que iba a pasar en la segunda mitad del año pasado y casi todo el 2014 que ya se acaba, me hubiera reído en su cara o lo hubiera escupido.
Y antes de seguir, solo puedo decir que estoy absolutamente segura que mi vida ha dado dos vueltas completas. Si alguien vio la película “Los Amantes del Círculo Polar” me podrá entender mejor. Con vuelta me refiero a todo ese recorrido que uno hace hasta llegar a un punto en el que se ve entre la espada y la pared: cambiar o morir (también se podría aplicar la popular: cambiar o ser infeliz el resto de la vida, que viene a ser exactamente lo mismo), y este final es un gran derrumbe que precede al orden. Es decir, irse al demonio, tocar fondo, caer al túnel sin fondo, perderse en la nada y con suerte, ayuda o la voluntad suficiente, volver.
Durante este silencio pasó de todo y terminé ahí perdida en el laberinto. Terminé cediendo ante una relación a la que me negué al principio y estuve ilusionada hasta se terminó. Acto seguido, la relación-rebote más conocida como el “error que nunca debió suceder”. Y no hablo solo del territorio emocional-romántico, no, esta vez el tsunami arrasó con todo. Sacudidas laborales, cachetadas familiares, decepciones de personas queridas, más desilusiones que las que pensé que podía soportar, amigos que desaparecieron, relaciones rotas para siempre.
Pero no fue un capítulo más de su novela de las 3 pm. “El mundo versus Ali”, es mucho más simple todo. La vida se portaba tal como es: real, y lo que estaba en juego era cómo lidiar con ella.
Esa lo más tranca que he tenido que aprender –y en eso sigo-: la única persona responsable de uno, es uno mismo. No hay nadie más a quien lapidar por nuestras elecciones, errores, malos ratos, tristezas, lutos y culpas. Por eso es justamente que la soledad cuesta tanto para algunos, porque no es fácil enfrentarse a uno mismo y rendir sus propias cuentas.
Entonces, digamos di tumbos. Me encerré en el trabajo, dejé de ver gente (seguro porque tampoco quería que nadie me viera a mi tal como me percibía; una loser, una víctima, la reina de la mala suerte, qué se yo), me quise menos, me dejé de querer por ratos, me odié muchos otros, también me autodestruí lo suficiente como para encontrar finalmente en la soledad y el silencio la tranquilidad necesaria para volver a armar mi castillo de naipes.
Y lo hice.
Yo solita. Recuperé las relaciones que importan en mi vida, deseché otras. Empecé a cambiar mi forma de lidiar con las personas, en lugar de juzgarlas, culparlas o frustrarme por tratar de cambiarlas. Empecé a lidiar conmigo de en vez de juzgarme, culparme y tratar de obligarme a ser otra. Pero por más que todo parecía más ordenado y pacífico, algo no terminaba de cuadrar. Una puerta seguía cerrada. Sip. Esas barreras dentro de la que tan cómodo se vive mi lado emocional-romántico miden unos siete kilómetros de ancho y unos dieciocho de alto.
Hace once días me di cuenta que como el resto de compartimientos de mi vida, este también se ha visto ligeramente removido. Es decir, y lo digo con la sonrisa del gato gordo de Alicia (la del país de las maravillas), hay trabajo por hacer. Y esta es una de las razones que me motivó a volver.
Así que bueno, en resumen les anunció que mi vida –y este blog-, continúan.
Tercera vuelta. Última temporada, quizás.
Gracias por la paciencia, necesitaba el respiro que me tomé.
Ahora cada diez días, vuelvo con todo los que les tengo –y quiero-contar.
Le agradezco a los capos de YES por el diseño del header de portada, ¡se pasaron!
Y aquí, mi película favorita del 2014: Frances Ha.