El azúcar de la leche podría hacerlo envejecer más rápido
Este artículo no tiene la intención de ir contra la industria lechera. Este artículo no tiene la intención de ir contra los gustos de la gente a quien le encanta tomarse su lechecita diaria.
Este artículo tiene la intención de decirle que la leche no es necesaria para la alimentación de un ser humano y que el disfrutarla es, más que una cuestión de salud y nutrición, una cuestión de gusto y costumbre.
Este artículo tiene la intención de recordarle que la única y fundamental leche que debe consumir el ser humano es la leche materna y que ese consumo debe ser obligatorio hasta el primer año de vida y que el consumo de leche de vaca, de cabra, de burra u otro mamífero a partir de esa edad es simplemente opcional.
Este artículo tiene la intención de liberar emocionalmente a los padres de familia que sufren enormes complejos de culpa porque sus hijos rechazan la leche y están creciendo sin ella. Este artículo tiene la intención de informar sobre el último estudio publicado en el British Medical Journal que cuestiona las aparentes propiedades de “súper alimento” de la leche. Este estudio –y la motivación para escribir esta columna- dice que el consumo de leche provoca mayor mortalidad y fracturas en hombres y mujeres adultos que consumen leche regularmente.
Mamíferos
Los mamíferos somos una clase de animales que nos caracterizamos por un hecho fundamental: nacemos tan inmaduros que necesitamos obligatoriamente alimentarnos succionando las glándulas mamarias (tetas) de nuestras madres. Sin esa leche materna, el mamífero recién nacido no podría sobrevivir.
Al respecto, es importante saber que cada tipo de mamífero produce un tipo de leche que es específico para su especie (en biología se llama especie-específico). La leche de burra es para los burritos, la de coneja para conejitos, la de hiena para hienitas, la de tigresa para tigrillos, la de elefanta para elefantitos, la de vaca para terneritos y la de mujer para bebitos humanos.
El asunto es que en los albores de la humanidad, aquella mujer que no producía leche cuando nacía su bebe, prácticamente lo condenaba a muerte. Quizás por eso, aparecieron las nodrizas o amas de leche, que se prestaban voluntariamente a amamantar a los bebes cuyas madres eran incapaces de producir su propia leche.
Ese grave asunto se solucionó hace aproximadamente 8,000 años atrás cuando el ser humano domesticó el uro o auroch, enorme buey salvaje que habitaba las planicies de Europa, Asia y el Norte de África. El resultado de esa domesticación fue la vaca, cuya leche vino a ser una bendición para las tribus nómades de la época. Existen especies de vacas, como la Holstein, que pueden producir hasta 30.000 litros de leche al año.
La leche de vaca se convirtió entonces, desde esas épocas de relativa dificultad para conseguir alimentos de alta calidad, en una bendición. Imagínense, tener en un pocillo de leche 18 de los 22 nutrientes esenciales, era simplemente maravilloso y ya niños y adultos podían alimentarse mejor. Debido al alto número de casos de raquitismo, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos ordenó el fortalecimiento de la leche con 100 Unidades Internacionales (UI) de vitamina D por taza en 1933.
Y así empezó entonces el consumo masivo de leche y sus propiedades saludables se convirtieron en un dogma social muy difícil de erradicar. ¿Quién podía atreverse a decir que la leche no era saludable? y más aun, ¿Quién podía decir que la leche podía NO ser saludable y que pueda causar daño en los que la consumen regularmente?
Problemas con la leche
El asunto es que si aceptamos nuestra condición de mamíferos en que solo necesitamos tomar leche durante los primeros meses de la vida, la gran pregunta es ¿por que seguimos tomando leche durante nuestra vida adulta? Por lo anteriormente expuesto, lo hacemos simplemente por costumbre y conveniencia. Todos los nutrientes que tiene la leche están presentes en los alimentos que como niños y adultos consumimos diariamente, la leche no tiene ningún nutriente mágico.
Intolerancia a la lactosa. La lactosa es un tipo de azúcar que se encuentra a una concentración de 5 gramos por cada 100 centímetros cúbicos de leche (5%). Para su digestión, la lactosa debe desdoblarse en sus dos azúcares simples (galactosa y glucosa) por la actividad de una enzima intestinal llamada lactasa (una especie de tijerita que “corta” la lactosa en sus dos azúcares).
El problema es que esa lactasa se acaba con el tiempo en el 60-80% de los seres humanos, especialmente de las poblaciones africanas, asiáticas e indígenas americanas. Las poblaciones nórdicas europeas están genéticamente determinadas a tener más lactasa durante su vida y solo 5% de ellos sufren de intolerancia a la lactosa.
De tal modo que en algún momento de la vida (incluso en la niñez), muchas personas ya no pueden desdoblar la lactosa y esta actúa como un poderoso laxante, ocasionando gases, dolor de vientre y molestosas diarreas.
Obviamente, para solucionar este problema, estas personas deberían regresar a la condición normal de un mamífero adulto: dejar de consumir leche.
Alergia a la leche. Esta condición se presenta generalmente en niños menores de un año que presentan serias reacciones alérgicas a las proteínas de la leche de un animal que no es su madre, es decir que consume leche de una especie diferente. Es una de las alergias más comunes de los niños y sus síntomas pueden ser tan simples como nauseas, vómitos y ronchitas en la piel, a severas crisis de asma o anafilaxia (el tipo más grave de alergia).
Efectos de la galactosa. Como dijimos anteriormente, el azúcar de la leche (tanto humana como de vaca) contiene lactosa, un azúcar compuesto por dos azucares simples: glucosa y galactosa.
Pues resulta que diversos estudios experimentales en animales señalan que la galactosa constituye un poderoso agente de envejecimiento celular, lo cual obviamente contradeciría la recomendación de que la leche es un alimento saludable a toda edad.
Y esa es precisamente la conclusión de un estudio que reportan recientemente investigadores suecos en más de 100,000 personas seguidas durante 20 años: que comparadas con las personas que no toman leche, hombres y mujeres que tomaron más de tres vasos de leche al día, tuvieron 93% mayor mortalidad por diversas causas y de manera increíble, tuvieron también un mayor riesgo de sufrir fracturas. Ellos calcularon que por cada vaso de leche que consume una persona, la mortalidad aumentaba un 15% en mujeres y un 3% en varones.
Los investigadores postulan que esos hallazgos podrían ser explicados por una aceleración del proceso de envejecimiento celular producido por la inflamación y mayor acción oxidativa causado por la galactosa de la leche. Los autores demostraron una mayor cantidad de 8-iso-PGF2α (un marcador de estrés oxidativo) y de interleukina 6 (un marcador de inflamación) en las personas que consumieron leche.
En conclusión, si usted es un padre de familia que sufre porque sus hijos odian la leche y no quieren tomarla, no se haga problemas, todos los nutrientes que tiene la leche están en muchos otros alimentos. Asesórese para proporcionarles una alimentación muy bien balanceada y convénzase que sus hijos desarrollarán normalmente sin tomar leche.
Si usted es de esas personas que le encanta tomarse su lechecita diaria y la tolera bien, trate de no consumir más de un vaso al día.
Si usted estuvo pensando en dejar de tomar leche pero no se decidía, puede dejarla sin problemas, no se pierde nada. Preocúpese más bien por tener una alimentación balanceada.
Y si usted tiene molestosos síntomas después de tomar leche, de repente sufre de intolerancia a la lactosa y debe dejar de consumirla.
Y para todos aquellos que se preocupan por el calcio y la vitamina D de la leche, les digo que el calcio está presente en muchísimos otros alimentos y que exponerse diariamente al sol por unos 10 a 15 minutos va a hacer que la piel fabrique el requerimiento diario de esa importante vitamina.