Fabricantes de sonidos – Guitarras, charangos y más
Acá en Cusco dos fabricantes de instrumentos suenan fuerte: Sabino Huamán y Guitarras Qosqo. El primero es el AS en los charangos y los segundos construyen una de las mejores guitarras del mundo. Con el tiempo me he hecho sus amigos, o al menos eso me gusta pensar. Se los presento.
Sabino Huamán: la pausa eterna
Sabino no aparenta los 64 años que tiene. Se le ve más joven y debe ser porque cuando trabaja con la madera “el tiempo no existe”, según dice. Aprendió la luthería de su padre, quien a su vez, heredó el conocimiento del suyo. “Me encanta mi trabajo, me da concentración y no me aburro”, dice con voz humilde. Tiene 49 años construyendo instrumentos musicales.
Su trabajo es reconocido en el Perú y el mundo. Según cuenta, importantes artistas nacionales como Gianmarco, Lucho Quequezana, o el Grupo Yawar y los hermanos Gaitán Castro visitan su taller. Vende a agrupaciones folklóricas y también a turistas que quedan fascinados por las texturas de los sonidos andinos.
Cuando le pregunto cuáles son los atributos de sus instrumentos me responde: “La calidad. Trabajo para satisfacer a los músicos, a ellos no se les puede engañar”. Su especialidad es el charango, pero además fabrica bandurrias y marimachos (similares a las mandolinas) y tambores de piel. En su taller también es posible encontrar instrumentos de viento como quenas, flautas, zampoñas, maracas y demás artículos musicales, además repara instrumentos. Sabino está trabajando en un charango con caja de mandolina napolitana, una creación propia. “¿Se llamará Changolina?” Le pregunto, se ríe y no dice nada, asumo que no ha pensado aún en el nombre que le pondrá y no le importa mucho.
Antes el taller estaba frente la piedra de los doce ángulos. Hoy se mudó a Tandapata 370. Aquí pule y talla tranquilo, apoyado por dos de sus hijos, quienes, al parecer, no seguirán la tradición del bisabuelo ya que optaron por seguir carreras universitarias de otro corte. Sabino me confiesa que le gustaría que uno de sus hijos siga la tradición familiar, pero lo dice sabiendo que los Huamán han hecho ya un trabajo importante por la cultura cusqueña. Que sigan ojalá, de todas maneras, sus charangos y changolinas sonarán por siempre en las casas cusqueñas y en algún lugar remoto de este mundo.
Guitarras Qosqo: el valor de las manos
En la calle empedrada Qabracancha hay un pedazo de historia cusqueño que a veces pasa inadvertido: la tienda taller de Instrumentos Qosqo. Con casi cien años de existencia, la familia Barreto ha construido durante cuatro generaciones lo que a mi gusto, son una de las mejores guitarras que he escuchado en mi vida. Las Qosqo producen un sonido firme, balanceado y cálido como pocas. Lo que más me gusta es el sonido de sus bajos, como de un arpa. Yo la defino como una “guitarra papacha”. Así rica, puro ande y cañazo. Cuando toco una de ellas me imagino en la chacra o una cantina vieja tocando huaynos con algún amigo borracho como yo en el acordeón.
El encargado de mantener viva la vibración de Instrumentos Qosqo es hoy Jorge Barreto, un amable caballero que es hijo de los fundadores. Me pasó algo valiosísimo con este señor: le pedí que me separe una mandolina del año 1948 (una joya que alguien tiró por ahí en su tienda) Quería comprarla pero no tenía el dinero aún. Pasaron las semanas, mucho después de lo que dije que iría, y volví, asustado y convencido de que la había vendido a un mejor postor/pagador. Me dijo: “cómo la voy a vender, esa es tuya y nos hemos dado la mano. Ahí te está esperando”. Me da un poco de pena que me sorprendan estas cosas, pero así soy, a veces olvido el valor de la palabra y de un apretón de manos. Jorge mantiene como puede la historia de Instrumentos Qosqo y descubro ahora que esa calidez, paciencia, compromiso y cortesía que se siente en sus guitarras es la misma que sale de sus manos. Es la mejor herencia.
El buen Jorge fabrica también ukeleles. No sabía lo que era pero al ver que siempre le preguntaban por ellos, googleó “ukelele”, se bajó un plano y arrancó con la producción. Así que Hawái y Cusco son uno a partir de ahora.
¿Y los demás?
Estos son los que conozco hasta hoy. Me hablaron de un tal Palomino, que al parecer era el más bravo de todos, pero ha desaparecido. En calle Abracitos hay una tienda Ausangate y también leí del señor Justo Baca en la guía “Cusco bizarro” de María Luisa del Río, pero no sé mucho sobre ellos. En Calle Nueva, en el centro, hay muchas tiendas con instrumentos importados, que no me llaman la atención. Escuché que en Paucartambo o al sur de Cusco, en Sicuani, Urcos, se fabrican también guitarras, charangos y bandurrias hermosas, de lo mejorcito. Algún día… algún día todo eso. Cusco recién empieza, siempre recién empieza.