¿Quién cree en ti?
A Lady Gaga su madre le repetía una y otra vez que ella sería una estrella. Lo mismo hacía la de Richard Branson, fundador de Virgin, uno de los grupos de empresas más importantes del mundo. Él comentó en una entrevista que desde niño nunca dudó que llegaría a ser alguien muy destacado, ya que su madre se lo decía con tanta seguridad.
Como ‘coaches’ ejecutivos, una de las experiencias más ricas, gratas (¡y poderosas!) que tenemos es el mostrar a las personas esa ventana desde donde se ven a sí mismos volando alto, más grande y más lejos de lo que jamás se imaginaron que podrían llegar.
Y hay que ver sus caras de sorpresa y fascinación cuando ven, muchas veces por primera vez, la posibilidad de un futuro diferente y mucho mejor del que jamás se habían planteado. O cuando hablamos de las posibilidades que tienen por delante como personas y profesionales y las ven desde otra perspectiva. Y es que muchas veces las personas no son conscientes de su verdadero potencial y, por tanto, limitan sus ambiciones y se ponen metas cortas o pequeñas o, incluso, no se ponen ninguna.
Creo que mirar esa foto de uno mismo en un futuro más completo, rico y pleno influye muy positivamente en las metas que las personas se plantean a sí mismas. Y como ya he mencionado, las metas claras y bien definidas son fundamentales para establecer el rumbo y la visión de una carrera y una vida más productiva y satisfactoria.
Así como en la familia son los padres quienes idealmente cumplen este rol maravilloso de estímulo con sus hijos, en el mundo del trabajo esta responsabilidad recae sobre jefes y líderes, y también mentores. Y, claramente, vemos que quienes tienen personas que apuestan por ellos y los estimulan a verse más exitosos y más logrados, son los que tienden a cumplir sus metas y las vuelven profecías autocumplidas. Incluso, en los equipos de trabajo los que mejor funcionan son aquellos que motivan a sus miembros con aceptación, reconocimiento y estímulo permanente.
Encuentro, sin embargo, que en la vida profesional son pocos quienes abierta y manifiestamente apuestan por desarrollar la autoconfianza y autoestima de su gente, invirtiendo tiempo y energía en hacerlo. Pocos conocen siquiera el poder transformador que tiene el creer en el talento, empuje o futuro de alguien, y demostrárselo regularmente.
Por eso, invertir en capacitar a jefes y mentores para que como líderes tomen conciencia sobre el inmenso poder que tienen sobre el futuro de su gente es muy importante para que estos crean en sí mismos, tengan descubrimientos reveladores sobre su potencial y sus posibilidades y los aprovechen al máximo. Es ayudarlos a creer en sí mismos. Como adultos, tener cerca a quienes crean verdaderamente en nosotros es un lujo vital para sentirnos plenos y desarrollar al máximo nuestro potencial.
Entonces, preguntemos a nuestra gente: ¿Quién te inspira? ¿Quién te hace estirar los límites de lo que te crees capaz de hacer? ¿Quién te ve mejor de lo que tú mismo te ves? ¿Con quién hablas sobre tu proyecto de carrera y de vida? ¿Quién te ayuda a ver esa foto de ti que te inspira a ser tu mejor versión futura? ¿Quién te inspira a confiar en que puedes lograr lo que aspiras? ¿Quién cree en ti?
Si nos mencionan en alguna de las respuestas, sabremos que estamos cumpliendo nuestro rol de líderes, o de padres para el caso. Suerte y ¡manos a la obra!