Castella y López Simón triunfaron en grande ayer en Acho
Bravos toros españoles y el arte de los dos diestros posibilitó su salida en hombros y la satisfacción de los aficionados limeños.
PABLO J. GÓMEZ DEBARBIERI
Ayer en Acho se vivió una corrida para el recuerdo. La base de la tauromaquia es el toro bravo; animal extraordinario que, cuando posee la acometividad deseada, emociona y alumbra el arte del toreo. Cuando frente a esos toros bravos y con raza hay toreros dispuestos a jugarse la vida, con la capacidad para sacarles el mayor partido posible y con el arte para hacer todo ello sobre una base estética, la corrida adquiere un carácter superior y lo sucedido en el ruedo queda impreso en la memoria del público, que abandona los tendidos encantado. El francés Sebastián Castella y el diestro español Alberto López Simón lidiaron toros españoles de Daniel Ruiz, protagonizando –astados y toreros− una gran tarde.
Si algo se echó en falta fue un mayor trapío de las reses y más competencia entre ambos toreros, algo consustancial con un mano a mano. Los toros estuvieron muy justos de presencia. Un ruedo tan grande como el de Acho, con casi 55 metros de diámetro, suele engullir –hace desaparecer− a toros tan justitos de trapío, tan agradables de hechuras para los toreros y tan bajos de agujas como los de ayer. Lo sorprendente del público de Acho −cada vez más torerista y superficial− fue que no protestase de salida a los seis astados españoles.
Sebastián Castella
Su primer toro –el de menor trapío− tuvo mucha clase por el lado derecho, pero Castella no se acopló con él. Los pretendidos muletazos fueron una sucesión de trapazos, todos al hilo del pitón, abusando del pico de la muleta y, por consiguiente, pasándoselo a gran distancia. Faena intrascendente y vulgar.
Salió con otra disposición en el tercero. López Simón había entusiasmado al público y cortado dos orejas. Castella salió acicateado por dicho triunfo y tuvo la suerte de encontrarse con un toro enrazado, que embestía galopando y transmitiendo emoción. El francés inició la faena con sus clásicos pases cambiados por la espalda, en el centro del ruedo. Prosiguió por derechazos ligados, los que, conforme avanzaba la faena, fueron siendo cada vez mejores, más largos y hondos. Los naturales, magníficos y con un sentimiento que este Castella, ahora maduro, ha aprendido a imprimir en sus faenas. Remató su obra metido entre los pitones e intercalando circulares invertidos con derechazos. Se perfiló muy en corto y el volapié, soberbio, le permitió una gran estocada. Dos merecidas orejas premiaron su labor.
El quinto tenía clase, pero requería que Castella lo llevase de largo y con la mano baja. Cuando lo hacía así, el toro desarrollaba dicha clase y posibilitaba muletazos lucidos; en los molinetes y recortes, el astado protestaba y calamocheaba. La faena no tuvo la redondez de la anterior. Pinchó y dejó luego una estocada muy trasera. La petición con pañuelos no fue mayoritaria y el presidente no concedió la oreja; mejor así, que regalando trofeos. Dio la vuelta al ruedo; justo premio para esa faena y la estocada.
Alberto López Simón
Mostró ser un torero especial y por qué ha sido este año la revelación en España. El segundo de la tarde fue un gran toro, pero López Simón estuvo a la altura de tan buen astado. Hizo con él todo lo que era posible y lo aprovechó plenamente. Los derechazos sobre los que basó la faena fueron soberbios; una conjunción de temple, buen gusto, hondura y, todo ello, parándose en un sitio muy comprometido. Fueron de menos a más; cada vez mejores, en series más largas y todas ellas, con ligazón. La emoción que aportó el astado se conjuntó con lo que hizo el torero y la obra de arte fue desarrollándose y creciendo en intensidad y calidad. Los naturales, estupendos, aunque con el defecto de retrasar la pierna de salida. Dejó una gran estocada recibiendo. Apoteosis y entusiasmo. Otra faena de dos orejas y candidata al escapulario.
La faena al cuarto fue menos lucida para los tendidos, pero muy interesante para los aficionados. El toro tuvo algo de genio y no se entregaba con facilidad, pero López Simón logró encontrarle el sitio y la distancia y terminó metiéndolo en su muleta. Ello lo obligó a arrimarse y a meterse entre los pitones. De haberlo matado hubiera cortado otra oreja, pero lo pinchó repetidas veces y escuchó un aviso.
El que cerró la tarde tuvo menos clase que sus hermanos. Lo cogió espectacularmente, aunque sin consecuencias, al iniciar la faena. Parecía que llevaba una cornada, pero los romos pitones del astado no lo calaron. Mareado y sentido aún por la cogida, regresó a la cara del toro y, metido entre los pitones, le hizo todo lo que aquel astado permitía. Derrochó valor, estoicismo y mucha técnica, para volver a conquistar al público. Tras una estocada desprendida, se pidió la oreja, aunque no mayoritariamente. Un acierto del presidente no concederla. Dio la vuelta al ruedo, premio merecido y muy taurino.
Una buena corrida, que dejó satisfecho al público de Lima.
EL GANADO DE AYER
Toros españoles de Daniel Ruiz. Con raza y clase. Aportaron emoción; metieron la cara; tuvieron recorrido en la muleta, salvo el sexto. Sin embargo, su trapío dejó mucho que desear; todos, además, con los pitones muy sospechosos. El presidente de la plaza debería haber ordenado el examen post mortem de las astas.
1. NIGERIANO
Número 89, con 475 kilos, que no aparentaba. Negro. Pitado de salida y protestado por su falta de trapío. Romo de pitones y pobre de cara. Terciado y sin morrillo. Con clase por el lado derecho. Aparentó poca fuerza, pero soportó larga faena. Pitado en el arrastre.
2. TRAVIESO
Número 20, con 480 kilos. Negro listón. Con más cuajo que el primero, aunque pobre de cara y pitones romos. Bajo de agujas y armónico. Silleto y sin culata, con un esbozo de morrillo. Pronto, noble y con recorrido. Se fue para arriba en la muleta y permitió una larga faena. Metió la cara con clase. Ovacionado en el arrastre.
3. PESCADERO
Número 93, con 500 kilos, que no aparentaba. Negro listón. Justito de presencia y casi sin morrillo. Recargó y romaneó en el caballo, a pesar de lo cual soportó una larga faena, yendo a más en la lidia. Aplaudido en el arrastre.
4. FANFARRIO
Número 71, con 500 kilos que no evidenciaba. Negro listón. Bizco del izquierdo, pitón notablemente más corto que el derecho. Terciado. Empezó calamocheando y defendiéndose, pero la firmeza y temple de su matador lo terminó metiendo en muleta.
5. JUGUETÓN
Número 31, con 490 kilos. Negro listón. Veleto, pero con los pitones romos. Bajo de agujas y muy justo de presencia. Siempre que su matador lo llevase de largo y no le recortase la embestida, metía la cara con clase.
6. ENEMIGO
Número 12, con 540 kilos. Castaño ojo de perdiz. Escurrido de carnes y sin trapío. Se tapaba algo por la cara y por su capa colorada. El de menos clase de la corrida.
HABLAN LOS TOREROS
Sebastián Castella, torero francés
Para el diestro francés, el primer toro que le tocó fue muy complicado, pero hizo el esfuerzo para poder lidiarlo y que gustara al público. “Los otros dos han sido toros buenos y he disfrutado muchísimo al torearlos”, agregó. Sin embargo, lamentó que el presidente de la plaza no haya visto oportuno concederle la oreja (la que hubiera sido su tercer trofeo) en su último toro. “No es que esté por una oreja más o una oreja menos. Para mí era una tarde de mucha entrega, de mucho poder y de torear despacio”, enfatizó. También comentó estar muy agradecido con el público limeño, que siempre se muestra cariñoso en cada una de sus presentaciones. “Desde el primer toro me ha estado dando mucho apoyo. Yo también quiero mucho a Lima y a la afición de la Plaza de Acho”, dijo al finalizar la tercera corrida de abono.
Alberto López Simón, torero español
Al término de la vuelta al ruedo en el último toro de la tarde, el matador español aseguró haber sentido la sensibilidad de la afición de Lima en la lidia de sus tres toros. También sostuvo que Acho es una plaza impresionante, por el ambiente y el cariño de su gente. “Es un marco histórico en el que apetece torear”, agregó. De otro lado, precisó que la de ayer en Lima ha sido su presentación en América y “estoy muy feliz de que haya sido en Acho y con esta afición que hoy he conocido”. También comentó que en la lidia hay que sentir el instinto del animal, que te dice dónde te tienes que colocar para que te regale lo mejor que lleva dentro. “Es un sitio en el que te da lo mejor de sí, pero también puede generarte percances y cornadas. Pero cuando lo encuentras, lo sientes en tu interior, y eso es lo que trasciende”, explicó.
FICHA DE LA CORRIDA
TERCERA CORRIDA DE LA FERIA
Por la cornada sufrida por Miguel Ángel Perera, la corrida se convirtió en un mano a mano.
GANADO
Toros españoles de Daniel Ruiz.
SEBASTIÁN CASTELLA
Tabaco y oro. Silencio, dos orejas y vuelta al ruedo.
ALBERTO LÓ PEZ SIMÓN
Azul rey y oro. Dos orejas, un aviso y vuelta al ruedo.
LA SENSIBILIDAD DE ACHO
Tras los brutales atentados ocurridos el viernes en París y con un torero francés en Acho, el público limeño guardó un respetuoso minuto de silencio al terminar el paseíllo; la bandera francesa ondeó a media asta. Sebastián Castella brindó su primer toro al cielo, en recuerdo
de las víctimas de la barbarie yihadista. Justo homenaje para un país como Francia, por su tratamiento ejemplar y enorme respeto a la tauromaquia y la cultura que ella representa.