Cajamarca, muestra de la afición en el Perú
Tal como sucede en centenares de pueblos peruanos
Dos ferias de gran categoría ● En Santa Cruz y San Miguel de Pallaques ● Toros españoles y nacionales y diestros de nivel.
PABLO J. GÓMEZ DEBARBIERI
Al comenzar octubre, Santa Cruz y San Miguel Pallaques, muy taurinas capitales de provincia de Cajamarca, celebraron dos ferias de mucha categoría. Lo más importante para el éxito de una corrida son los toros y ambas ciudades cajamarquinas pusieron especial empeño en ello. En Santa Cruz se hizo el enorme esfuerzo de importar enrazados toros españoles de Torrestrella, de Álvaro Domecq y ambas ferias adquirieron astados de dos ganaderías nacionales de garantía, La Viña – Paiján de Aníbal Vásquez y Camponuevo de Rafael Puga. Una buena decisión, pues optaron por gastar algo más en toros, en vez de recurrir a otros hierros nacionales que rebajan sus precios e inclusive ofrecen ofertas tipo supermercado (4 x 6: pague cuatro toros y lleve seis), que gastan mucho comprando vacas y sementales en España, pero cuya selección genética y juego de sus toros deja mucho que desear. Lo barato sale caro y en la adquisición de ganado bravo, es regla infalible.
Los toreros de ambas ferias fueron de gran nivel. En Santa Cruz, los españoles Uceda Leal, Rafaelillo y Curro Díaz, con Alfonso de Lima y en San Miguel, los españoles Juan José Padilla y Antonio Nazaré, el mexicano Uriel Moreno ‘El Zapata’, con el peruano César Bazán ‘El Yeta’.
−San Miguel−
Los pallaquinos disfrutaron de una buena feria. El 30 de setiembre, los de Camponuevo –los hubo con edad y cuajo y otros algo terciados− dieron buen juego. Al tercero se le dio la vuelta al ruedo y el cuarto, con clase, permitió una larga faena a Padilla, que tras trasteo en su corte tremendista cortó dos orejas. El Zapata obtuvo las dos del quinto. El Yeta, cogido al banderillear con sus alternantes en el primero, se lesionó el brazo y se golpeó la cara de mala manera; cortó las orejas al buen tercero.
El 1 de octubre, Aníbal Vásquez lidió sus tres hierros, de juego diverso. Padilla cortó dos orejas, en faena en su estilo, al cuarto, de La Viña, que tuvo clase. Nazaré obtuvo dos trofeos del segundo, por interesante faena, apoderándose del toro y sacando partido al Viña; cuajó gran faena al quinto, un buen jabonero, pero perdió la segunda oreja con el estoque. El Yeta, triunfador de la feria, obtuvo una oreja de un santacoloma sardo que tuvo clase y las dos del sexto por una valerosa faena.
−Santa Cruz−
El 29 de setiembre, Uceda Leal, con el primero, de Paiján, estuvo fuera de toro, descompuesto y pueblerino; se le aplaudió en el cuarto, de Torrestrella, que lo rebasó. El segundo, de Paiján, se refugió en tablas y poco pudo hacer Rafaelillo; pero al enrazado Torrestrella le cortó las orejas, tras faena con clase y gusto; impensable ver así al esforzado torero basto de las corridas duras. Alfonso de Lima obtuvo dos orejas del de Paiján, por faena valerosa y cortó una oreja al sexto, un Torrestrella, con el que hizo un esfuerzo para meterlo en muleta y templarlo.
El día 30, Uceda no estuvo bien; pasó desapercibido en el de Paiján y cortó una benevolente oreja al Torrestrella. Curro Díaz cumplió, sin más, con el de Paiján, pero obtuvo dos orejas y rabo simbólicos del Torrestrella que indultó; empezaba el desmadre de indultos. Alfonso de Lima solo lidió uno, pues se suspendió la corrida por la lluvia torrencial que impidió lidiar al sexto.
El 1 de octubre hubo indultos para regalar. Rafaelillo fue ovacionado en el de La Viña y cortó dos orejas al Torrestrella. Curro Díaz cumplió, sin más, en el de La Viña e indultó al quinto, de Torrestrella. Alfonso de Lima indultó al tercero, de Torrestrella y al sexto, de La Viña.
Aparte de esos indultos exagerados, algo tan negativo, lo importante fue comprobar la importancia que tiene la tauromaquia para la cultura de las provincias del interior del Perú.
ABUSO DE LOS INDULTOS
Quitándole seriedad a Santa Cruz
Los cruceños disfrutaron de una gran feria y de la raza de los de Torrestrella. Pero la última tarde perdieron la sindéresis y se excedieron con indultos injustificados; semejante borrachera perdonándole la vida a los toros, termina dañando a la tauromaquia. ¿Qué pensará Álvaro Domecq, el ganadero, con tantos toros vivos que se le quedan en el Perú? ¿Quiénes serán los instigadores de semejante despropósito, presumiblemente, para quedarse con esos toros como sementales?
Lo del 1 de octubre en Santa Cruz, fue un caso único en la tauromaquia: tres indultos en una corrida de seis toros, quitándole seriedad a una feria cuya organización fue tan costosa.