La pandemia del cólera: 20 años atrás
A veinte años de su aparición avasalladora en el verano de 1991, el mal del cólera ha cobrado miles de víctimas en el Perú y otras partes del mundo, lo que la ubica como una de las grandes epidemias del siglo XX. Huellas Digitales hace un recuento de cómo enfrentamos esta enfermedad y en qué condiciones nos encontró.
A fines de enero de 1991, se presentó el primer caso de cólera en el Perú. Ocurrió en el puerto de Chancay, en la provincia de Huaral, al norte de Lima. En cien años no se había registrado ningún caso en Latinoamérica. Era todo un acontecimiento y una drama para el país.
Para ese entonces, el Perú atravesaba una grave crisis económica y social, con la pesadilla del terrorismo, que devenía de los gobiernos anteriores, desde la década de 1980.
La escasez de alimentos, la falta de servicios básicos y la mala educación en hábitos de higiene, sobre todo en las poblaciones rurales y urbano-marginales, nos hizo vulnerables a este mal.
Qué es el cólera
Según la Organización Panamericana de la Salud, en su publicación The Control of Transmisible Diseases in Man, el cólera es considerada una enfermedad bacterial intestinal aguda, producida por el vibrio cholerae.
Los síntomas iniciales son diarrea incontenible, vómitos ocasionales, rápida deshidratación, acidosis y colapso circulatorio, estos últimos causantes de muerte. El tratamiento inmediato recomendado por los médicos es el aislamiento y la rehidratación del paciente, así como la higienización del lugar en el que se habita.
La pandemia del cólera
A principios del siglo XIX, se registró la primera pandemia del cólera en la India, la cual se diseminó por varios países de Europa.
Hubo en el caso indio una coincidencia entre la enfermedad y circunstancias metereológicas anormales: entre 1815 y 1817 se presentaron copiosas lluvias, pérdida de cosechas y un clima que variaba entre lo extremadamente caliente y seco -características de un supuesto fenómeno de El Niño-, con lo cual las condiciones de salubridad se vieron afectadas, quedando propensos al contagio.
La segunda pandemia se dio en América, en la primavera de 1833, en las costas y el altiplano de la república de México; luego llegó a Cuba, aparentemente desde España.
En 1868, una importación del cólera proveniente de Nueva Orleans atacó Nicaragua, Honduras y Paraguay. De ahí se trasladó a Argentina, Bolivia y Perú, siendo ésta la primera aparición de la enfermedad en los países sudamericanos.
El cólera en el Perú
Desde su llegada a las zonas costeras del norte peruano en 1991, el cólera no tardó en propagarse al resto del país.
Los primeros 500 casos registrados por la prensa en febrero de ese año, alarmaron a las autoridades en salud, las que iniciaron sendas campañas de información y prevención contra esta enfermedad. (Ver Cólera 2.pdf)
Sin embargo, los factores de transmisión que incluyen el deterioro de la infraestructura sanitaria (redes de agua potable y alcantarillado), consumo de alimentos -locales o importados- contaminados por aguas servidas y malos hábitos de higiene en las personas, lo convirtieron pronto en una epidemia.
Los alimentos prohibidos
Muchos productos alimenticios fueron satanizados por el cólera. La carne de pescado, las verduras, y todo aquello que pudiera comerse crudo quedó vetado en esta forma de consumo.
Las recomendaciones hechas por el Ministerio de Salud daban cuenta de la importancia de cocer bien los alimentos y de hervir a no menos de 100 ºC el agua.
El veto contra los productos marinos fue materia de alarma para el público, cuyo consumo disminuyó notablemente. De esta forma, la demanda colapsó, mientras miles de pescadores, comerciantes, embaladores, transportistas y trabajadores perdieran sus empleos.
Al respecto, las autoridades políticas entraron en contradicciones para el control de la epidemia. Por un lado, el Ministerio de Salud recomendaba el máximo cuidado con la ingestión de alimentos crudos, sobre todo el pescado en su forma de ceviche; y, por el otro, el mismo presidente de la República (Alberto Fujimori en ese entonces), al lado de los ministros de Agricultura y Pesca, defendían su consumo a manera de aquietar la preocupación generada en los exportadores, empresarios y trabajadores afectados.
Ello generó confusión entre la población, y al no poder reconocer una voz oficial sobre el tema, el mal se expandió, incluso hasta llegar a las zonas fronterizas (Ecuador, Colombia y Brasil). (Ver PDF Cólera 4.pdf)
Fueron varios años en los que Sudamérica se vio envuelta en una lucha para controlar la epidemia, que llegó a registrar cerca de 650 mil casos solo en el Perú (reporte de la BBC).
Sin duda, junto a la varicela, la fiebre amarilla y la más reciente gripe AH1N1, han sido los azotes sanitarios más grandes de toda la historia humana.
Y como suele pasar siempre, estos males afectan a los más desprotegidos o surgen en situaciones poscatástrofe (caso Haití, después del terremoto de 2010).
Queda en nosotros y las autoridades ser responsables por el cuidado de la salud pública, del ambiente y todo aquello que conlleve a una vida más saludable.
(Rosa Hermoso Alvarado)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio
Ilustración: Calbur