¿Por qué los equipos peruanos fracasan en Copas?
Hace unas horas leía las declaraciones de un dirigente del copero y aporreado Juan Aurich. Decía lo siguiente: “A pesar de todo, estamos solo a ocho puntos de zona de clasificación a Sudamericana”. Podría parecer irrelevante, si no fuera porque hablamos de un equipo que acababa de recibir 7 goles en Sicuani, y cuatro días antes 6 ante el colero de la liga argentina (puesto 30), Arsenal de Sarandí, y precisamente…. en la Copa Sudamericana, justo adonde quiere volver prontito sin remordimiento alguno. No es casualidad aquello. Ya ni perdón piden.
A gran parte de los dirigentes nacionales, estoy seguro, si le ofreciesen clasificar a copas como octavo, lo firman ‘al toque’, aunque tuviesen que renunciar por escrito, y de modo anticipado, a ser campeones locales. La cosa es ‘chapar’ una copa, si después su equipo solo inspira sentimientos compasivos, qué más da, total, la plata de Conmebol la van a cobrar igual por su presentación inicial. Y en Sudamericana, ahora, por un partido de local en primera fase son 250 mil dólares. Es cosa de contratar luego a tres jugadores de la quinta división de Argentina o Colombia y acá queda listo para volver a clasificar. Porque el nivel de la mayoría de los rivales caseros, es parecido, hacen lo mismo, sus dirigentes razonan igual. Entonces, es entendible que lejos de preocuparse por recibir 13 goles en cuatro días, un dirigente nacional esté descerebrándose pensando en cómo hace para cobrar otra vez 250 mil dólares el año que viene. Si por casualidad es Libertadores, ahí son mínimo tres partidos en casa, y todos por un importe mayor. Más contento, ni Pizarro renovando ahorita con el Bremen.
Si alguien, un despistado de esos que no faltan, se molesta por el bochorno de ser humillado, la respuesta es: “A los otros clubes peruanos les pasa lo mismo”. Eso este año (en los diez últimos años, para ser exacto), lo dicen hasta en Cristal. Listo. Entonces, te hacen cuatro, cinco o seis (Melgar, Cristal, Aurich, respectivamente) y ya no pasa nada, es normal, “el objetivo es el torneo local porque hay que ser realistas”, replican. El argumento es: “el presupuesto millonario” de los rivales. Como The Strongest, claro.
Arco lleno, corazón contento
Una solución hoy ya inaplicable es que los tres primeros de la tabla anual jueguen las dos copas internacionales para atenuar en parte los márgenes de diferencia de goles en contra de nuestros clubes. Y es que ahora Libertadores y Sudamericana se disputan en paralelo. Es decir, ahora nos guste o no, estamos condenados irremediablemente a mandar ocho ‘soldaditos’ a la guerra de los 16 con que cuenta nuestra ‘División de Honor’. Obviamente, casi todos, desprovistos de ropa, de armas, pero sin temor a morir pronto, y más bien con el corazón contento porque sienten que lo harán con ‘barriga llena’, y no solo de goles, por cierto. El octavo en la tabla acumulada de fin de temporada, entonces, va a lucir su desnudez futbolística desde Foxsports hacia el mundo de todas maneras. El octavo sí, imagínense, juega Copa, es decir ahora es: “campañón”.
¿El problema de fondo? Sí, sí, ya sé que me van a decir: el trabajo de menores. Pero hay otro tema mucho más de fondo aún. Los dirigentes de ahora, en su mayoría, son empresarios que ven a los clubes como un instrumento de rentabilidad personal. No son como antes siquiera hinchas de los equipos que manejan, no les importa si les meten diez internacionalmente, la cosa es llegar como sea, y claro, cobrar lo que se pueda. Para la primera fase, no hay esfuerzo, el primer pago está asegurado ‘con poner el cuerpito en la cancha’ en el partido de local, te cae tu grueso cheque por participación de todas maneras. ¿Invertir en serio pensando en pasar al menos una fase? ¡Por favor! ¿Y si no te liga? Arriesgado, mejor ni intentarlo porque fracasando en ese intento ya la ganancia sería menor. Entonces hay que ‘reforzarse’ con cualquier cosa. Jugadores desocupados, cesantes, medio lesionados, todas las ‘mini-yayas’ a la mano son opciones viables. Si no te sirven internacionalmente, si ni siquiera alcanzan a jugar la copa, dices que: “se está adaptando”. ¿Qué importa? Acá igual tienen todo el año para jugar. Salvo que sean ‘Modo Pino’, porque entonces luego del primer partido, ahí sí termina enyesado.
El equipo de fútbol es para el dirigente peruano promedio como una combi: mientras las ruedas avancen, sirve, por más destartalada que esté, sin vidrios, con asientos rotos, echando monóxido toda la ruta. O como un caballo de carreras: el turfman que ama la hípica tras adquirirlo, le tomará cariño, lo cuidará, lo alimentará bien y le pondrá un buen veterinario, otro buen preparador, pensando en un día ganar el Pellegrini en Argentina, si es posible. El que solo quiere ganar plata, lo hará correr “como esté” todas las semanas, alguna va a ganar, y ese premio ‘a costo cero’ ya es negocio. Si un directivo promedio, de cualquier club, piensa así (lo piensa, no lo duden), es imposible que invierta en menores con seriedad. Porque si no quiere al club, solo lo utiliza, ¿para qué sembrar semillas?, si esas demoran en germinar y lo más probable es que los frutos los verá otro. “¿No piensas en el club?”, le preguntará un amigo. “¿Y a mí qué me importa el club, ni que fuera hincha?”, responderá.
El otro día el delantero Bogado, paraguayo de Unión Comercio, dijo: “Yo juego mejor cuando estoy subido de peso”. Era la revelación del secreto de su éxito, a nivel casero, por supuesto. Un poco más y dice que si se toma una gaseosa de litro antes del partido, mucho mejor. Refleja nuestra realidad, nuestras posibilidades actuales en el contexto mundial. El lema: “Lo importante no es ganar, sino participar”, lo tomaron muy en serio en el fútbol peruano. Por eso este año han goleado a todos nuestros equipos en Copa y no hay umbral de dolor, así les metan seis. Para los dirigentes que hacen del mal de muchos, un consuelo de tontos, la vergüenza es una idea difusa, un valor extraviado, tal vez.
En fin: el ciclo es: ganar acá, salir campeón, festejar, jugar la copa, ser goleado, volver a ganar acá, ser campeón otra vez. Este fin de año, estoy seguro que varios de los equipos que esta temporada fueron destrozados en Copa, volverán a pelear el campeonato. Y entonces tendremos otra vez como todos los años “un gran campeón”, “un gran entrenador”, y “un gran cheque” para los dirigentes, apenas por parar un equipo para hacer el ridículo el año que viene otra vez.