La cancha, el árbitro, la seguridad este 5 en Buenos Aires: Mitos y realidades
Por estos días, la selección ocupa todos nuestros espacios emocionales, morales, anímicos. Todo mundo nos habla de Rusia 2018 con un oportuno sentido de pertenencia. Hace poco, inclusive, salió ya un álbum mundialista, ¿lo sabían? Y con nuestros jugadores adentro, por supuesto. La televisión, por su parte, te ofrece en sus dominicales y otros programas recreativos presupuestos de viajes y estadía en Moscú, de cursos de ruso, también de ropa adecuada para atenuar el frío moscovita durante el ‘tour’ . Así que coleccionar el álbum es algo así como ya la graduación, el post grado como ‘mentecato’ (los eufemismos son inevitables en este caso). Por cierto, somos en Sudamérica el país con mayor cantidad de reservaciones para el año entrante en Rusia. Y en las sedes de los mundiales anteriores, fue igual. Por las dudas, entiendo. Ya desencantados, muchos no van y solo se compran una tele más grande.
Más allá de eso, la posibilidad de clasificar esta vez, existe. En el papel, dependemos de nosotros mismos, aunque la verdad es que en la práctica, sentimos que al final vamos a depender también de otros resultados, para qué estamos con cosas. Esta fecha doble la terminaremos rezando, está tan claro como que el Nacional es ‘multiusos’. En todo caso, ya no veo, leo ni detecto a los centenares de opinantes que decían: “¿Para qué vamos a gastar tanta plata en entrenador de nivel si igualito es? Eso es creer en la varita mágica” O la infaltable: “¿Acaso porque se fue Burga, vamos a mejorar, esto es estructural?” O esta otra: “¿Qué crees, que sin los ‘fantásticos’, podemos competir? No podemos darnos el lujo de no llamarlos ¡Sin ellos nos golean!”. Bueno, tomen, ahí tienen. Un entrenador de cierto nivel, si trabaja en serio y está vigente, al menos te acerca, así tu fútbol sea mínimo, un adefesio (lo que no significa q no haya en varios clubes 2 ó 3 jugadores destacados, los hay), eso creo que ya quedó más que claro. Y que Burga y algunos ‘referentes’ estorbaban, también, eran peso muerto. En fin, un montón de años perdidos que ni Harry Potter nos devolverá.
Volviendo a lo coyuntural, en verdad, el sentirse fuerte en esta recta final de Eliminatorias tiene entre sus soportes algunos aspectos que debemos revisar con cuidado: la cancha, el árbitro, las medidas de seguridad, por ejemplo.
1. La cancha ‘modelo’. Eso de tener que jugar siempre en campos que parezcan poco menos que un espejo reluciente, y hacer apología de ello ante el mundo, tiene sus inconvenientes. Nosotros le hemos arreglado superficies hasta a estadios de los rivales para que la selección se sienta cómoda fuera de casa (lo hicimos en Puerto La Cruz, por ejemplo). Los argentinos no nos van a permitir eso el 5 de octubre. Apenas se enteren que tenemos una particular debilidad y febril delirio por las canchas lindas, fácil en la Bombonera van a meter un tractor el día del partido por la mañana. Por lo pronto, cinco días antes del encuentro, Boca jugará con Chacarita allí mismo por la liga local, es decir no están ‘ni ahí’ con los gramados tipos ‘mesa de billar’. Por ellos, que llueva, que truene, sus jugadores habitualmente son ‘todoterreno’. Y si se les ocurre hacer una yunsa ‘a la peruana’ en mitad de cancha un día antes, la pueden organizar también. Nosotros estamos acostumbrados a un estado determinado del terreno, nos desesperamos por conseguirlo, y ellos no son tontos, buscarán seguramente neutralizar aquello. En lo particular, considero que cuando juegas bien, la cancha no importa. Perú le gana a Colombia en Eliminatorias del ‘81 en el Nacional con un baile ‘a toda orquesta’. Si miran los videos, la cancha daba pena, parecía que se jugaba en el ‘Lores Colán’ de Huaral.
2. ¿El árbitro ideal? Es cierto, todos queríamos juez brasileño y nos lo dieron, va Wilton Sampaio. Claro, si nos dan a escoger entre uno de Brasil o un boliviano, que era la otra opción, cómo vamos a dudar. Los árbitros bolivianos son como la niña Frida Sofía: no existen, solo están para los mandados, como el ya retirado Ortubé. Pero siendo sensatos, que el juez sea brasileño tampoco garantiza gran cosa, esto es como elegir entre un carterista y un jugador de poker. Optamos por lo segundo y nos lo concedieron: al menos no sabemos a quién le hará la trampa. En el 85’, Argentina nos elimina de un mundial en Buenos Aires con solo un empate, y el juez era el ya fallecido Romualdo Arpifilho, ¡brasileño! quien no murió preso, es verdaf, pero lo que nos hizo esa vez fue un asalto a mano armada que tuvo como premio posterior -por hacerle el favor a los de Grondona-, el arbitrar la final del mundial, que también la ganó Argentina, por cierto. De tal modo que el arbitraje brasileño es ideal dentro de la coyuntura, pero tampoco nos asegura mucho.
3. ¿Máxima seguridad ofrecida por el local? Después de ver cómo le pegaron a los hinchas bolivianos del Wilstermann hace un par de días en Buenos Aires por mucho menos que un pase al mundial, si no tomamos las precauciones del caso es que somos caídos del níspero. En la Argentina de hoy se incuban las barras más sanguinarias del planeta, allá asesinan promedio de uno por mes, por simples encuentros de liga. Los inventores de los partidos con una sola barra fueron ellos, porque con dos se agarran a balazos de todas maneras, con una no es tan seguro. ¿Y las autoridades de allá nos van a garantizar seguridad total en un partido que los puede sacar a ellos del mundial? Si no pueden ni con su alma. ¿Qué creen ustedes? ¿Qué eligieron la Bombonera nomás para que los hinchas vean el partido más de cerca? Una vez que nos ‘aporreen’, si nos ganan a golpes, piden luego disculpas y listo. Mínimo tendríamos que llevar unos 100 agentes de seguridad con experiencia en el Vraem o en la Franja de Gaza, digo para que la delegación se sienta al menos precariamente resguardada. Que no nos vengan con que José San Martín nos quería mucho y se sentía peruano, ni tampoco con que “es un partido más, hay una hermandad histórica. nos ayudaron en la guerra de lss Malvinas, los queremos, viste?”. ¡Pamplinas! No estamos en 1969. Ahí los argentinos perdían una clasificación y no pasaba nada. Hoy son miles de millones en juego para un fútbol que no gana algo hace décadas y que ya ni siquiera clasifica seguido a mundiales Sub 20 y Sub 17. El fútbol ya no es un sentimiento, es una industria. Y Messi es vital en Rusia.
Podemos aún perdernos el mundial, es verdad, pero que no sea por ‘papanatas’…