Galletas para golosos
Con 7 días faltando para la Nochebuena admítelo: hace rato cediste al antojo. El queque que llegó a la oficina; los bombones que de pronto abundan en cada casa que visitas (¿de dónde demonios salen? ¿se automultiplican?); los bastones de caramelo que te regalaron en ese lonchecito al que te obligan a ir cada año; cantidades abismales de alcohol consumidas desde hace semanas… la lista es larga y lo sabes. Pero esto es diciembre, amigo. Lo mejor que puedes hacer –de verdad, de corazón- es relajarte y disfrutar. Sino, no hay Navidad. Y si se trata de antojos, no hay ninguno más navideño que las galletas. Es un cliché absoluto, lo reconozco. Pienso en los hombres de jengibre y siento que estoy traicionando al panetón. ¡Pero es inevitable! Las galletas son lindas, redonditas y sus sabores son infinititos (#TeamGalleta por siempre). Además, en la cocina su fórmula funciona como ninguna otra. Primero, porque suelen salir en abundante cantidad; segundo, porque su preparación requiere poca –o ninguna- experiencia. Y eso siempre es bueno. Principalmente porque, en materia de galletas, mi única experiencia proviene de comerlas.
Irónicamente, la persona a quien recurrí para la receta de hoy –a base de avena, glasé navideño y coco, ahí lo tienes- es la única a quien asocio con haber preparado galletas alguna vez. Aunque estoy casi segura que ella no se acuerda (flashback a las pijamadas de 1997, por favor). Mi tía Lorena, la menor de las hermanas de mi papá, es dulce como ella sola. Y como ocurre cuando uno es así, los postres siempre fueron su fuerte. Escribía sus propios cuadernos de recetas -me contó una vez que tenía una dedicada a mí, “Torta Nori”, pero desconozco a qué sabría- y los preparó por varios años para interminables almuerzos y celebraciones familiares. Sobre mis intentos personales con las galletas debes saber que nunca funcionaron. Probablemente porque a mí se me ocurría adornarlas con gomitas o cosas por el estilo. Tenía unos 12 años y abandoné rápidamente la tarea.
De eso no hay más. Confieso que estas galletas de avena han revolucionado mi mundo. Me comí la masa con absoluto placer. Esa es la señal inequívoca de que vas por buen camino.
Por favor, por piedad. Te imploro que te lances a preparar esta receta. Es tan rápida y sencilla que no lo vas a creer. Las galletas son suavecitas, húmedas y reconfortantes. Casi como que te den un beso. Aunque quizá sea incluso mejor.
Galletas de avena con glasé navideño y coco
45 porciones
Para las galletas:
200 gramos de mantequilla al tiempo.
1 taza de azúcar.
2 tazas de harina preparada.
1 taza de avena.
2 cucharadas de esencia de vainilla.
1 cucharadita de canela en polvo.
2 huevos pequeños
*Puedes añadir pecanas o nueces picadas si quieres.
Para el glasé:
2 tazas de azúcar impalpable.
2 claras de huevo.
El jugo de un limón.
Tinte rojo para repostería (obviamente, puedes usar el color que prefieras)
*Si quieres, puedes incluir la esencia que más te guste para darle sabor, como menta, vainilla o nuez.
Preparación:
Pon la mantequilla en un bowl y añade el azúcar.
Sigue con todos los ingredientes secos.
Harina y avena.
Canela.
Luego, los líquidos.
Esencia de vainilla.
Y finalmente huevos.
Una vez hecho, amasa con la mano. ¿No lo has hecho antes? No te asustes, no hay ciencia: se siente rico y es muy relajante.
Si lo notas muy espeso, no añadas leche ni agua. Puedes usar más mantequilla.
Debes amasar hasta que te quede todo perfectamente incorporado. Forma una bola de masa, cúbrela en papel film o con una bolsa y llévala a la refrigeradora por una 1 hora, para que la avena se hinche.
No olvides precalentar el horno a 180°C, al menos unos 15 minutos antes de sacarla. Con la mano forma pequeños círculos con la masa fría (así le darás el tamaño a las galletas) y aplástalos ligeramente.
Colócalos en una bandeja enmantequillada y enharinada y llévalos al horno de 15 a 20 minutos, dependiendo del tamaño. Estas son medianas y estuvieron 20.
Cuando estén listas, déjalas enfriar antes de decorar. Verás que no son perfectas; de hecho, son arrugaditas y algunas de ellas se habrán abierto ligeramente. Es totalmente normal.
El glasé:
Bate dos claras de huevo hasta punto de nieve. Una vez listo, incorpora las dos tazas de azúcar impalpable y luego el jugo de limón. Continúa batiendo hasta que espese y añade el tinte hasta que quede bien rojito.
Puedes decorar las galletas con una espátula pequeña
O con una manguita o bolsa. Si hay niños en la casa, que te ayuden. Estas estrellas las hizo Sabrina, la hija mayor de mi tía Lorena.
Finalmente, decora con coco rallado.
Advertido estás: no podrás comer solo una. La linda Sabrina da fe de ello.
Ah, y asegúrate de invitar a amigos o familia. Tendrás galletas de sobra.