A los 40 - A propósito de la discusión entre Bruno Ascenzo e Iván Thays.
“El marketing es fundamental para el arte, prescindiendo de si este es de buena o mala calidad”, dice el profesor del taller de historias, subrayando la necesidad del autobombo y de maquillar nuestros libros neonatos en las redes sociales. Esto al margen de sus virtudes. Aquí empieza el problema…
Recordaba aquella experiencia al leer las noticias y, más precisamente al leer con atención una breve discusión entre Bruno Ascenzo e Iván Thays alrededor de la película “A los 40″. http://elcomercio.pe/luces/cine/ivan-thays-opino-sobre-criticas-recibidas-40-noticia-1732054?ref=nota_luces&ft=mod_leatambien&e=titulo
Me abstengo de criticar lo que no he visto. El desconocimiento me impide pronunciarme sobre la película, soy enemigo de llevarme por el rumor y, por tanto no abundaré en la crítica.
Y ya que no puedo opinar en lo particular, puedo pensar en lo general. El marketing no favorece el arte (tampoco lo hace la crítica muy marcada). El marketing persuade sobre las bondades que una obra no necesariamente tiene. Perfila un prejuicio, un elemento que sesga el genuino juicio que debe brotar de la mente del espectador, lector, mirador al ver una película, leer un libro o ver un cuadro. “Nos impide llegar vírgenes al matrimonio” o algo así.
En los tiempos modernos, la masificación fuerza a una operación que iguala una marca de perfume a una obra de arte . Sin marketing no hay público y sin público no hay finanzas, lógica que induce a pensar que sin dinero la creación solo alcanza a la gaveta, rara vez al escaparate o las marquesinas. Por mi parte, prefiero que el crítico o el periodista que lea mi obra la difunda solo si la considera buena, una alegría honesta, al menos. Lo contrario sería un engaño al lector.
Pero ocurre (valga el consuelo) que la mala crítica de hoy puede ser el elogio del mañana. Un escritor me decía: “Procura escribir para la gente del futuro.Tu obra puede fracasar hoy si no te entienden, pero ser revalorada cuando el tiempo evolucione”. Lo que se considera hoy un mal libro, un mal film, un esperpento rumiando en la galería de arte, podría ser en diez o veinte años una joya para coleccionar. No me refiero a ningún caso en concreto (ni al tema que inicia esta cháchara), pero tan relativo es el juicio, como lo son la vista, el olfato y el tacto. Quizás y en definitiva, el tiempo sea siempre el más implacable y justo de los jueces…Sobrevive a los valores y gustos de cada generación .