Una causa justa que hoy me inspira a proyectar
Existe un hombre, de madura edad y entusiasmo inquebrantable que encargó y reunió ensayos de 52 intelectuales de todo el espectro ideológico peruano con un solo fin: darle una respuesta a las grandes preguntas peruanas y hallar las claves del desarrollo por venir. Son diversas áreas, desde el desarrollo del sistema de partidos, al progreso económico hasta la solidificación cultural y más, mucho más.
Su trajín de viejo Quijote lo ha llevado de casa en casa, de oficina en oficina, para obtener de las grandes plumas una contribución intelectual a lo que él llama “la promesa de la vida peruana” desde una mirada plural. Lo acompañé en varios tramos, también escribí alguno de ellos y apenas en muy poco, añadí unas gotas en ese gran océano de una proeza que solo es y será suya. Se apellida Ponce de León (no me siento en el derecho de decir más). Es un caballero de buenos modales y trato a la antigua, cortés y, fundamentalmente, uno de los muy pocos que conozco que se ha trabado en una lid intensa por amor, sí, por amor al Perú.
En estos tiempos postmodernos, donde la vanidad es el objeto de las grandes batallas, quién como él puede dar el ejemplo de un empeño tan fundamental. Desde hace cinco años sé de esa gran cruzada por el Perú, que este buen Quijote ha tramado como una misión personal e inquebrantable.
Coincido con él en la búsqueda de las grandes respuestas peruanas, es una misión que supera el día a día y la menudencia repulsiva del debate político actual. El proyecto de Ponce de León, ya completo en su contenido, pero con la necesidad del auspicio para su impresión, es fascinante. Coincide con mi viejo sueño de orientar el debate nacional hacia los temas fundamentales. Su línea es la mía, aunque yo planeo llevar ese debate esencial por otros formatos y otras líneas y con alguna periodicidad. Fue el propósito que me forjé (quizás como una ingenuidad) cuando leí de la primera a la última letra todas las obras completas de Víctor Andrés Belaunde, en varios tomos (en la foto uno de ellos).
Ojalá el señor Ponce de León logre su propósito y que el Fondo Editorial del Congreso, como ente representativo o alguna gran fundación le abra las puertas sin esconder el mérito de su descomunal lucha, que es, o mejor, debiera ser la lucha y el ideal de todos los peruanos.
Por lo pronto lo comprometo a él en mi nuevo ideal de batalla (ignoro sobre qué plataforma) y que, seguramente, con su orientación y con la de otros peruanos de buena voluntad se torne en un referente apreciable.
El fondo de todo, que podrán interpretar desde mi anterior post sobre “Mercurio Peruano” es que el Perú esencial sea, por fin, el eje de los grandes debates nacionales, esa es la promesa que Basadre nos encargó.
Que así sea.