Ni éramos los mejores, ni somos los peores
Ni éramos los mejores cuando ganamos el clásico, ni somos los peores luego de estas dos derrotas consecutivas. Después de nueve partidos invictos, caer en Huánuco ante León y en Cusco ante Garcilaso dolió en el marcador, la tabla y el alma. La falta de profundidad y los errores en la definición volvieron a cachetearnos la ilusión. Pese a todo, la crema se mantiene arriba. Ante Inti Gas, este domingo, la historia tiene que ser diferente.Mientras en Huánuco los hombres de Comizzo fueron maniatados por un León que no regaló espacios y fue persistente en la marca, en Calca consiguieron manejar gran parte del partido, sobre todo en la segunda mitad.
Con la ventaja, Garcilaso retrocedió para buscar el contragolpe, pero su estrategia funcionó a medias. La ‘U’ supo controlar a sus delanteros y procuró avanzar a campo rival tocando con cierta prolijidad, incluso corriendo tanto o más que su rival. El problema -como sucedió en Huánuco o en el Monumental frente a Cienciano y en el primer tiempo ante Alianza- estuvo de cara al arco rival: poca profundidad y ausencia total de desequilibrio. O, digámoslo con todas sus letras: si Guastavino no está con las luces encendidas, la crema sufre. Y mucho.
El merengue tiene un plantel pálido y cortito en el que el uruguayo asoma como el diferente. Su gambeta corta mete miedo en el rival y entusiasma al hincha. A diferencia de Christofer, mago para la salida limpia, pero también para esconderse en la intrascendencia del pasecito al costado, el uruguayo refresca la mediacancha y aumenta los niveles de vibración.
Pero Guastavino por algo juega en el Perú. No finaliza con acierto la mayoría de jugadas que genera, se excede en el individualismo o se prende de la fiesta del toque eterno. En Calca hubo un momento en que se juntaron cuatro tocadores de pelota: Gonzales, Rainer, Olascuaga y el charrúa. La crema movía los hilos en la volante, rotaba el balón sin descanso por el centro o los costados, era el dueño del partido hasta los tres cuartos de cancha. El problema venía cuando pisaba el área grande: no había quién mirara el arco, alguien que tomara riesgos. que buscara desde larga distancia. Y como el uruguayo estaba con las luces apagadas, Carranza no pasó demasiados apremios.
La posesión no sirve sin desequilibrio. Tampoco si no hay quien la meta (los goleadores del equipo apenas tienen cuatro goles cada uno). Y si a ello se le suman errores tontos -Galliquio en Huánuco, Carvallo en Cusco-, el panorama se entristece como el cielo limeño en invierno.
La ‘U’, como he dicho en otros artículos, es un equipo que se ha construido sobre la marcha, con un presupuesto ajustado y harta juventud. ¿Su mayor mérito? Juega con un libreto definido, en casa o de visita. Toma riesgos, persiste, nunca agacha la cabeza, pero carece de los suficientes hombres -en la cancha y en el banco- para darle forma al equipazo que todos los hinchas quisieran ver.
Entiendo la impaciencia, la molestia, las ganas de tirar todo al tacho después de estos días difíciles. Como acto de reflexión, les pido recordar lo que decían hace apenas unos días, luego del triunfo en el Clásico. Tratemos, al menos, de encontrar el equilibrio.
Espero sus comentarios. Un abrazo para todos.