El fútbol peruano no debe permitirse una muerte más
Y ya empezamos.
No importa que el técnico tenga menos de una semana al frente del equipo, que la ansiedad abrume al grueso de jugadores, que el estado físico esté casi a la miseria. Es hora de hacer cola para insultar a Chemo.
(y bueno, si juegas con una defensa adelantada, necesitas que el resto del equipo -o al menos tus volantes- muerdan para que no te agarren de contra, ¿no?).
(Los defensas centrales tienen que moverse, los marcadores marcar, el fútbol también se juega sin pelota, ¿no?)
En la búsqueda de chivos expiatorios, siempre estarán a la orden Canchita y Alexi Gómez.
(si estos chicos quieren ver qué les depara el futuro, no necesitan una bola de cristal: Michael Guevara, Johan Sotil y Reimond Manco son parte del camino que les aguarda si hacen del aburguesamiento -y su vida- un estilo de juego).
Y como siempre, los que no están son los mejores.
(Los mismos que insultaban a Galliquio, ahora lloran su partida. No me sorprendería que alguien empiece a extrañar a Calín La Rosa o pida la vuelta del Gordo González).
El problema de Universitario es, sobre todo, mental. Los jugadores han perdido confianza en sí mismos. Arreglar esto en pocos días es imposible, más aun con el calendario complicado que se viene (esta semana se juega con Vallejo en Trujillo y la próxima se termina el martirio copero con Vélez en Buenos Aires).
Y para driblear este atolladero, como decía Juan Carlos Oblitas el domingo por la noche, será necesario jugar con hombres, es decir, con jugadores que tengan la cabeza bien puesta, incluso más allá de sus condiciones futbolísticas. Para ello se requiere de una labor muy fina, pero eficaz, de convencimiento por parte del cuerpo técnico; en otras palabras, que el plantel crea en Chemo y su idea de juego. ¿Tiene Del Solar la capacidad para conseguirlo? Aquí, me parece, todos tenemos dudas.
Tengamos claro lo siguiente: salir del hoyo no se consigue de un momento a otro. Universitario es un equipo agonizante que requiere mucho más que un respirador artificial.
EL ESTIGMA DE LA VIOLENCIA
Sin embargo, cualquier aspecto futbolístico pasa a segundo plano frente a la desgracia sufrida minutos antes del partido ante Sport Huancayo. Y aunque parezca una muletilla, vale la pena insistir en la pregunta: ¿Hasta cuándo vamos a permitirlo?
La ‘U’ puede reencontrarse con el triunfo pronto, convertirse en una máquina de hacer goles (y dejar de hacérselos), arrasar con cuanto rival se le ponga encima, encumbrar a los hoy odiados Toñito, Duarte y Alexi Gómez. Pero si su nombre sigue asociado a la violencia, no servirá de nada.
La violencia no tiene camisetas; es más, el último Cristal-San Simón se jugó sin público a raíz de los disturbios que protagonizaron los hinchas rimenses y de Alianza el día que ambos clubes se enfrentaron. No obstante, cuando de habla de enfrentamientos dentro o fuera de los estadios, robos en los alrededores, hinchas violentos, muertes es inevitable mencionar de inmediato al club crema.
Y en lugar de enfrentar el problema, de asumirlo como algo que debe extirparse sin miramientos, muchos -desde hinchas hasta dirigentes- prefieren cerrar los ojos y replicar que ”son infilitrados, no barristas”, culpar a la prensa de una supuesta campaña en contra o afirmar que es apenas “un problema policial”.
Universitario de Deportes está en uno de los peores momentos de su historia. Deportivamente, pese a ser el campeón del fútbol peruano, no gana hace 15 partidos. En el plano institucional, su futuro depende de sus acreedores, a quienes les debe más de 254 millones de soles, una suma que para cualquier organización de su tamaño habría implicado un cierre definitivo hace mucho tiempo. Encima, tiene una de las hinchadas más violentas del país, que convierte la experiencia de asistir a un estadio en una actividad de alto riesgo de la cual, como ocurrió el domingo, es posible no regresar vivo.
Cuando en las redes sociales leo a muchos hinchas atacar a quienes no van a la cancha, llamándolos despectivamente ‘tecleros’ o barristas del ’face’, me pregunto si tienen conciencia de lo que significa volver a casa de la cancha robado, con una pedrada en la cabeza, con un hijo o la novia horrorizados por el susto. O simplemente no volver, como ocurrió con Bryan Huamanlazo.
¿A qué empresa puede interesarle poner su marca en la camiseta de un equipo signado por la violencia? Algunos dirán, pero ahí están Backus, Pieers, Umbro… ¿Y se han preguntado por qué son siempre las mismas? ¿Por qué en un país tan boyante como el nuestro no existen otras firmas auspiciando al club de fútbol más importante del país?
El deslinde con los violentos debe hacerse sin medias tintas. No solo la Administración Temporal crema, sino todos los clubes del Descentralizado deben ponerse fuertes y enfrentar cara a cara a los violentos. Y si para acabar con esto, se debe cerrar el Monumental por algunas fechas o sufrir alguna sanción deportiva, pues que así sea. El fútbol peruano no debe permitirse una muerte más.
Espero sus comentarios, un abrazo para todos.
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