Entre Alemania y el 'Orejas' Flores
Brasil 2014 no solo dejó partidos electrizantes, arqueros excepcionales y una mordida difícil de olvidar. Ha dejado también varias lecciones, en particular Alemania, que si bien tuvo dificultades para vencer a Argentina en la final, se llevó el título con absoluto merecimiento y coronó un proceso que no empezó hace un año o dos, sino mucho más atrás.
Y esto es lo que al fútbol peruano, y a Universitario en particular, le debe interesar. Aunque no faltan aquellos que siguen creyendo que los éxitos dependen exclusivamente de la contratación de un técnico prestigioso, si Perú quiere subirse a la ola del éxito –y aspirar a que este sea continuo- necesita empezar un trabajo cuyos objetivos no se queden estancados en el corto plazo.
Eso fue lo que hizo Alemania. Lo curioso –al menos para nuestros ojos tercermundistas- es que lo inició pese a no atravesar una crisis cuasiterminal (como la que tenemos por acá). Su dirigencia comprendió que su tradicional juego mecánico, basado en la fuerza y la disciplina, ya no era suficiente. La historia, a nivel selección, empezó con Klinsmann, pero el cambio se hizo también en los clubes. Esta modernización integral permitió ampliar el universo de jugadores seleccionables cortados bajo la misma tijera.
La reorganización de la Bundesliga, un torneo económicamente viable, con clubes sólidos y un sistema de campeonato predecible, fue fundamental. Y la contratación de Guardiola por el Bayern Múnich no hizo más que acentuar el camino.
¿Qué tiene que ver todo esto con nuestra realidad? Pues mucho. Mientras rememoramos tiempos que no volverán (un día de estos, uno de los zurdazos de Cachito en la Bombonera va a salir desviado), seguimos empecinados en creer que un técnico iluminado acabará con nuestros problemas. Jorge Luis Pinto es ahora el nombre de moda, como hace apenas unos meses lo fue Bielsa y en su momento Maturana o Autuori (a propósito, ¿existe algún parecido futbolístico entre alguno de ellos?). Para sostener esta falsa premisa, el ejemplo recurrente es el chileno. “El torneo de allá es como el nuestro, llegó Bielsa y con jugadores ‘normales’ cambió todo”, es lo que dicen -palabras más, palabras menos- prestigiosos comentaristas del medio. Pues si la medida del éxito es solo clasificar a un Mundial, qué cortito es ese panorama. El fútbol peruano debe aspirar a la excelencia, tanto dentro como fuera de la cancha, a fin de alejarse de los vaivenes de la informalidad. Para ello se requiere cambiar la organización bajo la cual se sostiene, hacerla más seria y rigurosa, fortalecer sus instituciones. En suma, olvidarnos del ’fulbo’ y hacer fútbol de verdad.
¿Y la ‘U’? Su precaria situación institucional la obliga a mirar su futuro con otra visión. A Universitario no debe bastarle ser popular, necesita convertirse en un club de referencia, en principio, a nivel local. Para ello requiere una dirigencia moderna, sin escándalos ni sospechas, que priorice el desarrollo integral de su organización y sus futbolistas, más allá de los éxitos pasajeros. La crema necesita fundar una nueva cultura deportiva, forjada en valores que rescaten la esencia del fútbol, sin dejar de lado el perfil empresarial que debe orientar su manejo y apartarse por completo de la violencia.
Después de un mundial maravilloso, volver a la rutina del campeonato local puede parecer hasta un castigo. Pero este es nuestro fútbol y solo nosotros -desde el más humilde de los hinchas hasta la principal de nuestras figuras- podemos trabajar para cambiarlo. Así, mientras cruzamos los dedos ante la dura experiencia que significará jugar al menos cuatro fechas del Apertura -incluyendo el clásico de este fin de semana- sin el ‘Orejas’ Flores, es momento de empezar a mirar más allá de nuestro ombligo. Es la única salida para abandonar el hoyo.
Espero sus comentarios, un abrazo para todos.