No se pueden equivocar otra vez
-El fútbol es también de resultados. Si no campeonan este año, va a ser considerado un fracaso.
-Esto es de resultados, lo tenemos claro. Hay cosas que pueden tomar un tiempo en cohesionar, en ensamblarse, pero estamos en la U y conocemos sus necesidades deportivas. Hemos trabajado en función de eso.
Esa fue la respuesta que Manuel Barreto, director deportivo del club, me dio a inicios de enero, cuando lo entrevisté para El Comercio con el fin de que me explique los criterios que se usaron para armar el plantel. En la charla dijo también que la elección de los jugadores se hizo en “consenso” con Carlos Compagnucci. Por esos días, el fichaje de Bruno Sepúlveda empezaba a deshilacharse y los rumores de la llegada de Yuriel Celi eran insistentes.
¿Era necesario que se vaya Compagnucci? Hasta la semana pasada pensaba que debía seguir porque me parecía un despropósito echar a un técnico en la tercera fecha del torneo e incinerar un trabajo que él mismo inició y planificó. El año pasado, aunque a muchos les cueste reconocerlo, logró enderezar un plantel a la deriva y si no se consiguió la clasificación a la Libertadores fue por simple falta de poderío.
Pero en el fútbol los resultados mandan y la derrota ante Mannucci -sobre todo por la manera cómo se produjo- tornó insostenible su permanencia en el cargo.
Al parecer, hubo un crac dentro del vestuario o, mejor dicho, nunca hubo un clic entre el técnico y el plantel, lo cual derivó en esta racha penosa que ha puesto a la crema al final de la tabla.
Le toca a Coco Araujo tratar de enmendar el rumbo, aunque la responsabilidad mayor le pertenece a a dirección deportiva y la administración. De acuerdo con todos los indicios, Jorge Fossati será el nuevo técnico del club desde la próxima semana. El uruguayo es un viejo zorro que a pesar de su edad -70 años- aún mantiene vigencia. ¿Apelar otra vez a la fórmula del ‘goyismo’ puede traer los resultados que necesita la U? Nada lo garantiza. Pero esto es Universitario y el margen de error siempre será mínimo. Ni Barreto ni la administración pueden equivocarse otra vez.
REFUERZOS SIN JERARQUÍA
¿Se equivocó la U con los refuerzos? Puede sonar atrevido usar ese calificativo cuando ha pasado tan poco desde el inicio del campeonato. Lo que sí está claro es que la mayoría no ha rendido como se esperaba. La imagen del Ureña enérgico y rascador se desvanece cuando lo vemos en la foto de tres de los cinco goles que ha recibido la crema en el campeonato. Por más que Di Benedetto insista en que Bruno Pérez se confundió, su expulsión ante Mannucci fue tonta, casi a la par del error que cometió en el gol de Sabbag en el Monumental. Emanuel Herrera es una sombra, y no cualquiera. Es una sombra triste, apagada, empequeñecida, distante del goleador imparable que en el 2018 se convirtiera en el pichichi histórico del campeonato peruano.
Del resto, lo más destacado ha sido Calcaterra, tiempista mayor y -comentario impopular entre un sector de la hincha e incluso del periodismo- un refuerzo de lujo. Pérez Guedes no ha desentonado. Es incansable en el ida y vuelta. Cumple un trabajo silencioso, enfundado en un overol que no se desgasta ni se mancha; sin embargo, no parece ser determinante frente a las necesidades de un equipo de la dimensión de Universitario. Riveros pareció acomodarse mejor ante Mannucci. Se siente bien en la cueva, mandando y yendo al choque. Sufre mucho cuando lo sacan de su zona de confort, como en la jugada previa al gol de Comercio.
De los nacionales, Ancajima ha sido irregular, sobre todo en labores de marca; Rivera es encarador y valiente; Saravia clama por más oportunidades; el pésimo timing de Celi le ha quitado ocasiones de alternar; mientras que a Valera la presión por marcar le ha estropeado la puntería.
El principal problema de Universitario con los refuerzos es que -salvo Calcaterra- no le han dado jerarquía. Se pensaba que Ureña por su pasado reciente en Colombia, Di Benedetto por su participación en la primera de Argentina y tanto Herrera como Valera le darían ese ingrediente básico para marcar diferencias. La realidad es otra. El aporte ha sido escuálido, impropio para la categoría del club.
Me apena mucho que se vaya Compagnucci. Además de ser un técnico trabajador, bajo su mando la U había adquirido una idea de juego clara, moderna, que le permitía afirmar su protagonismo y superar a sus rivales en el juego. Pero de nada sirve dominar las acciones si la debilidad está en las dos áreas. La U llega mucho y no la emboca. Y le llegan poco, y sufre demasiado. Eso sí: echarle toda la responsabilidad de lo sucedido es tan injusto como absurdo. La dirección deportiva y la administración deben asumir la que les corresponde. Y tener claro que no se pueden volver a equivocar.