También hay que confiar en la tecnología
La semana pasada dediqué un post para reflexionar sobre cuánto dependíamos de la tecnología y cuánto aún podíamos decidir por nuestra cuenta con la finalidad de ser más eficientes en nuestras labores.
Pero esta semana quiero analizar exactamente lo opuesto: cuando, a veces por motivos insospechados, no se confía en la tecnología y se termina siendo más ineficiente y gastando más dinero.
Primer ejemplo: hay una máquina que me parece genial. Es esa del Reniec que parece un cajero automático y permite, entre otras cosas, obtener una copia de una partida de nacimiento o matrimonio en segundos. La encontré –muy mal ubicada, por cierto, escondida en una esquina– en un centro comercial y a su lado había una persona, lista para dar la asesoría a quien tuviera problemas con el aparato.
Segundo ejemplo: muchas playas de estacionamiento cuentan con estos sistemas automáticos de tranqueras, en las que basta con presionar un botón para recibir el ticket de ingreso y que se levante el brazo mecánico para ingresar. Para la salida, solo basta con insertar el recibo pagado en la máquina para que el vehículo siga su curso. Y, otra vez, vemos empleados presionando botones, entregando e insertando tickets.
En los dos ejemplos anteriores se nota claramente cómo se decide desaprovechar a un trabajador para complementar una tarea en la que la presencia humana no es necesaria.
Quizás pensarás: el funcionamiento de la tranquera electrónica es simple, pero la otra máquina sí puede ser complicada de usar. Si es así, con una menor inversión se puede mejorar la interfaz para hacerla más amigable y sencilla. Hay que saber aprovechar de buena manera la tecnología.
¿Qué otros ejemplos conoces en los que se desaproveche el recurso humano?