Muchos creen que Ayrton Senna estaba destinado a ser el más grande automovilista de la historia de la Fórmula 1. Era un piloto rápido, atrevido, de esos que desobedecen las órdenes del equipo con tal de ganar. Ganó tres veces el Mundial de F1 (1988, 1990 y 1991), pero su historia no pudo ser más grande por un fatídico accidente que le quitó la vida.
En 1994, Senna tenía 34 años. El año no comenzó bien para él porque había un alemán que con un talento asombroso. Se llamaba Michael Schumacher. Lideraba el campeonato con 20 puntos de ventaja y solo se habían corrido dos GP en lo que iba del año. La tercera parada sería en San Marino, un 1 de mayo.
Senna logró la ‘pole’ position y apuntaba a ganar. Necesitaba descontarle puntos al ‘Schumi’, pero tenía un problema en el auto. Durante las primeras vueltas, el volante de su Williams-Renault se movía de lugar (subía y bajaba) sobre todo en la curvas. Senna siguió manejando con ese problema hasta que en la curva conocida como Tamburello, el timón se sale totalmente de su sitio debido a la rotura de la barra de dirección.
Ayrton no tenía forma de mover el auto para los lados. Iba a una velocidad de 314 kilómetros por hora, logró reducirla a 211, pero iba directo a un muro. Senna chocó a esa velocidad y destrozó su monoplaza. La muerte del piloto brasileño nacido en Sao Paulo (21 de marzo de 1960) se produjo horas después.
Senna sufrió serios golpes en la base del cráneo que hicieron imposible mantenerlo en vida. Brasil declaró tres días de luto por la muerte de uno de los pilotos más grandes en la historia de la Fórmula 1. Más de dos millones de personas siguieron su ataúd por la calles de Sao Paulo. Senna es un ídolo eterno.